Ancla

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Akutagawa estaba jadeando, su respiración era pesada y su cuerpo temblaba mientras sostenía a Chuuya con firmeza. La desesperación y el miedo lo invadían al ver a su mentor en un estado tan crítico. Chuuya estaba inconsciente, su piel pálida y fría al tacto. Akutagawa sabía que no podía perder tiempo.

—Chuuya-san, aguanta, por favor. — Murmuró Akutagawa, con la voz rota por la preocupación. Utilizando las telas de Rashomon, se aseguró de que Chuuya estuviera bien sujeto mientras se dirigía a toda velocidad hacia la Agencia de Detectives Armados.

El trayecto parecía eterno, cada segundo contaba y Akutagawa no podía permitir que su mente divagara. Sabía que las heridas de Chuuya eran graves y que necesitaba la ayuda de la doctora Yosano para salvarlo. Mientras corría, los pensamientos de su batalla reciente seguían pasando por su mente, pero los apartaba, enfocándose solo en llegar a tiempo.

Al llegar a la agencia, Akutagawa irrumpió en el edificio, su rostro era una máscara de desesperación.

—¡Necesito ayuda! ¡Doctora Yosano!, por favor! — Gritó, su voz resonando en el vestíbulo.

Los agentes de la agencia se giraron sorprendidos por la entrada repentina de Akutagawa. Atsushi, que estaba cerca, sintió un nudo en el estómago al ver a Akutagawa sosteniendo a Chuuya, inconsciente y herido.

Dazai y los demás se quedaron callados dejando el camino libre para que pálido pudiera ingresar con Chuuya envuelto en la tela de Rashomun.

—¡Akutagawa! —Exclamó Atsushi, dando unos pasos hacia él, su corazón latía con fuerza por la preocupación. Quería hablar con Akutagawa sobre sus sentimientos, pero sabía que este no era el momento. La vida de Chuuya estaba en peligro.

La doctora Yosano llegó rápidamente, su expresión era grave al ver la condición de Chuuya. Sin perder tiempo, se acercó a ellos.

—Déjenmelo a mí. Chico de la mafia, colócalo aquí. —Ordenó Yosano, señalando una camilla cercana.

Akutagawa, con cuidado, pero con prisa, depositó a Chuuya en la camilla. Su rostro reflejaba la angustia que sentía.

—Yosano-san, por favor, sálvalo. No puedo perderlo. —Dijo Akutagawa, su voz era apenas un susurro lleno de dolor y desesperación.

Yosano asintió con determinación, comenzando a trabajar en Chuuya de inmediato. Atsushi observaba la escena, sintiendo un dolor agudo en el pecho. Ver a Akutagawa tan vulnerable y desesperado le rompía el corazón. Quería consolarlo, pero sabía que debía esperar. Lo primero era asegurar la vida de Chuuya.

—Akutagawa... —Murmuró Atsushi, dando un paso hacia él.

Akutagawa levantó la mirada, sus ojos oscuros llenos de tristeza y preocupación.

—Jinko... — Dijo, con un tono que reflejaba su agotamiento y miedo.

Atsushi quiso abrazarlo, pero se contuvo, sabiendo que Akutagawa no estaba preparado para eso en ese momento.

—Él estará bien. Yosano-sensei es la mejor en lo que hace. — Intentó tranquilizarlo Atsushi, aunque él mismo estaba lleno de incertidumbre.

Akutagawa asintió lentamente, sin apartar la mirada de Chuuya mientras la doctora trabajaba incansablemente para salvarlo.

—Solo espero que llegáramos a tiempo... — Murmuró Akutagawa, sus manos temblaban mientras las apretaba en puños.

Atsushi se quedó a su lado, ofreciéndole el apoyo silencioso que Akutagawa necesitaba en ese momento. Sabía que la batalla por la vida de Chuuya apenas comenzaba, pero estaban juntos en esto, y no permitirían que su compañero cayera sin luchar.

Calmaré tus pesadillas (Shin Soukoku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora