Jungkook estaba con la mirada perdida mientras limpiaba la cafetera. En esos momentos se encontraba en su trabajo, una cafetería cerca de su universidad, por el momento tenía vacaciones y por ello debía de juntar todo el dinero necesario para seguir manteniéndose. No había podido dormir bien por todas las heridas en su cuerpo y, sobre todo, porque por algún motivo su cuerpo se sentía ansioso, no sabía qué era pero trató de ignorarlo, sin embargo, comenzaba a dificultarle a medida que avanzaba el tiempo.
Pasaron varios minutos hasta que la llegada de un nuevo cliente se hiciera presente. Jungkook, al voltear su rostro, no pudo evitar que todo su cuerpo se tensara pues vio a un chico castaño con enormes y brillantes ojos color chocolate adornando su hermoso rostro. El chico era alto y delgado, pero con sutiles y definidas curvas en los lugares correctos; su piel era piel bronceada, tirando a caramelo. Jungkook petrificado mientras veía al joven que yacía parado frente a la puerta del local. Las empleadas y uno que otro empleado, quedaron cautivados por tal belleza, incluyendo a Jungkook, pero el corazón de este se aceleró demasiado para su gusto, como si su corazón le reconociera de algún lado.
Jungkook tenía la intención de atenderle antes que cualquier otro, pero su cuerpo no reaccionaba. Solo pudo ver cómo aquel hermoso chico se dirigía a una de las tantas mesas del lugar, observó cada movimiento que realizaba y quedó maravillado ante sus movimientos sutiles y elegantes. Odió como nunca en su vida a Lisa, que de la nada acababa de llegar para trabajar y lo primero que hizo fue acercarse al castaño, sin ni siquiera marcar su hora de entrada. Sí, ambos trabajaban juntos, le gustaba porque no hablaba con nadie más pero ella era la excepción.
—¿Se le ofrece algo joven? —preguntó la rubia algo emocionada por ver a un chico guapo.
—Sinceramente no se me ofrece nada, es suficiente con ver tu lindo rostro. —La voz del joven cliente paralizó a todo el mundo, el timbre de su voz era grave y seductor, verdaderamente sutil para los oídos de Jungkook. Lalisa sonrió avergonzada ante las atrevidas palabras del joven, quien colocó su mentón sobre su mano mirándola con aquellos hipnotizantes ojos chocolate, tratando de mantener un contacto visual un tanto íntimo—. Quiero un cappuccino, linda. —Guiñó para después recobrar su posición inicial y voltear a la ventana que yacía a un costado de la mesa.
—Claro —respondió Lalisa un tanto avergonzada.
Aquel castaño parecía un espécimen de otro planeta, puesto que cada vez que la gente pasaba lo miraban con una expresión de asombro. Ese chico era realmente hermoso. Algunos de los compañeros de Jungkook empezaron a compararle con el cliente de cabellera castaña, Jungkook bufó ante la lógica que sus compañeros tenían, ellos decían que chicos de alto calibre eran una reliquia que merecía ser presumida.
Jungkook trató lo mejor posible de seguir con su trabajo e ignorar a aquel hermoso joven, él tenía que serle fiel a su bolita de ternura. Se sumergió tanto en sus recuerdos con Taehyung que no se dio cuenta cuando aquel chico por fin se levantó y caminó para pararse frente a la caja registradora, frente a él.
Cuando Jungkook por fin levantó el rostro a la par del contrario, ambos quedaron estáticos y sin palabras.
Jungkook quedó fascinado por tan bello rostro, pero la sensación de conocer a esa persona le comenzaba a invadir el pecho y a llenarlo de incertidumbre.
Por otro lado, Taehyung jamás se imaginó que la apariencia del mayor al pasar de los años fuera tan... deprimente. Jungkook tenía varios moretones por todo su rostro, su ceja y labio yacían cortados, tampoco podía dejar pasar por alto las oscurecidas ojeras que opacaban la bella forma de sus ojos. Taehyung recordó su reflejo en el espejo.
—¿Cuánto será? —Taehyung musitó apartando su mirada de aquellos lindos ojos que por mucho tiempo trató de borrar de sus recuerdos. Para su suerte, Jungkook no le había reconocido.
—Un cappuccino y un cupcake de zarzamora. —Jungkook anotaba en la caja, regresando a sus deberes—. Serían ¥506 —respondió mientras dirigía su vista al joven, tragando duro por la presencia del castaño ante él.
Taehyung sacó el dinero a pagar, su mano temblaba, estaba realmente nervioso. No tenía por qué estar nervioso ante la persona que pisoteó sus sentimientos como si no valiesen nada. Vio las manos vendadas del mayor cuando las estiraba para recibir el dinero, rápidamente Taehyung apartó sus manos como si las contrarias quemasen. Había recordado la vez que vendó aquellas varoniles manos a causa de la golpiza que recibió, le dolía la cabeza recordar aquello.
Jeon le miró un poco apenado al notar el cambio en el rostro contrario ante la vista de sus manos, siempre le había importado una mierda cómo las personas murmuraban de su apariencia que era como la de un delincuente, pero por primera vez en años hubiera preferido no parecer un matón. Mientras registraba el pago, no pudo evitar mirar las bellas facciones del joven y no solo por lo atractivo que era, sino porque en verdad le resultaba familiar.
—¿Di-disculpa? —El pelinegro arrugó el entrecejo. ¿Qué le sucedía? ¿El indiferente Jeon Jungkook tartamudeando? El joven le volteó a ver algo incómodo, Jungkook le extendió el dinero recobrando la postura y este recibió el dinero para después voltear y tratar de alejarse del lugar. Taehyung comenzaba a sofocarse—. ¡Espera! —gritó Jungkook lo más rápido al ver como el castaño se alejaba—. ¿Nos-nos conocemos de algún lado? —Jungkook en esos momentos quería tragarse el café hirviendo por su estúpida y extraña timidez.
El castaño le miró sin ninguna expresión en su rostro, el mayor estaba algo ansioso por lo que vendría a continuación porque dedujo que había dado en el blanco cuando el otro lo negó de inmediato.
—Ojalá no lo hubiéramos hecho —dijo fríamente Taehyung para emprender camino hacia la puerta nuevamente, pero al estar con medio cuerpo fuera del establecimiento fue que emitió un susurro que no significo nada para lo demás, pero que para Jungkook había sido un gran impacto—, Kookie. —Al terminar de decir aquello, Taehyung se retiró sin ganas de seguir ahí a esperar alguna innecesaria y dolorosa reacción.
El pelinegro quedó paralizado.
«No, no, no, no. ¡No puede ser cierto!». Jungkook no dejaba de negar aquello en su cabeza. El chico lindo no podía ser su adorable TaeTae, ¿cierto? Le importó muy poco el trabajo y saltó el mostrador para correr tras el menor, no le había dicho su nombre como tal pero sin duda era su bebé, porque nadie en el mundo le llamaba “Kookie” aparte de su chico.
Suspiró, su Taehyung, al cual tanto daño le hizo, había regresado.
Al estar fuera del establecimiento Jungkook trató de encontrarse con la mirada del castaño, sin embargo este ya no se encontraba cerca. El pelinegro sentía como su pecho bajaba y subía rápidamente ante aquel extraño pero reconfortante encuentro.
Por otro lado, Taehyung estaba detrás una pequeña pared viendo cómo el mayor le buscaba desesperadamente. No podía evitar que su corazón reconociese a ese joven, le molestaba que su cuerpo reaccionara por la mierda de persona que estaba observando, le molestaba que después de aquel juego que lo destruyó, aún, aunque fuese una mísera parte, le gustaba ese joven rebelde e imponente. Le molestaba mucho seguir siendo tan ingenuo, así que se retiró del lugar cuidadosamente de no ser visto por el azabache que gritaba por él para que volviese. Taehyung le guardaba rencor, él le odiaba.
El infierno que le hizo pasar su mayor, también se lo haría conocer de una manera sutil pero letal. Lastimosamente se había convertido en alguien rencoroso e igual que el contrario, un chico que no tenía consideración por lo demás. Su celular comenzó a sonar y al darse cuenta de quién era sonrió como solo pocas veces lo hacía desde aquel incidente. Era su novio.
—Jiminnie hyung.
Nos leemos luego
Drakonk©
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¿Qué se siente estar en mi lugar? •KookTae•
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