Langa Hasegawa, un chico de veinte años y líder de la Mafia, ve por la televisión sobre un experimento científico que ha salido mal, se está propagando un virus que al parecer hace que las personas se conviertan en zombies. Sorprendido, Langa decide...
Todos seguíamos a Tadashi sin decir nada. Los pasillos por los que íbamos eran más conocidos ya que ya habíamos ido por ahí, pero seguramente habría muchísimas más formas de llegar.
Entramos a un cuarto. Tadashi nos dimos que buscáramos entre todos los cajones y que si encontrábamos algo que pudiera ser de ayuda lo dijeramos.
- ¿Y esto? Parece igual a la cura - dijo Shadow cogiendo un frasquito con líquido rosa parecido al otro.
- No, eso desde luego que no es, es un rosa más oscuro, el otro es más claro -.
- Yo no veo la diferencia - habló Miya.
- Porque aún eres un niño pequeño - respondió Reki sonriendo.
- Cállate, tu tampoco notas la diferencia -.
- Bueno, ya me cansé de todo esto, denme gracias por todo lo que os dije - suspiró Tadashi sacando una pequeña pistola de su bolsillo.
Todos abrimos bien los ojos sorprendidos. Apuntó hacia Reki pero salté en frente de él, provocando que la bala impactara en mi pierna. Reki ya estaba lo suficientemente herido.
- ¡Langa! - gritó Reki viéndome caer al suelo.
A Tadashi no pareció importarle y aprovechando que todos estaban centrado en mí, salió y cerró la puerta con llave.
Shadow miró la puerta y corrió hacia ella.
- ¡Oye! ¡Abre! ¡Sabía que no podíamos confiar en tí, estúpido! - comenzó a dar puñetazos a la puerta pero no sirvió de nada.
- ¡Shadow! ¡Deja eso ahora, trae aquella venda que hay allí! - dijo Reki conmigo en brazos.
- ¡Está bien! -.
Shadow corrió hacia una estantería y cogió la venda. Se acercó y se la dio a Reki, él empezó a envolverla al rededor de mi pierna y a hacer presión.
En unos minutos dejó de salir sangre y todos respiramos tranquilos, hasta que recordamos que nos acababan de encerrar en un maldito pequeño cuarto sin ventanas...
- ¿Y ahora qué hacemos? - habló Miya después de algunos minutos de silencio.
- Intentar tirar la puerta - propuse.
- Está bien - Reki se levantó dejándome tumbado en el suelo.
Cogió carrerilla y corrió hacia la puerta de lado, sonó un gran golpe pero nada, solo consiguió un gran dolor en el hombro y en el brazo. Se sentó a mi lado y cogí su mano besándola suavemente. Me miró sonrojado y con los ojos muy abiertos, después apartó la mirada y yo sonreí.
Shadow cogió una silla y la tiró hacia la puerta, pero tampoco funcionó.
- Y nada... - dijo Miya suspirando.
De repente sonó algo, parecía el ruido de ¿la puerta? La puerta se abrió dejando ver la silueta de una chica.
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Narra Reki
Mis ojos se abrieron de par en par, no podía creer lo que estaba viendo. Era Koyomi, ¡mi hermana!
- ¿Koyomi...? - fue lo único que salió de mi boca.
Ella se tiró contra mí, abrazándome muy fuerte sin decir nada, yo hice lo mismo y la abracé, sin intención de soltarla porque sentía que si la soltaba ella se iría de nuevo.
- Si, soy yo - su voz sonaba entrecortada pero sentí tanta nostalgia, hacía tanto que no escuchaba su voz...
Comencé a llorar apretándola aún más.
Los demás miraban la escena confundidos pero no le di importancia, ahora lo único que quería era abrazar a mi hermana y no soltarla. La extrañé tanto como a las gemelas y a mi madre, pero no parecía que hiciera alguien más con ella.
