Langa Hasegawa, un chico de veinte años y líder de la Mafia, ve por la televisión sobre un experimento científico que ha salido mal, se está propagando un virus que al parecer hace que las personas se conviertan en zombies. Sorprendido, Langa decide...
Al cabo de media hora los agujeros estaban listos, durante todo el tiempo estuve observando a Miya y a Koyomi, quiénes conversaban como si se conocieran de toda la vida, se hicieron buenos amigos.
- ¡Ya están! - gritó Langa limpiándose el sudor de su frente.
Cogimos a ambos y los dejamos en los agujeros, no era lo mejor solo echarles tierra encima pero era lo único que podíamos hacer. Esta vez yo cogí la pala por Shadow, el estaba cansado.
Notaba la mirada de Langa en mí de vez en cuando, me miraba y miraba todo el rato así que decidí preguntar.
- ¿Que me miras? - pregunté sin apartar la vista de mi trabajo.
- Lo lindo que eres - sonrió.
Me sonrojé y le miré.
- ¡No es momento para coqueteos! -.
El rió y volvió la mirada hacia su trabajo.
Después de enterrarlos completamente y rezar de rodillas, nos fuimos hacia otro lado.
- ¿Que vamos a hacer ahora? ¡No parece haber más zombies aquí! ¡Ya se habrán ido a otro lugar! ¡A este paso van a infectar a todo Japón! - gritó Miya sonando desesperado.
Koyomi se acercó a él y lo abrazó por los hombros, seguido de eso Miya pasó los brazos por la cintura de ella.
- Si eso pasa no nos queda otra que irnos del país - contestó Shadow.
- ¿Irnos del país? ¿¡Como vamos a irnos del país!? - grité.
- No tenenos otra, es lo mejor, los zombies no podrán salir de aquí, se ahogarán si intentan ir por el agua - dijo Langa acercándose a mí y poniendo una mano en mi hombro.
- Langa y Shadow tienen razón, es lo único que nos salvará - habló Koyomi mirándome directamente a los ojos.
- Si, supongo que sí - respondí bajando la mirada con una cara triste.
- De momento busquemos algún sitio en dónde refugiarnos, las casas podrían derrumbarse en cualquier momento, no es seguro -.
Todos asentimos y empezamos a caminar.
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Narra Langa
Encontramos una pequeña finca donde había una casita de campo, primero nos aseguramos de que fuera segura, no parecía haber nadie y tampoco estaba en ruinas como las demás.
La casita tenía dos camas y un sofá cama, así que nos fue perfecto, me ilusionó la idea de compartir cama con Reki así que se lo propuse. El aceptó bastante nervioso.
Miya y Koyomi también dormirían juntos en una cama y Shadow dormiría en el sofá cama.
Ya por la noche, después se haber comido lo que encontramos en el refrigerador cada uno fue hacia su cuarto.
- ¿Realmente estará bien irnos de Japón? No es que me convenza mucho la idea - me dijo Reki, no pude verle bien la cara debido a la oscuridad.
- Si, seguro que sí, encontraremos la manera de irnos y viviremos felices en otro lugar - le contesté pegándole a mi cuerpo abrazándolo por los hombros.
El pasó sus brazos por mi cadera y apoyó su cabeza en mi hombro. Yo puse mi cara sobre su cuello, oliendo y finalmente besando la piel. Noté como se estremeció pero no dije nada, solo volví a besar la zona, así terminando con un beso más largo.
Levantó su cabeza de mi hombro y me miró, estábamos cara a cara, sin decir nada, tampoco sin darnos cuenta de que el espacio entre nosotros poco a poco se iba acortando, lo que dió final a un beso algo desesperado y necesitado. Nos separamos por aire pero enseguida volvimos a juntar nuestros labios.
Después de ese segundo y último beso que nos dimos esa noche, nos sonreímos.
- Buenas noches, Langa - volvió a poner su cabeza sobre mi hombro.
