Capítulo 7

24 3 0
                                    

Cuando estuvo frente a mí, casi invadiendo mi espacio personal su sonrisa se ensancho mostrando sus dos hoyuelos. Algunos rizos se le habían pegado en la frente por el sudor y solo podía contemplar sus labios carnosos y rojos, totalmente apetecibles al punto que pase la lengua por mi labio inferior cuando me recorrió ese pensamiento provocando que su mirada se desviara hacia ahí.

Demonios no. No quería que malinterpretara ese gesto. Tenía mucha, mucha sed.

Pero es que…hmhmhm. Quería llorar por esta situación, por qué mi orgullo no me permitía rebajarme al menos por esta noche y conseguir aunque sea un pequeño roce de sus labios.

-Tu amiga dice que estas dispuesta a una tregua por esta noche. Alzo una ceja.

-Así es, eso es lo que dice ella, no yo. Replique. Ahí iba de nuevo, no podía
hablarle de otra forma. ¡Por queee!

Su carcajada me molesto, sobre todo porque detecte un tono de suficiencia.

-Es que no te rindes. Volvió a reír y se me acerco más. -Pero eso es lo que me gusta de ti. No puedes dejarme pasar una, siempre tratas de ponerme en mi lugar y replicar cualquier cosa que digo. Disfruto haciéndote enfadar para ver qué me dices.

-Pues entonces eres masoquista. Bufe, estaba tan cerca que su olor me tenía
mareada, me tentaba alzar la cabeza y encontrarme con su rostro a centímetros del mío.

-No, lo que soy es un estúpido por no hacer lo que debería haber hecho desde el principio.

-A sí, y qué se supone que deberías haber hecho. Su sonrisa se amplió aún más.

-Besarte. Y en un segundo sus labios estuvieron sobre los míos moviéndose
lentamente pero succionando con tal presión que no me quedo más remedio que separarlos para que su lengua se enredara con la mía en una caricia ardiente arrancando un suave gemido de mi garganta. Termino con un beso en la comisura de mis labios y un ligero mareo me recorrió al separarse de mí.

¡Guao!

-Pe…pero que fue.

Más roja que un tomate me separe de él. No es que fuera ninguna mojigata y este mi primer beso, de hecho tampoco era virgen, pero que élme besara me había puesto súper nerviosa. Algo se removió dentro de mí en el mismo segundo en que sus labios rosaron los míos.

Las manos me temblaban sin razón ¿Pero qué carajo me pasa? De pronto llevó una de sus manos a mi rostro y coloco un mechón de cabello detrás de mí oreja mientras sonreía. Vaya que tierno, pero no podía quedarme así, después de todas nuestras trifulcas, ¡así íbamos a terminar! No quería dar mi brazo a torcer, los
nervios me hacían actuar de otra manera.

Tome aire y lo empuje, mas no se moviódel lugar y me observo con una ceja arqueada. Demonios le veía los labios más rojos de lo normal.

-Mira no sé quién te dio permiso para besarme pero espero que no lo hagas más, al menos sin mi consentimiento.

Si, acabo de enterrarme viva, cómo le suelto eso cuando no se me han ido los mareos que me provocaron su beso.

La música seguía escuchándose de fondo.

-Tú lo que tienes que hacer es acabar de admitir que te sientes atraída por mí. Al contrario de ti yo no lo escondo, ya te dije que me gusta pelear contigo. La verdad debo admitir que me gustan las chicas así, siempre me han gustado pero de todas tu eres con la que más lo he disfrutado.

Se acercó a mí para susurrarme en el oído.

-Déjate ir, yo sé que lo quieres.

Me separe un poco de el para poder contestarle.

-Eres un arrogante y un engreído. Lo que tengo ganas es de darte una patada ahí abajo ahora mismo.

-No, tú lo que quieres es acariciarme ahí abajo.

La sangre caliente me subió a la cabeza, sabía que lo estaba diciendo solo para cabrearme pero demonios quién se ha creído. Tenía la necesidad de replicarle, no podía evitar caer en su juego.

-Ya quisieras tú que yo hiciera eso. Además el beso no fue para tanto me los han dado mejores. Digamos que siempre me han gustado los profesionales y no chiquillos hormonales recién salidos de preparatoria.

Un leve tic en su ojo fue el único gesto que me permití observar de él antes de darme la vuelta, tenía que alejarme, ir a algún lugar donde podía tomar aire. En mimarcha mire de reojo hacia donde estaba el grupo de chicos y pude ver bailar a Amy con el amigo de, ya no me apetecía llamarlo Mr. Pasa, pero no sabía su nombre, debí habérselo preguntado antes.

Da igual, no quiero saber de él.

Me dirigí al baño, a que otro lugar podía ir. Afortunadamente no había nadie, me acerque al lavamanos y rocié un poco de agua en mi cuello para refrescarme.

Estaba concentrada en respirar y relajarme hasta que sentí un tirón a la puerta que no llego a chocar contra la pared. Rizos la sostuvo y cerró tras él, desde adentro. Su rostro volvía a estar fruncido. ¿Qué pretende este ahora?

Un encuentro accidentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora