Capítulo 9

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La neblina de placer que se había instalado frente a mis ojos no me permitía tener conciencia del tiempo que estuvimos besándonos o más bien comiéndonos la boca el uno al otro.

Jason giro el rostro y comenzó a besarme justo debajo de mi oreja
mientras su mano me aferraba aún más a él. Cuando comencé a sentir que toda mi piel se erizaba de placer el muy maldito se detuvo y si no fuera porque me costó varios segundos recomponerme le hubiera asestado un manotazo en su cara por haberse detenido.

Estaba segura que lo había hecho a propósito.

Alcé la mirada para verlo y se adelantó a darme un pequeño y rápido beso sobre mis labios.

-Tienes cinco segundos para salir por esa puerta, si no lo haces quedaras a mi merced y créeme no pienso detenerme.

¡A su merced! pero quién se cree,bufe. Ya iba a ver.

Sin responderle lo empuje dentro de un cubículo del baño y cayo sentado en el váter.

-No sé qué piensas…Sus palabras quedaron ahogadas en su garganta cuando me agache, abrí la cremallera de sus pantalones y deslice mis manos suavemente por el bulto en su entrepierna. Hecho la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y un
gemido bajo escapo de sus labios.

No puedo mentir, eso me éxito tanto que tendría esa imagen para siempre en mi mente, sobre todo la forma en que mordió sus labios.

Volvimos a mirarnos pero no dijimos nada, se habían acabado los juegos por el momento. Intento tomarme de la mano para atraerme junto a él pero en un movimiento brusco baje su boxer exponiendo su miembro.

-Claudia.

-Sshh. Lo silencie.

Deslice mis manos por sus muslos aun enfundados en su pantalón negro y me acerque un poco más a él. Solo había intentado hacerlo una vez con un chico pero después de varios segundos me había arrepentido.

Con Jason quería hacerlo, quería probar cómo sabia y volverlo loco, demostrarle quién iba a tener el mando.

Agarre su erección con mi mano derecha y deslice de abajo hacia arriba aplicando presión.

Solo una vez. Disfrute al ver que se agarraba a los bordes del váter y contenía la respiración. Una gota de líquido pre seminal broto de su glande.

-¡Ooh!, Dios. Exclamó cuando introduje la punta en mi boca y succione.

Comencé a seguir un ritmo lento pero constante, con una mano agarro una porción de mi cabello dirigiendo mis movimientos. Escuchaba sus gemidos de placer cada vez más fuertes y eso me instaba a seguir y no detenerme.

Levante la cabeza para mirarlo, sus ojos estaban cerrados y mordía tan fuerte sus labios que supe se haría daño. Sonreí. Lo haría correrse tan fuerte que tardaría toda la noche para
recomponerse.

-Claudia por favor. Me dijo aun sosteniendo mi cabello mientras yo seguía chupando. -No quiero… espera.

Aplicó más presión hasta que me obligo a detenerme por completo. Me alzo hasta sentarme sobre sus muslos, ambos respirando agitadamente.

-No quiero venirme en tu boca. Dijo con la respiración entrecortada.

-No pensaba dejarte hacerlo. Mentí para molestarlo.

Me observo fijamente por unos segundos. Nuestros rostros a centímetros de tocarse.

-Estoy casi seguro que pensabas dejarme tirado y con las ganas en el último minuto. Alzó una ceja enfadado.

-Lo has dicho tú. Intente incorporarme pero me lo impidió agarrando mi cintura fuertemente pero sin hacerme daño.

-Yo también me sé este juego y pienso demostrarte que lo puedo ganar también.

Torció sus labios en una sonrisa seductora. El brillo en su mirada me hizo preguntarme qué pensaba hacer. Sentí un golpe en el estómago al darme cuenta que lo deseaba.

Me acomodó sobre sus piernas sin importarle mi reticencia hasta que mi espalda chocó contra la de él, podía sentir su erección presionando contra mi trasero. Se detuvo durante un tiempo, hasta que nuestras respiraciones se acompasaron y todo
estuvo en silencio.

Estaba expectante.

Sentí su aliento en mi cuello y toda mi piel se erizó, sus manos comenzaron a
ascender desde mis caderas llevando con ellas el dobladillo de mi vestido.

Fue dejando pequeños besos en mi cuello trazando un camino por mi espalda de un lado a otro. Cuando el vestido estuvo lo suficientemente alzado para mostrar mis bragas
se detuvo y sus manos pasaron a introducirse dentro de este hasta sostener mis senos por debajo del sujetador.

Exhale al sentir la caricia y mi cabeza automáticamente fue hacia atrás. Masajeó mis senos un buen rato sin dejar de besarme en ese punto debajo de la oreja, se detuvo cuando mis pezones estaban lo bastante duros e inhiestos para su gusto.

La caricia lenta hasta mis bragas me hizo prepararme para lo que iba a ocurrir, baje la vista justo a tiempo para ver como introducía una mano y presionaba sobre mi clítoris. Comenzó a masajearlosuavemente mientras los gemidos que salían de mi boca se escuchaban cada vez más altos.

No quise pensar en sentir vergüenza en ese momento, solo disfrutar de la
sensación, su cuerpo contra el mío, su perfume mezclado con su sudor embotando mis sentidos. Un dedo se introdujo en mí y no pude evitar alzarme de su regazo y sostenerme a sus brazos. Lo introdujo varias veces hasta que lo retiró justo cuando
comenzaba a acostumbrarme a su embestida. De mis labios salió un leve gemido de protesta y escuche su risa en mi oído.

-Te estas divirtiendo eh. Quie…quieres hacerme lo mismo. Dije con el aliento
entrecortado.

-No. Presionó un beso en mi cuello sin dejar de mover sus manos. Yo pienso
dejarte terminar. Introdujo dos de sus dedos bombeando en una cadencia excitante.

-Para luego volver a empezar una, y otra, y otra vez. Acompañó sus palabras con fuertes embestida en mi interior.

Comencé a gemir fuertemente casi sin pretenderlo, sin querer dejarme llevar.

-Eso es Claudia, déjate ir. Cuando este dentro de ti será aún mejor.

El latigazo de placer subió desde mis pies hasta la cabeza. Jason me sostuvo contra el cuándo los espasmos amenazaron con dejarme caer. Me costó recomponerme,una extraña sensación de satisfacción y excitación recorría mi cuerpo.

Sentía que faltaba algo pero no me dio tiempo a preguntarme que era, todavía recuperándome del clímax Jason me alzo en sus brazos y salió del cubículo hasta dejarme sentada sobre la amplia repisa del lavamanos.

Se colocó entre mis piernas temblorosas enroscándolas en su cadera. Me sonrió y juro que su sonrisa toco algo en mi interior.

Demonios había dejado de ser yo misma, no podía encontrar nada para decirle.

-No tienes que decir nada. Dijo, esta vez con una sonrisa dulce en los labios. -Sé que te mueres por replicar algo, pero cuando entre aquí estuvimos dispuestos a una tregua y ya te perdone por lo anterior sino no hubiese pensado en continuar.

Un encuentro accidentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora