Capítulo 8

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- Ahora qué, te cambiaste de bando y quieres orinar en el baño de las chicas. Tanto te afectó que no me gustara el beso. Me cruce de brazos, volvía a estar nerviosa con él.

Estaba tranquilo aunque serio, se acercó a mí a paso lento y tuve que hacer un esfuerzo para no moverme del lugar.

-Cerraste la puerta, si alguien quiere entrar y no puede llamaran a seguridad. Se encogió de hombros.

-No lo creo di la orden de que nadie entrara y coloque un cartel de cerrado en la puerta.

-¿Cómo? Estaba alucinando. Suspiró cansado.

-El club es mío. Más bien será mío, por ahora lo atiende mi padre.

-¿Qué? Pero tú hablas inglés, qué no venias de Estados Unidos.

-Sí, soy estadounidense pero vivo entre Alemania y Estados Unidos desde niño, mi padre trabaja aquí pero toda mi familia vive allá.

Lo observe, en realidad no sabía nada de él.

-Tregua. Dijo extendiéndome la mano con una sonrisa que marcaba sus hoyuelos.

-Tregua. Conteste tomando su mano. Estrecho la mía suavemente pero no la soltó.

-No te he preguntado tu nombre. Le dije un poco avergonzada.

-Ok. Empecemos por eso. Sonrió.

-Jason Drake. Un placer conocerte, supongo que Claudia no.

-Claudia Allen.

-Bien Claudia responde mi pregunta. Me dijo intentando sonar interesado.-Dices que no te gustó mi beso entonces, por qué gemiste cuando acaricie tus labios. Su voz sonó ronca y seductora.

Definitivamente este no era el mismo chico que había conocido en el aeropuerto.

-Que...La saliva se atragantó en mi garganta.

-Debería de mostrarte otra vez, quizás cambies de opinión.

Me tomó por la cintura fuertemente y estampo sus labios sobre los míos. No me quedo más remedio que corresponderle. La presión que ejercía sobre ellos era abrasadora y sensual. Cuando un gemido traicionero escapo de mi garganta una vezmás sonrió y movió su mano lentamente desde mi cadera hasta el costado de un pecho deteniéndose un poco para luego volver a bajar.

Sin querer pensar en más inhibiciones rodee su cuello con mis brazos atrayéndolo más cerca de mí y hundímis manos entre sus rizos. Tan suaves que me hicieron desprender otro gemido,este más ronco que el anterior.

Un encuentro accidentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora