Capítulo 2

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-Por última vez Amy ya te he dicho que tienes prohibido hablarme del tema al
menos hasta que aterricemos en Múnich. Se supone que tenemos que cuidarnos las espaldas una a la otra, no dejar que aterricemos en el suelo en pleno aeropuerto en frente de chicos lindos.

-¡Aja! así que lindos, te conozco Claudia te hiciste la dura pero te quedaste
pasmada con el de los rizos.

Dijo torciendo los labios, gesto que hace cuando sabe que tiene razón. Lo odio.

-¡Pasmada yo! por Dios qué dices y menos con alguien como él. ¡Es que no has visto Amy!, no tiene nada de lindo, su nariz es muy respingona como si estuviera oliendo pestes en todos lados y el ceño lo tiene más fruncido que una pasa

Amy y yo caminábamos por el pasillo del avión buscando nuestros asientos,
desafortunadamente no íbamos a sentarnos juntas.

La presencia de alguien observándome muy cerca me hizo girar el rostro.

Hmm

¡What the fuck!

No, no puede ser.

El engendro con rizos estaba sentado en el asiento junto al mío y le había tocado la ventanilla.

No sé por qué supe que había escuchado lo que dije sobre él. Aunque bueno por su expresión era lo más probable.

-Bueno Clau ¡nos vemos en Múnich!

Se despidió Amy emocionada y sentándosevarias filas más adelante. Debía de imaginarme que me dejaría solo en esto.

Tragué saliva, no, espera, que la saliva no me pasó por la garganta.

Hice el intento de tragar en seco mientras desviaba la vista a todos lados y guardaba mi bolso en el compartimento encima de los asientos.

No pensaba sentarme pero una oxigenada azafata me paso por el lado y me ayudo a hacerlo hasta el punto de prácticamente ponerme el cinturón de seguridad cual niña pequeña.

Afortunadamente mi mirada
más dura de piérdete hizo efecto.

Seguía sin mirar a rizos, con la vista fija y contando los pelos de la nuca del señor del asiento del frente.

Iba por doscientos veinticinco cuando por fin habló.

-¿Así que una pasa eh?

Se cruzó de brazos y me miro.

-Sí, siento que te ha gustado demasiado.

Contuve la riza al ver su expresión
contrariada, es que era muy fácil molestarlo.

-Verás, el caso es que no acostumbro a encontrarme todos los días a locas
despatarradas en el suelo. Muy bonita vista tenías por cierto.

Hizo una floritura con la mano izquierda mientras hablaba.

-No acostumbro a que me sucedan esas cosas pero tengo que darte la razón, no
estoy nada mal.

Pase mi mano por el costado desde mi cintura hasta la cadera, su mirada siguió el mismo recorrido de mi mano.

-Te recuerdo que no me hubiese visto
en esa situación de no ser por tu culpa.

Su riza me hizo cosquillas en el oído y estuve a tiempo de evitar irle arriba cuando sus dos hoyuelos aparecieron.

-Ahora sacas las garras. Ya te dije que no pienso disculparme, fue culpa de todos
pero por alguna razón te molestas solo conmigo.

-No te creas tanto, Amy no tiene permitido hablar del tema hasta que lleguemos.

Un encuentro accidentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora