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—¿Como personas gritando?

—No, no —Darya negó con la cabeza mientras se debatía entre una ensalada de fruta y unos no tan coloridos como tentadores trocitos de coco—. Era como una criatura, algo que gruñía y chillaba. Y eso no es lo más loco de todo.

Xavier no se detuvo; pero la forma en que tensionó los músculos de la espalda pudo verse a través de su remera.

—¿Tuviste más sueños?

—Todo fue en el mismo sueño —corrigió Darya—. Pero, mientras todo en Oxford se prendía fuego, yo podía ver cosas a través de las llamas. Un paisaje, con montañas, hasta me pareció ver el mar. Como que el fuego reflejaba algo, o dibujaba algo. Suena rarísimo, ¿no?

—Solo un poco. Yo también he soñado con cosas así.

—¿Como qué?

—Ahora no recuerdo.

Xavier cruzó los brazos por delante del pecho mientras esperaban para pagar. El M&S era su lugar habitual para comprar el desayuno cuando no tenían dinero para ir a una cafetería, y sobre todo porque Darya nunca tenía ganas de prepararse el desayuno en casa. Una señora delante de ellos contaba peniques para entregarle a la cajera.

—¿Por qué no pasamos por la caja automática? —susurró Darya mientras se mecía sobre sus pies.

—No me gustan esas máquinas —Xavier no tuvo el recaudo de hablar en voz baja—. No las entiendo.

Parecía pensativo desde que Darya le había relatado su sueño, quizá hasta preocupado. Pero no dijo una palabra más mientras pagaba las cosas de los dos —apartando a Darya con muy poco esfuerzo cuando intentó darle dinero— y se dirigía hacia la puerta del supermercado. Darya se apuró para poder seguirle el paso a sus piernas largas.

—Hey —abrió el paraguas—. Xavier, frena. ¿Qué te pasa? Sigo pensando que estás raro.

Su amigo se limitó a abrir el paquete de galletas saladas que había elegido y llenarse la boca con ellas. A paso rápido, ya estaban muy cerca de la escuela.

—Muy bien —Darya entendió que no iba a recibir explicaciones, por lo menos en ese momento—. Estaba pensando en usar mi sueño como parte de una novela, o un cuento. Me gusta la idea de que el fuego te lleve a otro lugar. ¿No es original?

Xavier le puso una mano en el pecho para frenarla y evitar que cruzara la calle sin mirar.

—Creo que ya lo he visto en otro lado —dejó escapar una sonrisa ladina—. Aunque no recuerdo dónde.

Cuando llegaron a la puerta de la escuela, un grupo de estudiantes se había reunido en la entrada. Cuchicheaban, emocionados por alguna cosa, mientras la recepcionista alternaba la mirada entre la calle y unos papeles que traía en un desordenado portablock.

—Georgia —Xavier se dirigió a la profesora—, ¿qué estamos esperando?

Ella miró al resto de los alumnos y a continuó hablando, ignorando la pregunta. Parecía abrumada y un poco de mal humor.

—Si lo ven, tráiganlo a recepción —bufó—. Odio cuando no están bien los papeles. ¿Qué tan difícil es llenar un formulario...?

Siguió quejándose mientras entraba al edificio e instaba a los estudiantes a entrar con ella. Quien sea que estuviera viniendo, llegaba tarde.

—Hey —una chica que vestía hijab se acercó a Darya—. Parece que viene un alumno nuevo.

—¡Salmah! —Darya saludó a su amiga; llevaba varios días sin verla—. ¿Cómo? ¿A esta altura del año?

Reino de huesos de dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora