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Recuerdo el día siguiente a su cumpleaños, cuando mi madre quedó conmigo y me explicó que requerías una operación urgente. Y ese día, las lágrimas me supieron mucho más amargas que todas las lágrimas que había derramado en mi vida.

Recuerdo el día de la operación. No permití que nadie me tocase un pelo, me encerré en la habitación y esperé.

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