Lion

35 5 0
                                    

Desde la mansión, Lion no podía dejar de pensar en la conversación que tuvo con su abuelo. En su cabeza quería revivir la imagen de aquella chica, pero ese rostro no lograba formarse. Miraba a través de la ventana el bosque nevado, la luz de la luna reflejaba sobre el lago. Quería salir de allí, pero sentía la necesidad de ser más fuerte que sus impulsos. Su mirada bajó hacia el estacionamiento de la entrada. Había algo que no estaba en su lugar, y quería averiguar que era. Bajó las escaleras en dirección a la sala, donde todos estaban reunidos.

- ¿Alguien sabe donde esta la camioneta? - La mayoría estaba concentrado en un videojuego de fútbol.

- ¿Cuál camioneta?

- La de los licántropos.

- Esta en la entrada.

- No, no esta ahí. - Nadie le prestaba atención. Ni quisiera las mujeres, que solo miraban sus teléfonos.

- No sé, debe estar por ahí.

Un poco enojado, salió a la entrada. Caminó entre los vehículos, pero ninguno era el que habían secuestrado. Entró de nuevo a la mansión. Miró a cada persona en el lugar, para averiguar quien era el que faltaba. Casi pierde los estribos cuando notó la ausencia de alguien importante. Trató de no perder la calma, quizás estaba en otra parte de la casa. Buscó por todos los rincones antes de volver de nuevo a la sala.

- ¿Dónde esta Nathaniel? - Preguntó, casi a los gritos.

- Se fue con su amiga. - Le respondió Erika, sin despegar los ojos del celular.

- ¿Amiga? No sabía que Nathaniel tuviera la facilidad de tener más de una mujer cerca de él. - Se burló, Estefani, que estaba revisando ropa de unas cajas que habían llegado.

- Fue a protegerla. - Continuó la conversación, Erika con Lion. - Sabe que cual es el plan que sigue.

- ¿Cuál plan? - Erika lo miró.

- Sabes que esta aquí. Él no quiere que regrese.

- ¿De qué hablas? - Los únicos que prestaban atención a la conversación eran ellos dos, de nuevo.

- Lion, ella volvió.

- Ella no lo es.

- Tienes razón, ella no volvió, y no volverá jamás, pero su alma, si.

- Erika... Ella no es...

- No te culpo por no creerme, Lion. Pero su alma esta en esa chica. Su aura lo grita.

Erika era clarividente, medium y psíquica, antes de convertirse en vampiro. Por este motivo, había sido juzgada por su familia y la gente del pueblo como bruja. La esposa de Lion, la ayudó a escapar, es por eso que le estaba eternamente agradecida a su amiga. Desde que fue convertida, pudo ser ella misma sin sentirse culpable. Es por eso que no solo su esposo estaba dolido por su muerte, si no que, ese dolor se esparció por cada uno de ellos. Pero gracias a los dones de Erika como meduim, el alma de la esposa de Lion no se había ido del todo. De vez en cuando podían comunicarse con su amiga y amada, aunque no era lo mismo, pero eso lograba adormecer el dolor de Lion. Hasta que, a finales del siglo XX, ya no lo podía hacer más, por eso él comenzó a desesperarse y tratar de buscarla por todos lados. Sentía que la había perdido por segunda vez.

Puede que Lion este rodeado de muchas personas, pero desde la muerte de su esposa, se sentía siempre solo. La última vez que vivió algo así, fue antes de conocerla. Él era huérfano desde los diez años. Sus padres habían muerto a causa de una peste. Eso lo dejó con una casa enorme, y una fortuna que no sabía manejar. Pero con la ayuda de sus sirvientes, él logró sobrevivir por unos años más en ese lugar, hasta que le vendió la propiedad a un anciano, el cual tenía una nieta, también huérfana. Después de eso, se mudó al pueblo, dónde invirtió su dinero en algunos negocios. Gracias a esa fortuna, era un soltero codiciado. Muchas mujeres llamaban su atención, pero no era capaz de llegar a concretar algo con alguna. Pero eso cambió, cuando la dulce nieta del anciano apareció una noche cerca de uno de sus negocios. Era mal visto que una mujer anduviera sola de noche por aquellas calles, pero todos conocían la reputación de ella y de su abuelo. Ambos eran muy respetados en aquel lugar, y si alguien se le ocurría tocarla, esa persona desaparecía del mapa. No había pruebas de que su abuelo los hiciera desaparecer, pero esas personas no volvían a ser vistas.

Entre garras y colmillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora