Capítulo 8

7 3 0
                                    

R:  De eso se trata la vida: de decepciones de las que aprendes. 
Me he dado cuenta de que la vida es un reto... Todo duele. 

Todo te lastima, todo termina, acaba y te destruye, pero depende de ti sanar, poner de tu parte para hacerlo. Es de valientes aceptar que nada es eterno, y fue como lo hice yo aquella noche en un baño mientras trataba de controlar los temblores de mi cuerpo. 

— Respira —apenas lo dije porque estaba roto y sabía el motivo de otra decepción. 

Me dolía y lo hacía de manera aterradora; trataba de entender la estupidez humana: creemos que todo es eterno. 

—Nada es para siempre; tarde o temprano todo se acaba — sollozé mientras con una mano trataba de acallar los gritos que amenazaban con salir de mi garganta.—  Tienes que aprender que todos son pasajeros y que llegan a tu vida con la intención de dejarte una enseñanza. 

Pero me dolía. Joder, sí que lo hacía. 

Prometió quedarse y no abandonarme, pero se fue y lo hizo tan rápido como llegó... Dijo que me quería y es jodido que yo me haya tragado sus palabras y creído sus mentiras. Tarde o temprano se iría y fue más temprano de lo que me sentía preparado para poder acostumbrarme a su ausencia. Pero era mejor que se fuera, ¿verdad? 
¿Quién está preparado para dejar ir algo que tú sí querías en tu vida? 
La respuesta era obvia: Nadie. 

¿Por qué lo digo? Porque aunque digamos que no, nos puede doler tanto; nos duele y eso puede llevar a que te llenes de inseguridades y que dejes de confiar en los demás... Por miedo a ser lastimado y nuevamente decepcionado. 

Construimos miles de fantasías y también creemos que es la persona correcta... Ideamos un futuro con personas que ni siquiera se imaginan un mañana a nuestro lado. Somos conscientes de que se irán, pero aun así somos capaces de imaginar un mundo a su lado... Y al final terminamos lastimados y con ganas de no haber conocido a esa persona. 
Pero es inevitable; la vida tenía un propósito al hacer que coincidiera en nuestra vida... Porque debíamos aprender, y eso es doloroso pero tan jodido que, aunque sea jodido, todos necesitamos eso: un aprendizaje de esa persona. Aunque nos dejen rotos o en mil pedazos, sabemos que tenía que pasar, porque es así como la vida nos prepara para un futuro o eso creo. 
Yo en estos momentos estoy sentado en un baño tratando de respirar porque me asfixia el dolor... Me duele sentir y me duele verme con los ojos rojos por el llanto. Trato de acallar los sollozos y gritos, pero sé que necesito sacarlo todo: un grito de liberación; todos necesitamos gritar mientras lloramos porque ese grito puede ser la voz rota de nuestras almas diciendo y reiterando que realmente estamos rotos.

Pero a veces creemos que callarnos esos gritos de liberación nos harán bien. No: porque todos necesitamos liberar ese dolor por medio de gritos o incluso llanto sin contener sollozos o gritos. Todos lo necesitamos. 
Necesitamos un respiro y paz mental... Llegar a ese momento donde te amas y aprendes que no necesitas a nadie para ser feliz, pero aun así las decepciones no acaban. Siempre habrá una que otra vez en la que cada vez que pase tu corazón se congele más.

El mío aún estaba cálido, pero ya tenía pequeñas escarchas y sabía que cada vez me volvía menos confiada y más fría. Lo entendí aquella vez que vi a mi madre llorando y yo solo quería lanzarme a sus brazos y decirle lo que me pasaba... Pero era suficiente verla llorar así, así que tomé un poco de aire, me tragué el nudo en la garganta y fui hacia ella... La vi llorar pero no hice nada porque no tenía manera y no sabía cómo consolarla; solo la abracé y sentí cómo se rompía. Sentí cómo ella se desarmó en mis brazos mientras yo estaba igual o peor de rota que ella, pero en ese momento no importaba yo o eso creía; vi en sus ojos la espera de palabras alentadoras de mi parte. Quizás siempre fui a levantarla y secar sus lágrimas mientras le decía palabras que le sacaban una sonrisa, pero esta vez solo acaricié su espalda mientras respiraba profundamente sin poder decir alguna palabra... Entonces me di cuenta: ¿Esa no era yo? No solo era una joven que se tragó tantas veces su dolor para consolar a los demás; esta vez no pude hacerlo porque ella se había vuelto más fría y más reservada; a esto le sumaba el hecho de contener las lágrimas que no podían salir en ese momento. Lo único que hice fue levantarme palmeándole la espalda a mi madre y salir al patio donde mirando las estrellas busqué mi propia voz; esta apareció normal pero sabía que no hablaba con la misma emoción; mis lágrimas ya no querían salir y la peor sensación del dolor era el silencio: tu cuerpo pide a gritos lágrimas o algún movimiento para poder sacar todo ese dolor pero no podía; no podía llorar o simplemente dejar caer las lágrimas, y era mucho más doloroso que llorar o gritar porque mi silencio dolía e lo hacía de una manera horrible; sabía que estaría así por varias horas buscando drenar ese dolor pero no... Yo solo miraba las estrellas con ese dolor agridulce en el pecho sin una sola gota de lágrimas en mis ojos murmuré lentamente:

—Es mejor llorar que tener este dolor en el pecho y no poder drenarlo —Una respiración profunda salió de mí — Es una condena sentir esto.

Mis ojos eran dos esferas brillando por el dolor porque aunque yo estaba sonriendo en ese momento, me di cuenta de que mis ojos delataban el dolor en mi pecho y quizás esto sea más doloroso que antes.

Uno...

Dos...

Tres...

Cuatro...

Cinco...

Seis...

Siente...

Ocho...

Nueve...

Diez...

Me pellizqué buscando mi dolor o alguna reacción por mi parte; solo conseguí silencio y pequeños rojitos en mi piel pero no había lágrimas; era muy difícil conseguirlas porque sabía que estaba más allá lastimada.

Amarte es lindo... Pero eso se rompe cuando permites que alguien dañino entre a tu vida; yo me amo pero dejé entrar a alguien dañino a mi vida y me dejó desconfianza.

Notitas:

Esto fue muy personal; construir tu estabilidad y paz mental cuesta; cuesta sanar, amarte, valorarte y quererte con todos tus defectos o virtudes... Lleva tiempo, sobre todo es un proceso doloroso aceptarse y amarse, pero lo increíble es que dejamos entrar personas a nuestra vida quienes pueden derrumbar ese muro de estabilidad, amor propio y paz mental en un instante; un solo instante donde vuelven: inseguridades, desconfianza, ataques de ansiedad, pánico y problemas contigo mismo.

Soy fiel creyente de que todos merecemos segundas oportunidades o el beneficio de la duda; a veces es muy masoquista dar esa oportunidad esperando un cambio por parte del otro, pero sabemos que todos cometemos errores; podemos equivocarnos... Pero darnos cuenta deque ese simple error lleva a derrumbar absolutamente todo el esfuerzo sanador nos tomó hacerme creer queno nadie merece segundas oportunidades si no van a valorarlas; mucho menos si piensan hacer lo mismo destrozando todo nuestro esfuerzo. Y por eso creí en esa persona: creí queno volvería a irse queno me lastimaría o derrumbaría todo loque construí entre tanto sufrimiento  y no dudó en hacerlo; no dependía del él sino de mí y yo solo creí quese merecía esa oportunidad y queno estaba preparada para verlo marcharse; pues no fue así: dejó un montón de desconfianzaen mí; no inseguridades pero sí desconfianza rompió esa parte quetenía la confianza cuesta construirla y es horrible quese destruyaenun instante.De ahí vieneque aveces creo quen todos merecemos segundas oportunidadespero también creo quen no,en realidad no si te destruirá y hará una bola depapelcon tu paz mentalpor eso te aconsejo quesiempre te pongas primero.

Como digo siempre: ámate, valórate, quiérete ,acéptate  y sobre todo aprende quetu primero luego el resto.

¡Hola! 
Nos leemos pronto.

Metanoia [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora