Cocodrile "Rey del desierto"

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En la Grand Line, en cierta ciudad, se encontraba un hombre de piel bronceada y cabeza rapada, frente a él, estaba un hombre que a simple vista reflejaba terror en los ciudadanos, lo que más se le podía caracterizar era una cicatriz que estaba en su rostro, larga y horizontal que se extiende a través de su cara cruzando el puente de la nariz y en la parte de su mano izquierda se encontraba un gran garfio bañado en oro, que sustituye su mano misma

-¿entonces la vamos a ir a buscar?-el moreno, llamado Daz le preguntaba a su jefe

-es la única que ha podido escapar antes de que los marines la capturaran en Arabasta, además nos serviría por su gran astucia y sus habilidades en el combate-se incorporó para ponerse de pie y exhalo el humo, producto de su puro-a comparación de Nico Robin, a ella no se le puede considerar como una simple herramienta, ella lo vale más que eso-una siniestra sonrisa apareció en su rostro

-...-optó por mantenerse en silencio, él sabía de lo que era capaz esa mujer, por suerte ella no le ha dejado marcado con cicatrices pero en algunas ocasiones, su vida corría peligro cuando estaba cerca de ella, y ahora considerando que su jefe la iba a buscar, no tenía más opción que aceptarlo

-¿vendrás conmigo?

-por supuesto-en ningún momento hubo duda en su contestación

Ya había pasado una semana media, los dos hombres ahora se encontraba en una isla, un poco más pequeña y menos habitada, al parecer no se encontraba en buenas condiciones económicas ni poseían buenos productos para hacer negocios, es más solo habían como dos tiendas, recalcando que no tenían buenos productos de comercio

-conque te encuentras aquí, maldita mocosa-tan solo con ver al hombre que ha ingresado a la isla, los pocos ciudadanos que aún habitaban hay se escondieron en sus hogares

-se ha estado refugiando muy bien, esta isla está casi desintegrándose del mapa, y los marines ya no reconocen esta isla debido a su escasez-Daz miró a sus alrededores sin ningún tipo de expresión

-ella no es alguien que le gusta refugiarse, debe estar entrenando como siempre

Siguieron de largo hasta adentrarse a una zona un poco más oscura y sombría, lo sorprendente de todo esto es que aún era de día, pero estando en ese lugar demostraba todo lo contrario. Una espesa neblina los rodeó a ambos, sin tomarle importancia siguieron de largo, hasta que comenzaron a tomarle fastidio al ambiente

Daz convirtió sus brazos en unas filosas cuchillas y con un movimiento hizo disipar la neblina que se encontraba en el ambiente, dejándolo despejado, aunque aún se mantenía oscuro

Un poco más en el fondo del lugar se encontraba una mujer, de estatura un poco mediana, su cabello largo estaba recogido por una coleta alta con algunos mechones sueltos, resaltando su fino rostro que no mantenía ninguna expresión, mantenía una ropa ligera, pantalones cortos y una blusa sin mangas y dejando a la vista su delgado y curvilínea cintura, en su hombro izquierdo se podía apreciar un tatuaje trivial que ocupaba toda esa zona hasta llegar al inicio de su codo

Su respiración estaba agitada, manchas de sangre impregnada tanto en el rostro como en su cuerpo. A su alrededor habían cinco personas, pero lucían un poco extrañas, a simple vista, se veían fuertes e intimidatorias. Lo extraño de esto que esas personas tenían sus ojos completamente en blanco, no tenían sus pupilas ni la iris de sus ojos, se veía como si fueran personas muertas

Se volvió a colocar en posición de pelea, mantenía en una de sus manos una gran espada, ganándole en estatura a la chica, sus filos estaban peligrosamente puntiagudos, cualquier tipo de contacto los despedazaba sin ninguna piedad

Comenzó nuevamente a pelear con esos individuos, algunos rasguños recibía de los contrarios y el impacto de su espada destrozaba fácilmente a sus oponentes. Otra vez ya había acabado, ya era la décima vez en el día que luchaba

Deseos de One piece (One-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora