Capítulo catorce

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AMENAZA

Suelto el papel tras leer la amenaza tan clara del chico de ojos violetas, estoy a punto de gritar pero me contengo. Lo leo varias veces pero nada me da una pista de cuándo va a volver a aparecer. Así que no estaba loca y la mala sensación era esta amenaza.

Cuando por fin comprendo la gravedad del asunto grito para que todos vengan y se enteren de lo que acabo de ver. Apenas abro la boca ya encuentro a Tres adelante mío con cara de preocupado mirándome con los ojos abiertos.

-¿Qué pasó, Julieta?

-Espera a que vengan los demás, es muy importante- Asiente y se queda callado esperando que los otros entren. Tras unos segundos aparecen Seis, Lucho y Tomás agitados por haber venido corriendo hasta mi habitación.

-¿Por qué gritaste? ¿Qué pasó?- Pregunta Lucho todavía agitado.

-Miren- Les enseño el papel violeta donde estaba la amenazada del chico de los ojos tan particulares.

Lucho, Tomás, Seis y Tres leen el papel y cada uno pone una cara distinta. Lucho abre los ojos y parece preocupado. Tomás frunce el ceño y pone cara de confundido. Seis se queda seria y Tres apreta los dientes mirando por un segundo para otro lado.

A pesar de sus diferentes reacciones todos después de leerlo me miraron a mí. No sabía que decir, no tenía idea de lo que quería este chico ni porque la tiene conmigo.

-¿Qué hacemos ahora?- Pregunta al aire Tomás.

-Nada, si pudo entrar y ninguno se dio cuenta lo único que podemos hacer es esperar a que aparezca y nos diga lo que quiere- Dice Seis.

Me tiro arriba del sillón esperando que Lucho termine de cocinar la comida, no se me da bien hacerlo a mí pero siempre lo intento. Hoy no es el caso. Estoy aturdida por lo del mensaje de no sabemos quién. También los cinco tenemos que hablar de un tema muy importante, mis padres.

Mis papás tendrían que estar volviendo ya mañana por la mañana. Así que, tenemos que saber cómo cuidarnos sin que ellos se enteren nada.

-Ya está lista la comida- Grita Lucho para que todos escuchemos. Nos acercamos y nos sentamos en la mesa.

Comemos todos en silencio, cada uno metido en sus pensamientos. Acordamos que después de comer íbamos a arreglar que hacer mañana. Yo no estoy muy hambrienta, seguro por la clara amenaza, así que no comí mucho la comida.

Todos nos levantamos de la mesa a dejar los platos en el lavadero y nos dirigimos hacia la sala de estar de la casa. Cada uno se sienta en un sillón o en un lugar del sillón grande que hay allí.

-Entonces. ¿Qué hacemos?- Digo con una mueca, yo no tenía idea de cómo reaccionar.

-Supongo que debemos irnos todos menos Luciano y Julieta, claro. Seis y yo vamos a buscar un lugar donde estar. Si vas a salir, Julieta, avísanos así alguno te acompaña. No sabemos cuándo puede venir esta persona. Tomás va a volver a su casa y puede venir a visitarlos como siempre- Dice Tres y suelto un suspiro de alivio porque se le ocurrió algo- ¿Les parece?

Todos asentimos con la cabeza y se dirigen los demás a sus habitaciones, menos Tres y yo. Él porque duerme acá y yo porque quiero hablar con él. Cuando se enteró de lo de la amenaza siento que se llenó de culpa por no darse cuenta antes de esto y evitar que entrara, eso es lo que le quiero aclarar.

-Tres, ¿Podemos hablar?

-¿Qué pasó?- Me pregunta confuso y a la vez preocupado.

-Te quería decir que no tuviste la culpa de nada, vos estabas conmigo en otro lado. Nunca te podías a ver dado cuenta de que alguien puso ese papel en mi habitación- A medida que digo esto me voy acercando paso a paso hacía él, el me mira confundido no solo por mis palabras, también por mi repentino acercamiento.

-Es mi culpa, si me hubiera dado cuenta antes...- Se corta a sí mismo y aparta la mirada, yo me sigo acercando hasta que estoy muy cerca de él. Estiro un brazo y le toco el hombro bajando por el brazo a modo de acaricia, él sigue con la mirada apartada.

-No lo es, Tres. Todavía no pasó nada grave, estamos todos bien- Por fin me mira, no sé cómo descifrarla. Me acerco un poco más a él, noto como se tensa, como si no supiera que hacer. No puedo evitar pensar que él nunca había recibido un abrazo. Así que, opto por darle uno. Enredo mis brazos en su cuello y apoyo mi cabeza en su hombro. Él se queda estático, no responde el abrazo hasta después de unos segundos cuando rodea mi cintura con sus brazos. Nos quedamos así unos minutos, se siente tan bien.

Cuando decido romper el abrazo, no porque quiera si no porque no está acostumbrado, veo que me mira. Es una mirada que no puedo describir, sus ojos verdes tan llamativos. Únicos. Llenos de tanta emoción que nunca lo dejaron liberarla, aunque tenga esos poderes raros sigue siendo humano y sigue sintiendo. Aunque creo que nunca lo hizo y no sabe manejarlo. En sus ojos veo una mezcla de sentimientos. Nos seguimos mirando y decido tocarle la cara, él me deja y cierra los ojos, yo también lo hago.

De pronto, no siento más su cara. Desapareció.

Miro a mi alrededor, de nuevo estoy en el laboratorio. Más específicamente estoy en una habitación. Enfoco mis ojos y observo el lugar. Dos camas, un armario, una alfombra gris, las paredes blancas hospital y un par de juguetes. Era una habitación sin iluminación natural. Cuando termino de observar el lugar tan deprimente aparecen de la nada dos nenes de alrededor de dos o tres años de edad. Mejor dicho una nena y un nene.

Los nenes hablaban, pero yo no los entendía. Se me hacían conocidos pero siendo tan chicos no me podía dar cuenta. Hablaban raro, no sabría cómo describirlo. Veo que esos nenes dejan de hablar y se abrazan, los dos lloran y se dan un beso en el cachete. De repente cambia la escena y veo al mismo nene solo en la habitación, no había más juguetes ni nadie con él. Parece que la nena se fue y el no tuvo la misma suerte supongo.

Es muy triste ver la escena, el nene solo y llorando. De repente ya no estoy en la misma habitación con el nene, volví a mi casa y estoy acostada en el sillón como la última vez que me pasó lo mismo.

Me levanto y encuentro a Tres sentado al lado mío, apenas ve que me desperté me mira extraño. Acerca su mano a mi cachete y pasa su pulgar por debajo de mis ojos sacando una lagrima, no me había dado cuenta de que estaba llorando.

-¿Qué pasó?- Me pregunta preocupado.

-Tuve otra visión, pero no sé cómo explicarla- Le contesto todavía llorando y llena de angustia y tristeza. Él se acerca, medio dudando, pero de decide y me abraza dejando que me desahogue de todos esos sentimientos causados por la visión de los nenes.

Cuando me calmo, me separo de él y lo miro. Aunque lo conozca hace poco siento como si lo conociera de años, por su mirada sé que a él le pasa algo similar.

-¿Me querés contar?- Me pregunta pero no estoy lista para contarlo, no sé quién sea el nene ese. Tengo mis sospechas pero prefiero digerir la situación y después decir lo que pasó. Así que niego con la cabeza.

-No estoy lista- Él asiente y se queda sentado al lado mío- ¿Cuánto tiempo fue?

-No fue tanto, fue media hora. Nadie se dio cuenta, si hubiera sido más de una hora hubiera buscado ayuda de los demás.

-Bueno, mejor. Por favor no se los digas, todavía no estoy lista- Él asiente, sé que él no vio la visión como la primera vez y agradezco mucho que no me presione con decirlo. Ya era hora de descansar así que me acerco y le doy un beso en el cachete en modo de despedida y agradecimiento.

-Gracias, Tres. Gracias por todo- Le susurro alodio y lo dejo en el sillón. 

La tarde lluviosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora