Capítulo seis

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EL MÁS IDIOTA

-¿Querés algo?

-No, mamá.

-Hace dos días que no salís. ¿Qué te pasó? ¿Me querés contar?

-No me pasó nada. Andate, por favor.

Y se fue, estos últimos dos días no tuve ganas de hacer nada, estoy agotada. Entre Tres y Santiago me sacaron toda la energía. La verdad que no sé qué hacer, ni ganas de llorar tuve en estos dos días, solo cansancio.

Estuve pensando que podría ser Tres, parece como que estaba en un laboratorio. ¿Es un experimento? No lo sé, sé que todavía no me lo va a contar. Ya descarté cualquier idea mitológica, nunca vi ni leí ningún libro sobre esto.

También estuve pensando en Santiago, no sé qué hacer, tengo ganas de ir y aclarar las cosas. Fue un malentendido, se puede solucionar. Sí, voy a ir. Me levanto y me pongo una ropa de calle, me peino un poco que estoy toda despeinada y bajo.

-Llévense paraguas que hoy llueve, no puedo creer que saliste de ese cuarto- Bromea Papá.

- No tiene gracia, me voy- Y sin mirar atrás salgo por la puerta.

Caminé algunas cuadras y llegué a la casa de Santiago. Toqué timbre y me atendió Tomás.

-Hola, Juli. ¿Cómo estás?

-Bien, ¿Vos? Necesito ver a tu hermano.

-El problema es que el idiota de Santiago está con alguien. Semejante mujer tenía al lado y la pierde, los hombres son una mierda. Le decís algo y pum, te dan mil vueltas, les da miedo el compromiso, que sí que no. Harto me tienen- Me quedé en está con alguien. ¿Ya me reemplazó? Eso lo tengo que ver.

-Permiso.

-Está bien, cualquier cosa ya sabes dónde está mi habitación.

Fui directo hacia la habitación del tarado de Santiago, tantas veces que fui cuando era chica. Por fin estoy delante de la puerta, no toco, entro directamente. Lo primero que veo son dos personas, una chica y un chico, los reconozco obviamente. Son Santiago, claramente, y Olivia, una compañera de clase que vive sacándole el novio y novia a todos, por eso está sola. Me cae de mal. Estaban en una posición muy particular, pero solo se estaban besando.

-Y después yo soy la infiel- Los dos pegaron un respingo y me miraron.

-De vos no quiero saber nada- Responde el idiota enojada. ¡Enojado!

-Yo que quería aclararte que te confundiste pero la verdad esto me sacó todas las ganas.

- Julieta, yo ya sé que solo es tu amigo, pero me diste la excusa perfecta para dejarte.

-¿Y entonces?- Yo ya estaba un poco dolida por todo esto.

-Fuiste un reto, una apuesta. Me retaron a que tenía que salir con una amiga de la infancia y vos fuiste la elegida. No me gustaste ni ahora ni nunca, si no hubiera sido por ese reto no te hablaba nunca más en mi vida. Tampoco me pareces atractiva y solo vas a ser un mal recuerdo, si me disculpas estoy ocupado- Veo que Olivia se reía y que Santiago volvía a besarla. Se me rompió en corazón, y no por si me gustaba o no, si no, porque yo lo quería. Mi yo de trece años lo quería mucho y no solo como pareja, él era mi mejor amigo de la infancia y con esto me traicionó.

Me fui de ahí, de esa habitación dejando restos de mi corazón roto por lo que me dijo, necesitaba llorar. Lo primero que se me ocurrió fue ir a la habitación de Tomás, y eso hice.

Toco la puerta y me dicen que pase.

-¿Qué pasó, Julieta?- Me pregunta alarmado Tomás.

-T-tu hermano m-me dijo que e-era un ret-reto- Yo apenas lo vi ya me largue a llorar.

-Ese idiota. Veni Juli, olvídate de él. Si querés alguien para llorar o descargarte acá estoy-Tomás es un chico tan bueno. Fui directo a abrazarlo. Me agarré a él como si fuera lo último que tuviera en el mundo. Lloré y lloré. Lloré por todo lo que no lloré en el mes. Desde el no entender nada hasta las palabras del idiota. Me descargué con lágrimas, lágrima por lágrima era un poco de alivio, hasta que ya no me salía ninguna.

-¿Me querés contar?

-Está bien, es que se me juntaron muchas cosas. Entre las palabras de tu hermano y también otra cosa. ¿Te acordás el accidente?

-¿El de que se salvaron mágicamente?

-Sí, ese. Yo sé quién fue, y es muy loco. Tiene como poderes raros de tele transportación, desaparece y aparece. Vas a creer que estoy loca.

-No, Juli. Yo te creo- Y eso es todo lo que necesitaba para abrazarlo de nuevo, Lucho es tan afortunado de tenerlo como amigo. – ¿Me querés seguir contando?

-Sí, dale. Pero también le tengo que contar a alguien.

Agarro el celular y la llamo a Luciana, hace mil que no le informo nada.

-¿Hola?- Me responde después de unos segundos.

-¡Lu! ¿Estás haciendo algo?

-No. ¿Por qué?

-Necesito contarte algunas cosas sobre la sombra.

-Ay sí. ¿Dónde?

-En la cafetería de siempre a las cuatro, nos vemos.

-¡Chau!- Nos despedimos y cortamos la llamada al mismo tiempo.

-Bueno, vamos a tener que caminar- Comenta Tomás.

Salimos de la casa y caminamos hacia la cafetería.

-¿Te puedo contar algunos chistes?- Me pregunta entusiasmado Tomás.

-A ver- Casi salta de felicidad cuando le dije que si.

- Paciente: Doctor, me duele aquí.

Doctor: Pues póngase allí.

Paciente: Doctor, me sigue doliendo.

Doctor: Doliendo, deje de seguir al paciente.

Me miro expectante esperando que me ría.

-Estaba bueno. ¿Tenés otro?

-¡Claro que sí!

Cariño, hoy hacemos 20 años de casados, ¿por qué no matamos a un pavo?

¿Y qué culpa tiene el pavo? ¿Por qué no matamos a tu hermano, que fue el que nos presentó?

En ese me reí, es tan malo que da gracia.

-¡Te reíste! ¿Te cuento otro?

-Está bien- Y así siguió hasta que llegamos al lugar.

En la cafetería ya estaba Luciana sentada en una mesa con el celular.

-Hola, Lu- Nos sentamos con Tomás en la mesa con ella.

-Hola, Lu nada. Contame que pasó, y parece que él también quiere saber- Tomás asintió con la cabeza.

-Está bien. Los dos se quedaron en lo del accidente. Bueno lo que pasó fue que yo conecté neuronas y me di cuenta que la sombra aparecía cuando estaba en peligro, así que quise intentar de nuevo lo del auto pero no funcionó porque dobló en la esquina. Resignada me había ido a mi habitación y me encuentro a un chico. Ese chico me dijo que si intentaba hacer de nuevo eso a propósito no me iba a salvar, o sea, él era el que me salvó y la sombra. Con mi gran capacidad para sacar información pude saber su nombre, se llama Tres.

-¿Tres? ¿Cómo el número?

-Eso mismo pregunté yo, y me dijo que exactamente por eso. Descubrí que creo que algunos de sus poderes son tele transportación y convertirse en sombra, no sé más. Y también creo que estuvo en un laboratorio- Todavía no estaba lista para contar lo de las pesadillas y la visión. Luciana y Tomás se quedaron con la boca abierta, les iba a entrar una mosca.

Y dicho y hecho a Tomás le entró una mosca y empezó a toser. Cuando se recuperó pregunto algo que parece que querían preguntar los dos.

-¿Y sabes por qué está acá?

-No tengo la menor idea, y eso es lo que tenemos que averiguar.

La tarde lluviosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora