Marcela salió de la sala que compartió con Yago durante ese tiempo y, al mismo tiempo, salió del bucle de miradas. Miradas que se habían lanzado en esa sala... miradas que cada vez decían más cosas.
Iba caminando por el pasillo y creía que se encontraría a sus compañeros para despedirse de ellos antes de irse a casa pero no, no se encontró con nadie, así que directamente se fue. Tocaba regresar a casa y encontrarse con Darío. Marcela sabía que el momento no sería fácil, estaría cargado de reproches, de inevitables discusiones... y más aún después del momento "pelea" que habían vivido en la comisaría.
Cuando llegó a casa, Darío estaba trabajando en su escritorio y Marcela lo saludó de la forma más cordial que pudo.
- Marcela: "Buenas noches... ¿Ya cenaste?"
- Darío: "Sí, ya cené."
- Marcela: "De acuerdo, voy a prepararme yo algo entonces."
- Darío: "Tenemos que hablar, ¿no crees?"
- Marcela: "De verdad que lo que menos necesito ahora es discutir, estoy muy cansada, te lo pido por favor."
- Darío: "Claro... es que supongo que defender a ese criminal te deja muy cansada."
- Marcela: "Buenas noches."
Marcela intentó ignorar lo que acababa de escuchar por parte de Darío, hizo el amago de irse pero parecía que Darío no quería dejar la conversación ahí. Quería dejarle las cosas claras, quería discutir.
- Darío: "Sé tan valiente como dices que eres y quédate aquí hablando."
- Marcela: "Intento evitar otra nueva discusión."
- Darío: "La discusión es inevitable y es inevitable por tu culpa."
- Marcela: "Actuaste mal, solo intenté ser justa en ese momento y evitar que la cosa fuera a peor, nada más, entiéndelo."
- Darío: "Yo solo quería defenderte y me dejaste como un imbécil delante de ese tipo y del resto."
- Marcela: "No había nada de que defenderme porque él no me hizo nada, fue Mario, el otro. Yo sé que no lo sabías y entiendo que actuaste por impulso pero no estuvo bien."
- Darío: "Aunque supieras que no estuve bien... aunque supieras eso en ese momento tuviste que ponerte de mi lado, soy tu marido, qué te importa ese imbécil."
- Marcela: "Me importa hacer las cosas bien y me da igual si eres mi marido o no, no te voy a defender si no llevas la razón. Yago está pagando por todo lo que tiene que pagar y estamos felices con eso... pero no va a pagar tus golpes porque no me hizo nada de lo que crees que me hizo."
Marcela volvió a hacer el amago de retirarse después de pronunciar esas palabras, pero una sorprendente pregunta de Darío la frenó dejándola casi sin aire.
- Darío: "Me di cuenta como lo miraste cuando lo golpeé, como fuistes inmediatamente a ayudarlo... ¿Es que acaso te gusta ese imbécil?"
Marcela se giró y deseando que la tierra se la tragara en ese momento, intentó aparentar la mayor tranquilidad y serenidad del mundo.
- Marcela: "¿Pero te has vuelto loco o qué?"
- Darío: "No sé, dímelo tú."
- Marcela: "Jamás me podría fijar en esa clase de persona. Te vuelvo a repetir que solo hice lo justo y lo ayudé porque antes que policía soy persona, y tenía que ayudar a una persona que estaba golpeada, nada más. Ahora si me permites me voy a dormir, suficiente cansancio por hoy, buenas noches."
ESTÁS LEYENDO
Vidas cruzadas.
RomanceElla y él. Él y ella. Marcela y Yago. Él es uno de los delincuentes más perseguidos y peligrosos del país, de apariencia seria, frío, distante y absolutamente negado desde siempre a todo lo que tenga que ver con el amor. Ella es la justicia y la bon...