。・:*:・゚★。・:*:・゚☆donde João está harto de que Enzo hable hasta por los codos, la gota que rebalsó el vaso fue en medio de una conversación donde el argentino mencionó constantemente a su amigo, Julián Álvarez, y eso ya fue suficiente.
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Enzo lo estaba esquivando, obviamente, ni João ha podido estar del todo cómodo consigo mismo. Fue un buen sexo, para haber sido con un hombre fue de diez, pero no estaba en su control total de su cuerpo, no sabe porqué se alteró tanto por otra ridícula mención de Álvarez,
Habían salido con algunos de los chicos a comer en uno de esos restaurantes lujosos donde se podía pedir una zona v.i.p para no ser molestados por ninguna cámara y comer tranquilos, Kai le daba charla a su lado, mientras Enzo (que se sentó frente suyo) era bombardeado por preguntas sobre su mundial, cómo se sentía ganar uno de tan joven, etcétera. Como ahora el argentino tenía mejor manejo del inglés, podía sobrellevar una conversación, como no le habla a João tiene que arreglárselas solo para entender algunas preguntas.
Todo iba medianamente normal, hasta que sintiendo un pie, sí, un pie. Sobre su entrepierna, haciendo un vaivén suave con la plata de este. El portugués se tragó un gemido traicionero que amenazó con salir, porque Kai lo seguía mirando y hablando sin parar.
──Ah, João, no te pregunte, ¿cómo está tu novia? ── Enzo interrumpió el relato que su amigo estaba contando. Ahí supo, por la mirada desafiante y con una lujuria oscura en sus ojos, que era él quien lo estaba torturando.
──¿Mmhh? ── Mordió su labio inferior, apretando las manos a los costados de su cuerpo. ──Bien... ── Murmuró, mientras los movimientos debajo de la mesa y cubierto por el mantel, empezaron a hacerse más fuerte y duros, sentía la uña de los dedos rascando por encima de la tela, algo húmeda por el líquido preseminal que salía de su pene por la estimulación recibida.
──¿Qué?, ¿te comió la lengua la laucha? ── João estaba entre aturdido, desesperado, impotente y caliente, todo junto, pero Fernández se mostraba tan relajado, como si no tuviera presionado su pie contra el bulto en sus pantalones. Debió suponer que le haría una sucia jugarreta, sería impropio de la naturaleza de Enzo dejar pasar las coas.
──Bien... ── Volvió a intentar a halar sin descomponerse en la mesa delante de seis de sus compañeros de equipo, también porque no le daría esa satisfacción al menor, pero se sentía entre frustrante y bien, estaba al límite pero seguía bastante lejos del clímax. Rasca la superficie del orgasmo pero es imposible llegar.
──No te escucho. ── Tarareo, agarrando su vaso y con toda la calma bebiendo con tanta naturalidad, el portugués podría salir de esa situación e irse al baño para ocuparse de su asunto, pero sentía que era incapaz de hacerlo, porque la situación en sí era tan comprometedora, que hacía ponerlo más duro aún. ──Te molesto, se te escucha fuerte y claro.
El pie aceleró sus movimientos, pero el cuerpo de Enzo se quedaba inmóvil, a João le parecía injusto que esté luchando para no ser descubierto en una situación como esa y al de tez más oscura no se le mueva ni un pelo, frío como el acero. Pero ese hijo de perra lo estaba haciendo ver estrellas, se recostó en el respaldar de su silla, disfrutando plenamente de la paja que le estaban haciendo, con el miembro en sus pantalones y con un pie.
Irguió la espalda de la nada cuando se corrió en su ropa interior, dejando un desastre allí abajo que esperaba que nadie note.
──Bonita charla, ¿no? ── Nadie entendía lo que estaban hablando el argentino, pero Félix sí podía entenderlo.
Y a partir de ahí, Enzo de convirtió en su musa sexual.