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Hyunjin llevaba de buen humor toda la mañana, ¿por qué? por el simple hecho de llevar el aroma de cierto omega que últimamente lo tenía idiota. El alfa no podía parar de pensar en Minho, en lo tímido que era, en como mordía su labio inferior cuando no estaba seguro de alguna respuesta, y sobre todo en como se había pegado a él para darle su olor. Hyunjin había tenido ganas de abrazar al omega con fuerza, pero eso sería extraño, ¿no? él no está enamorado de Minho ni nada por el estilo.
Sus ojos viajaban por cada persona en la clase hasta dar con el omega. Estaba sentado una fila más adelante, y desde aquí podía olfatear ese delicioso aroma que lo tenía tan obsesionado.
El timbre sonó, anunciando el final de la clase y el inicio del descanso. Hyunjin esperó a que todo el mundo se hubiera ido para acercarse al omega. Necesitaba hablarle.
— Minho —Lo llamó
Vio como los ojos cansados del omega se dirigían a él.
— ¿Hyunjin hyung? —Murmuró—
— Eh... quería darte las gracias —Rascó su nuca, nervioso— Gracias a tí, ya no...ya no me persiguen...
Los ojos de Minho se abrieron un poco más.
— Ah, no es nada —Aseguró—
El alfa observó como el omega recogía sus cosas para irse. Rápidamente le agarró una mano, obligándole a mirarle.
— Minho —Cogió aire— ¿Qué te parece si..vamos a tomar algo? Después de clases...
A ojos de Minho, Hyunjin estaba actuando extraño. A ojos de Hyunjin, solo quería conocer más al omega que le llama tanto la atención últimamente.
— ¿Ir...a tomar algo? ¿Tú...conmigo? —Parpadeó varias veces seguidas— ¿Es una broma?
— No, no es una broma —Negó el alfa, sincero—
— ¿Por qué quieres que vaya contigo?
— ¿Por qué no? —Ladeó su cabecita
— Pues porque tú mismo me dijiste que yo era cansino y que debía dejarte en paz —Se cruzó de brazos—
— ¿Y si te digo que me he arrepentido y quiero ser tu amigo? —Insistió
— ¿Y cómo sé que es verdad?
— Yo no miento, Minho —Le dijo— Y lo sabes..
El omega suspiró y frotó su sien. Eso era verdad, Hyunjin no mentía nunca, era tan sincero que a veces dolía. Miró fijamente al alfa y asintió.
— Bien, ¿Cuándo y dónde?
— ¿Sabes esa cafetería que está de paso? —Preguntó— Pues ahí, a las cinco..
— Bien, te veré allí.. —Aceptó— Pero como no te vea por allí y me dejes tirado...
— No lo haré, lo prometo.. —Le extendió su dedo meñique—
