Capítulo V

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—¡Muy bien, amigas! ¡Aquí llegó por quien tanto rogaban que tragiera su comida!

Escuchó aquella voz masculina, que provocó que volteara a ver hacía la entrada del granero. Los pasos se iban acercado desde un lado.

—Por favor, por favor... No hace falta que me agradez-...

Al ver al interior del sitio, su diversión se esfumó para dejarlo atónito. ¿Por qué nadie le avisó que la chica estaría por ahí?

Mientras tanto, _____ abrió sus ojos de a par y dejó caer ligeramente su mandíbula inferior.

—Espera...— dijo entusiasta, tomando los bordes del pequeño banco —, yo te conozco...

—¡Aah!— gritó mientras dejaba caer las dos cubetas a sus lados, para mover sus manos frente a él, como si intentara esconderse aterrorizado —¡No! ¡No me conoces!

—¡Con razón me sonaba el apellido Akabane! ¡Eres Aiger Akabane! ¡El actual número uno en el mundo del beyblade!— sonrió inclunándose hacia delante.

—¡Para nada! Me confundes con ese tipo guapo. Yo soy otro Aiger Akabane— giró su rostro, como si así fuese a desaparecer.

—¡Eres el mismo de esa batalla que tuviste contra Valt Aoi hace menos de un año!

—¿Valt Aoi? ¿Y a ese quién lo conoce?

—¡Es un placer conocerte en persona! ¡Ah! ¡Y también te agradezco mucho que me ayudaras!

—¡La, la, la! ¡No te escucho!— exclamaba mientras se tapaba los oídos y cerraba los ojos con fuerza.

—¡En serio, muchas-...!

Antes de poder acabar, se desconcertó por verlo salir corriendo. Pestañeó un par de veces para regresar la vista a las vacas que veían en esa dirección.

Respiró profundo para levantarse como mejor pudo. Tambaleó un poco al comienzo, pero al estabilizarse, fue hasta donde estaban las cubetas con heno para dejarlas dentro del comedero de los animales.

—Provecho— sonrió para salir a buscar al de cabellera granate.

Aquello la emocionaba. ¿Y si le pedía al mejor blader del mundo que le enseñara lo básico siquiera? Sería algo increíble si pasaba.

Miró a todos lados tratando de pensar en dónde se había metido. Pero al notar cierto movimiento en la copa de un árbol cercano, supo que se trataba de él.

—Oye, ¿está todo bien?— preguntó acercándose, hasta apoyar una mano en el tronco y alzar la vista —Si deseas que no mencioné nada de beyblade, está bien, no lo haré.

—¡Sólo déjame en paz!— exclamó desde lo alto el muchacho.

_____ se encogió un poco en su lugar, para acabar sentándose en una raíz sobresaliente. Con cuidado, pasó una mano por su tobillo que le había vuelto a doler.

—Sólo déjame descansar un poco...— pidió con una sonrisa forzada.

Seguramente ser alguien famoso, provocaba que comenzara a extrañar la tranquilidad que alguna vez debió tener. Y, estando en casa, no quisiera ver a nadie de afuera que quizás por eso mismo no se había acercado a saber cómo estaba.

Escuchó una queja de su parte, provocando que ella dejara escapar aire de sus fosas nasales. Ahora se sentía mal por dejar salir su lado fanático del beyblade.

—Lo siento, no quería hacer que te molestaras conmigo.

Nuevamente levantó la mirada, apenas percatándose de su figura recostada sobre una rama, con la espalda apoyada en el tronco y de brazos cruzados.

—Eres una chica horrenda.

—Sí, el peor ser de toda la galaxia— rodó los ojos con cansancio. Parecía ser difícil de llegar a él, aunque vio algo completamente distinto en esa batalla que lo llevó a la cima.

Pero Aiger no se estaba refiriendo a su forma de actuar o cosas por el estilo. Es más, trataba de convencerse a sí mismo de que no era tan linda como la veía. Tampoco podía pasar de largo el rubor que salpicaba sus mejillas y lentamente iba desapareciendo al tranquilizar su respiración.

Permanecieron en silencio un buen rato, hasta oír una pregunta por parte del chico.

—¿Cómo está tu tobillo?

—Ahora me duele, pronto pasará... Fuera de eso, supongo que mejor...— trató de dar el diagnóstico mientras estiraba su pierna izquierda.

Llevaban allí unos cuantos minutos, hasta que finalmente volvió a escuchar como él decía algo.

—¡Las vacas!

Alzó la vista, notando como daba un largo salto, aterrizando a unos cuantos pasos del árbol. En ello, la joven tuvo que bajar rápidamente la cabeza por las hojas que cayeron ante la acción. Ese chico parecía todo un acróbata.

Apenas logró divisar como ingresaba de nuevo al granero.

—¡¿En serio?!

Ante la exclamación, arqueó una ceja. ¿Qué le sucedía?

Aiger salió al tiempo en que estaba tomado del umbral de la puerta, sosteniendo su cuerpo de esa manera.

—Las cubetas son para verterlas en el comedero. ¿Para qué crees que está el comedero?— en su rostro no había emoción alguna, aunque casi se notaba como una vena le palpitaba en la frente.

—Saliste corriendo y tampoco me parecía buena idea dejarlas sin comer a las vacas. Además, es la primera vez que les doy de comer en toda mi vida...— se excusó, desviando la mirada con un pequeño sonrojo por la vergüenza.

—En las cubetas no pueden llegar bien hasta lo que les queda en el fondo, y hay que ir a buscar más.

_____ trató de esconderse entre sus hombros, sin verlo.

—Solo...— no sabía cómo remediar aquello para que no se sintiera mal —¡es para que aprendas!

Movió exageradamente sus brazos en todas las direcciones posibles para volver a ingresar, tomar las cubetas e ir por más heno.

En un momento de su trayecto, dirigió su mirada todavía intranquilo por cómo se debió de tomar lo que le dijo. Notó que ella se la devolvía, que acabó dibujando una avergonzada sonrisa mientras movía sus hombros.

El resto del camino hasta donde estaba la hierba seca, pintó en su rostro una torpe sonrisa que se le escapó sin darse cuenta. Lo único que agradecía es que ______ no lo hubiese seguido viendo.

Buenas, buenaaass, ¿qué tal este capítulo? ¿Cómo están ustedes?

Yo acá escribiendo mientras escucho Bey-Pop jajjsjjs

Besos ♥

TORPE SONRISA |Aiger Akabane y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora