Capítulo XII

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Estuvieron gran parte de la mañana allí: él trabajaba y ella veía como los discos que no le parecían perfectos, los mandaba a volar.

Naru llegó un momento para quedar conversando con ______ respecto al beyblade que arreglaba su hermano. La muchacha evitaba dar muchos detalles para no acabar pisándose sola. Deseaba contarles la verdad cuando se le presentara la oportunidad, pero temía que la tomasen de mentirosa por ocultarlo desde el comienzo. Eran personas muy amables y no quería eso. Debía pensar bien cómo contarles.

Aiger Akabane acabó el disco minutos antes de ir a almorzar. Y al regresar, era hora de dedicarse a la tapa.

—Iré a configurar la máquina— informó el chico luego de ver bien la pantalla de la computadora.

______ tomó asiento en el lugar anterior, mientras que la niña a un lado de ella. Sus ojos se posaron sobre el bit chip que estaba sobre la mesa.

Estiró una mano a agarrarlo. Lo veía con pesar, recordando la llamada de la noche anterior. Pasó su pulgar ligeramente sobre el dibujo del ave rojo. Entendía la importancia de Dranzer para su padre, pero comprender que tenía mayor peso que la de ella, la hacía sentir mal.

Por más que ese bey comenzara a hacerla enojar por ese motivo, de todos modos lo utilizaría para volverse una blader. En esos momentos, no se imaginaba con otro beyblade en manos.

Volteó a ver a Aiger que estaba terminando de configurar la máquina mientras que Naru le daba una que otra indicación.

Podría pedirle al apellidado Akabane que le enseñara a jugar. Cuando conversaba con la de cabellos turquesa, le comentó que se haría rogar su hermano primero que nada; luego, aceptaría.

—Disculpa, Aiger...— trató de llamar su atención, provocando que alzara la cabeza a verla confuso.

—¿Qué?— preguntó incrédulo.

—Enséñame a jugar beyblade, por favor— juntó sus manos frente a ella y quedó cabizbaja.

Naru, volteó curiosa a ver a su familiar, queriendo escuchar su respuesta. Pero tapó su boca con una mano para evitar reír: el chico estaba con una torpe sonrisa y con el rostro sonrojado.

Al ver a su hermana, reaccionó para pararse a darles la espalda a ambas. Se cruzó de brazos y carraspeó.

—Si me lo pides... Está bien.

Eso sí que sorprendió a la menor que lo veía conteniendo la risa. Mientras tanto, la apellidada Hiwatari levantó la mirada con un brillo en los ojos y una gran sonrisa.

—¡Muchas gracias!— comenzó a mover sus manos emocionada —Ay, la verdad que esto me alegra demasiado... Es... el mismísimo número uno... ¡Espero no serte una molestia!— sonreía de oreja a oreja.

La de cabellera turquesa sonrió ante su emoción para indicar que ella también deseaba ayudarle como pudiera. Mientras tanto, Aiger seguía sin darles la cara. Por las palabras que había agregado, sentía sus mejillas arder.

—Oye, ______, si tu padre fue un blader, ¿por qué no te enseñó a jugar?— interrogó curiosa la niña.

—Él... lo ve como una perdida de tiempo ahora. Con suerte, logró enseñarle a mi hermano— comentó tratando de sonar realista.

—¿Y tu hermano por qué no te enseñó?

—Tiene poca paciencia— rio ligeramente nerviosa.

¿Perdida de tiempo? ¿Poca paciencia? Quizás tan lejos de la realidad no llegaba a estar. A veces solía ser la excusa de su padre, y ya conocía a Goh.

—Eso ya no importa...

Comentó Aiger, girando poco a poco a verla. Habiendo superado el calor en su rostro, dibujó una gran sonrisa para así señalarse con un dedo pulgar y posar su otra mano en su cadera.

—¡Porque yo seré el encargado de enseñarte! ¡Y me lo pagarás batallando contra mí cuando te sientas lista!

Nuevamente, la curva positiva apareció en los labios de la Hiwatari.

—En serio... No sabes cuánto te lo agradezco, Aiger... Sería un sueño hecho realidad aprender...— bajó la mirada soñadora al suelo.

¿Batallar contra él? Jamás conseguiría una victoria. Pero sonaba divertido y emocionante.

Si Aiger se enfrentara a su padre, Kai Hiwatari, ¿quién de los dos ganaría? Sacando cuentas y teniendo presente la evolución del juego, seguramente el Akabane se llevaría la gloria, más si estaba defendiendo su título.

Vio como el chico se dirigía nuevamente a la computadora que estaba a un lado de ella, así comenzar a hacer la tapa.

[...]

—______, luego de un largo día de trabajo, ya está.

Ante las palabras de Aiger, tanto la nombrada como Naru regresaron la vista a él, siendo que se habían distraído jugando a las cartas.

—¡¿Si?!

Emocionada, se puso de pie tan rápido como pudo, para aproximarse al chico que tenía las manos escondidas detrás de su espalda. Juntó las de ella frente a su pecho, aguardando para ver.

—Te presento a... Flaming Dranzer.

Finalmente, reveló aquel beyblade que provocó que la chica sintiera como si su corazón le estuviese latiendo en la boca. Era más que perfecto para ella.

Sus ojos se humedecieron mientras lo tomaba. Aquel beyblade que le perteneció a su padre parecía uno completamente nuevo. Incluso veía el relieve de la cabeza de un fénix en la tapa.

—Muchas gracias... Yo... no sé cómo agradecerte... Ni al resto de tu familia por todo lo que han hecho por mí...

Apoyó el beyblade en su pecho, cerrando sus ojos por unos cuantos segundos.

—No tienes porqué agradecer— sonrió Naru, parándose a un lado de ella.

Mientras tanto, Aiger notó como una pequeña lágrima se desprendía. Veía que su sueño iba más que en serio. ¿Cuánto tiempo llevaba anhelando eso?

Sin previo aviso, pasó uno de sus dedos por la mejilla de ______ en la estaba esa gotita, haciendo que lo viera sorprendida y extrañada.

—Toma— estiró el brazo —, se te cayó.

Y al segundo, tanto su hermana como la muchacha estallaron en carcajadas. Él solo dijo lo primero que se le ocurrió; ni siquiera sabía que lo había movido a hacer eso.

—No creo que me sirva de mucho, pero gracias— dijo calmándose al tiempo en que secaba las otras que se le habían escapado.

El Akabane dio media vuelta para salir de allí apresurado, marcando el paso.

—¡No te enojes, Aiger! ¡Fue muy gracioso!— seguía riendo Naru.

—Creo que habría que ir a disculparnos— de cualquier forma, ella seguía soltando una que otra risita cada que recordaba esa escena y la seriedad que empleó el blader. Le pareció algo muy lindo de su parte.

Quedó mirando con una dulce sonrisa su beyblade. Haber arreglado a Dranzer con todo el tiempo y errores que llevó, sin soltar queja alguna del trabajo, también la conmovió.

Por su parte, el chico de cabellera granate había salido para esconderse entre las ovejas, tratando de esconder su torpe sonrisa. ¿Por qué su corazón latía con tanta fuerza?

Buenaaasss, gracias por su paciencia ante mi desaparición de esta historia jejj

Haré lo mejor que pueda para actualizar un poco más seguido, así que seguiré pidiendo de su paciencia.

Sin más que decir, que tengan un lindo comienzo de semana :3

Besos ♥

TORPE SONRISA |Aiger Akabane y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora