Capítulo XIV

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Sintió uno que otro golpe a la puerta, pero a los cuales le restó importancia. Incluso, se tapó hasta la cabeza con las sábanas.

El día anterior había competido contra Aiger en cualquier actividad que se le ocurriera a cualquiera de los dos. Para su suerte, su tobillo no le dolió ni cuando se sentó a descansar.

Pero fuera de eso, sentía que se había acercado más a él en unas horas que en los días anteriores.

—¡Arriba, ______! ¿No quieres lanzar a Dranzer?

Era el muchacho el que estaba hablando. ¿De dónde sacaba tantas energías?

De entre las sábanas, asomó su mano para tomar su gorro y colocárselo. ¿Y si entraba a tirarla de la cama? Debía de estar un paso por delante, aunque deseaba quedarse un rato más durmiendo.

—¿Ayer no estabas diciendo que te convertirías en la blader número uno con tal de derrotarme? ¡Ja! Tendrías que entrenar cien años más que yo para llegar a mis talones.

Apartó a un lado lo que la cubría para acabar sentándose de mala gana. Miró con los ojos entreabiertos por la ventana, pensando que debía de faltar para que fueran las ocho de la mañana.

—Te lo advierto— agregó el chico, sin cansarse de golpear la madera —. Ingresaré y te sacaré a rastras, y no importa que estés en pijama.

______ dirigió la vista a la almohada, sintiendo como el picaporte de la puerta bajaba. La tomó y la arrojó lo mejor que pudo, provocando que golpeara el rostro del chico que justo se asomaba.

El Akabane la tomó para verla con los ojos abiertos, mientras que ella le dedicaba una mirada molesta. Pero los abrió de a par cuando vio como la almohada le era devuelta, provocando que volviera a tocar el colchón con su espalda.

—¡Vamos a desayunar!

Oyó como cerraba la puerta de nuevo, yéndose de allí.

Al menos, eso la había despertado, aunque no como le hubiese gustado a ella: despertar sola sin la necesidad de que él la llamara, y tranquila.

El lado bueno: ese día finalmente lanzaría a Dranzer. Como pudo, desde su ubicación vio el beyblade descansando sobre la mesita de noche. Estiró sus brazos a los lados y se comenzó a preparar.

[...]

Luego de desayunar, salieron a hacer unos pequeños ejercicios, sobre todo para el tobillo que parecía estar mucho mejor.

Mientras que Aiger había ido a buscar algo, ella quedó parada frente a la arena que llevaron hasta allí, mirando a Flaming Dranzer que tenía en una de sus manos.

—No entiendo porqué los bladers le hablan a sus beys... Incluso ví a Goh hacerlo...— dijo para pasar las yemas de sus dedos sobre la capa —Quizás los ayude para una mejor relación, ¿no, Dranzer?

Dibujó una pequeña sonrisa. Sentía su corazón latir rápidamente de la emoción. Ya deseaba que llegara el muchacho que supuso que traería un lanzador. Después de todo, ella no tenía uno. Con suerte había agarrado el bey para marcharse antes de que alguien lo descubriera.

—Seguro no estaremos mucho tiempo juntos, Dranzer... Hasta ahora Kai sigue siendo tu compañero, ¿o me equivoco?

A su mente vinieron los recuerdos de los videos de las batallas de su padre. Deseaba llegar a tener un vínculo así con el bey.

—Solo... quería proponerte que me acompañes hasta que vuelvas con él, o Goh... ¿Podría ser?— preguntó sonriendo insegura.

Fue en ese momento en que todo a su alrededor pareció desaparecerle, sintiendo una ráfaga de viento sobre su cabeza.

Al voltear a ver qué era, descubrió un gran fénix rojo allí. Era Suzaku; Dranzer.

Lo vio sorprendida y más cuando acercó su cabeza a ella para verla mejor. La chica no hizo más que estirar su mano a tocar su pico con delicadeza, lo cual provocó que la bestia fuera cerrando lentamente sus ojos.

—¡Bien! ¡Es hora de gritar "let it rip"!

Ante la exclamación de Aiger Akabane que llegaba, pestañeó un par de veces para seguir observando a Dranzer. No sabía qué había sido todo eso, pero provocó que su corazón fuera aún más rápido.

Volvió a sonreír para regresar a donde estaba el chico preparándole el lanzador.

—¡Sí!

—Toma— le pasó el lanzador para indicarle cómo colocar a Dranzer.

En eso llega Naru, saludándolos y cargando con su tableta en una de sus manos.

—Bien, para lanzar te posicionas, estiras los brazos y tiras del cordón. ¿Comprendiste?

La apellidada Hiwatari asintió, mientras que la Akabane regañaba a su hermano.

—Aiger, es darle una clase a alguien que nunca a lanzado un beyblade, no resumirle el juego.

—No te metas. ¿Quién es el profesional aquí?

—¿Quién ayudó a ese profesional, genio?

Mientras que ellos discutían y la menor le pasaba consejos de cómo explicarle a la chica al de cabellos granate, ______ volvió la vista al plato cóncavo.

Acomodó sus pies tal y como recordaba de algún video de su padre. Estiró sus brazos y flexionó ligeramente sus rodillas.

—3...— comenzó murmurando —2... 1...

La vista de Naru fue la primera que se posó en ella, provocando que Aiger, que le estaba dando la espalda, voltearan a ver con una ceja arqueada.

—Let it...— subió un poco el volumen de su voz, frenándose por unos segundos. No podía creerlo que el momento se estaba dando —¡Rip!

Tiró con todas sus fuerzas de la cuerda, provocando que Dranzer saliera despedido directo a la arena. La niña tuvo que cubrirse ante la ráfaga que desprendió ese lanzamiento al tiempo en que su hermano veía aquello con un notorio asombro. ¿Cómo podía ser posible...?

—¡Lancé a Dranzer!— exclamó emocionada ______ dando un pequeño brinco para voltear a ver a ambos hermanos que se les había caído la mandíbula.

Ella tampoco se creía aquello. ¿En serio ver tantos videos de su padre batallando daban ese resultado? ¿Lo tenía en la sangre? ¿O Dranzer la había ayudado?

—Creo... que será mejor aprender a controlar todo ese poder...— agregó al rato el de cabellos granate, todavía atónito.

Aún así, dentro suyo sus latidos iban velozmente. Estaba anhelando enfrentarla de inmediato al tiempo en que trataba de retener una torpe sonrisa que quería escapársele y más al verla tan feliz.

TORPE SONRISA |Aiger Akabane y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora