Capítulo X

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El resto del día estuvieron con ese tema de conversación. No se imaginaba si les decía que él era su padre. En la cena fue lo mismo. Incluso Kana comentó que una amiga de ella amaba a Kai. Eso sí que le avergonzaba saberlo.

Veía la pantalla de su celular, leyendo el nuevo mensaje de su padre.

"Por favor, respóndeme. Y trae a Drazen cuanto antes."

Frunció su semblante para teclear un poco.

"¿Te importa más Dranzer?"

Soltó un pesado suspiro, mientras pasaba una de sus manos por su cabello, estando sentada en la cama. Oía como la lluvia iba cada vez más fuerte, recordando que de pequeña solía llamar a su papá, porque temía que la vivienda se inundara. O cuando él les decía a ella y a su hermano que no pelearan porque, si seguían, no dejaría de llover.

De cualquier forma, el brillo inesperado de su celular provocó que regresara a él. Su padre la estaba llamando.

Encogió sus piernas, viéndolo con una mano sobre su boca. Estuvo así unos segundos hasta que se finalizara y recibir la notificación de que tenía una llamada perdida.

Volvió a agarrar el aparato tecnológico, descubriendo que le llegaba un nuevo mensaje de parte de él.

"Respóndeme."

Tragó saliva y vio nuevamente que estaba tratando de contactarse con ella. Respiró profundo, para acabar tocando la opción de contestar. Lo pegó a su oreja, esperando a oírlo.

—______, ¿dónde estás?

—Hola, papá. Sí, estoy muy bien— respondió en voz baja.

Cerró con fuerza los ojos, mordiendo la parte interna de sus mejillas. ¿Así debía de comenzar la conversación? Aunque, de cualquier forma, nunca preguntaba cómo estaba; era de ir directo al punto.

—______, respóndeme. Dime dónde estás e iré de inmediato a buscarte— habló seriamente.

De fondo oyó como Goh preguntaba que si era ella, por lo cual supuso que su progenitor asintió al no escuchar su respuesta.

—Papá... Déjame ser blader...— pidió al tiempo en que apretaba con fuerza su mano libre las sábanas bajo de ella.

El mayor soltó un suspiro. Incluso lo imaginó tomándose del puente de la nariz. Sabía lo que se venía.

Ya te he dicho varias veces que no. El beyblade es demasiado peligroso para ti.

—¿Y no para Goh?— preguntó, sintiendo que un nudo comenzaba a formarse en su garganta.

El hombre quedó en silencio.

Siempre era lo mismo. Era demasiado protector con ella, mucho más en el tema de ese deporte con el cual el Hiwatari fue mundialmente reconocido. ¿Por qué le decía que era peligroso para ella? ¿No debía de ser igual con su hermano también?

No hubo intercambio de palabra por varios segundos.

—¿Dónde estás? Así voy a buscarte.

—No hace falta. A no ser que tú me enseñes a jugar beyblade...

—Hablaremos esto cuando estés aquí.

—Papá, quiero que entiendas que deseo aprender beyblade como tú y Goh. Adoro sus batallas por más que las haya visto miles de veces...— evitaba flaquear.

—Vuelve a casa con Dranzer, o dime dónde estás e iré a buscarte— reiteró.

—Papá, todo lo que te diré, es que estoy muy bien en donde estoy y no tienes nada de qué preocuparte...— acabó flaqueando.

Colgó antes de escuchar respuesta alguna de su parte. Dejó el celular a un lado para abrazarse a sus piernas y apoyar el mentón entre las rodillas. ¿Por qué debía de ser sobreprotector?

No pudo evitar retener las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos. Deseaba tener una mejor relación con él cada que tocaba ese tema. Deseaba su comprensión. Deseaba su apoyo.

Ella, por lo menos, comprendía la importancia de Dranzer para él y no por nada lo cuidaría bien. Pero le dolía imaginar que un bey le importara más que ella, su propia hija.

—¡Vamos al granero!

Escuchó la voz de Aiger desde afuera. Estando más tranquila, secó sus mejillas para ponerse de pie y acercarse a la ventana a ver al muchacho. Este intentaba hacer que las ovejas lo siguieran, pero estas se refugiaban de la lluvia bajo el primer lugar que encontraran.

—¡No sean tercas!

Luego se dirigió a agarrar a una, alzándola como mejor pudo. Pero a los tantos pasos, se resbaló. La soltó antes de caer de rodillas, y dirigió la mirada a la oveja que salió de inmediato al granero.

—¡Una terca menos, faltan las demás!— se levantó para seguir con lo suyo, bajo toda esa lluvia.

_____ regresó a su mochila para buscar allí su paraguas plegable. Al tenerlo en su mano, volvió a la ventana para abrirla. Al hacerlo, provocó que el chico alzara la vista extrañado. Cuando los ojos de ambos se conectaron, la chica mostró el objeto que le tiraría.

Lo lanzó lo mejor que pudo para que el blader no tuviera que moverse demasiado, aunque pareciera que estuviese a gusto bajo la lluvia. De cualquier modo, tuvo que salir tras el paraguas por unos cuantos pasos.

Lo abrió para cubrirse y volver a verla sin expresión alguna. La apellidada Hiwatari le regaló una pequeña sonrisa, haciendo que él se escondiera bajo el paraguas sin más. Pero a los segundos, asomó un brazo para mostrar que alzaba un pulgar.

La curva en los labios de ______ se ensanchó un poco, volviendo a cerrar la ventana y finalmente intentar ir a dormir tras apagar su celular.

Mientras tanto, Aiger Akabane había quedado con una torpe sonrisa pintada en el rostro. Ese era el motivo para que no lo viera.

Sin más, siguió con lo suyo de llevar las ovejas al granero, siendo un trabajo ahora más fácil.

TORPE SONRISA |Aiger Akabane y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora