Introducción

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La mujer de cabellos negros y ojos del mismo tono rezaba entre susurros desesperados y agonizantes, el dolor inundaba su pecho y todo su ser completo. Las lágrimas se esparcían y tocaban sus mejillas abultadas y llenas de marcas antiguas de estas, sus rodillas raspadas con costras y cicatrices con sangre seca seguían en aquel suelo rocoso.

El valle de aquella enorme colina estaba oscuro y lleno de neblina no distinguía las pequeñas farolas de llamas que alumbraban las casas debajo, la brisa jugaba con su cabello y erizaba su piel fina de porcelana. Su abultado vientre ya no lo sentía, de hecho desde hace un mes no sentía a su bebé.

—Por favor mi Diosa, por favor...— rogó, entre sollozos más fuertes, algunos aldeanos que caminaban cerca escuchaban las palabras, les daba pena y lastima lo que aquella pobre mujer hacia desde hace días.

Días oscuros, días dolorosos.

—Mi Diosa, te pido por favor salves a mi bebé. Te ofrezco todo, todo lo que tenga...

Aquellos ruegos eran escuchados no solo por los aldeanos cercanos, si no; por la misma Diosa que en ese momento le cumplió dicha petición.

La petición que la llevo a la muerte.

Aquella mañana después de una noche oscura y llena de niebla algunos aldeanos subieron a llevarle comida a la pobre mujer; sin embargo la escena que encontraron los llevo a mirar a la pequeña criatura con terror.

En la colina yacía la mujer con el estómago abierto, sus ojos miraban en cielo sin el brillo característico y su boca embozaba una sonrisa llena de alegría. Pero aun así, estaba muerta. Su criatura atragantada en llanto solo pataleaba al aire con sus pies, sus ojitos aún no se abrían y al parecer el frío no afectaba su piel tan blanca y brillante como la nieve, nieve que no debía caer en Lotto.

— ¡Sáquenla, sáquenla de aquí!

Grito un campesino aterrorizado, pues aquella criatura debía haber muerto por el frio y las bajas temperaturas, no obstante eso no ocurrió. Una fina dama corrió y corto el cordón umbilical que seguía uniéndola, observo aquel fino rostro bañado en blancura exquisita, cabello y pestañas del mismo color, ¿Tal vez por eso los aldeanos estaban horrorizados, aterrados, porque no poseía si no el color blanco en su cuerpo entero?

La niña sin color fue envuelta en sabanas por la dama cuando bajo de allí y corrió junto a esa pequeña a los limites muertos de las tierras del reino triangulo, con dolor y escuchando los pequeños quejidos la dejo frente a una cabaña hecha de paja y ramas una última mirada de pena y aquella mujer, se marchó.

Estaba en los límites de un mundo distinto, un mundo lleno de fantasía.

Estaba en un mundo que golpearía su realidad en cuanto creciera, estaba en Lotto.

Un reino completamente gris, frío y seco.

Ella era Alicia, y estaba en el país de las maravillas.

Ella era Alicia, y estaba en el país de las maravillas

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ANOCHECER 🌙Jeon Jungkook🌙©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora