Compras especiales

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Jin Ling abrió los ojos lentamente con pesadez, la noche anterior ShiYun había estado tan emocionada por la nieve que había sido difícil ponerla a dormir. Jamás volvería a subestimar la paternidad. Volvió a cerrar los ojos pensando en quedarse unos momentos más en cama, disfrutando de la calidez de las cobijas y la comodidad de su adorado colchón. Sin embargo no fue capaz de disfrutarlo por más tiempo, las responsabilidades como adulto se hicieron presente, levantándose alarmado.

—ShiYun tiene que ir a kinder y Sizhui a la oficina.—miró el reloj en la mesita de noche, palideciendo al ver la hora. Pasaban de las nueve de la mañana.—Maldición.

Se levantó de la cama con el corazón agitado y con sus pensamientos yendo a mil por minuto. ShiYun no podía llegar tarde, mucho menos Sizhui, pero tampoco podía enviarlos sin desayunar. Comprar algo en el camino estaba completamente fuera de discusión y no tenía nada para enviarles como almuerzo.

Estaba en camino a la puerta cuando finalmente recordó un hecho importante.

Eran vacaciones.

Mentalmente agradeció que se encontraba solo en la habitación o habría muerto de vergüenza si alguien (mas en especifico, Sizhui) hubiera presenciado su error.

Aunque también estaba aliviado que el azabache no se encontrara ahí, o no sabría cómo enfrentarlo. Para su suerte, la noche anterior ShiYun había dormido con ellos, su hija había estado demasiado emocionada como para dormir por lo que solo les quedó dejarla dormir a su lado y contarle historias hasta que finalmente el cansancio la venciera. Gracias a ello ninguno habló sobre el beso.

Sus mejillas ardieron al recordar la manera en que Sizhui le tomó entre sus brazos, junto con lo diferente que este había sido en comparación al anterior. Se había sentido como si fuera lo correcto.

Pero Jin Ling no debía emocionarse. Ya era lo suficientemente malo ser incapaz de seguir ignorando sus verdaderos sentimientos con Sizhui, ilusionarse solo haría las cosas peores.

Sizhui le odiaba, debía de recordar ese detalle importante.

Con eso en mente salió de la habitación, bostezando y pensando en qué preparar de desayuno cuando cayó en cuenta de lo silenciosa que estaba la casa. Pensó que se encontraría a su hija y a Sizhui en la sala, o en la habitación de la pequeña, pero no había rastro alguno. Aquello le puso inquieto, era de conocimiento público que si una casa con un infante se encontraba en un profundo silencio sólo podía estar pasando algo malo.

Nervioso, y un poco paranoico, se preguntó si es que se trataba de otro cambio. No sabían qué fuerza les había llevado ahí, y Jin Ling creía firmemente que era su culpa por lo que quizás ese dios/magia/lo-que-sea le estuviera castigando por...no estaba seguro de la razón, pero tampoco le parecía que esa fuerza mística fuera justa.

Como fuera, la idea de estar sin YunYun le hizo un nudo en la garganta. El que Sizhui tampoco estuviera a la vista le acongojo. No quería enfrentarse a ese lugar desconocido por su cuenta.

Todos sus miedos e inquietudes desaparecieron cuando llegaron a sus oídos unas familiares risas junto con el inconfundible ladrido de su mascota.

Confundido salió de la casa, tomando su abrigo del perchero antes de poner un pie fuera de esta. Fue recibido con el aire frío, haciéndole entrecerrar los ojos antes de acostumbrarse a la temperatura. Durante la noche la nieve había seguido cayendo y a pesar del sol, la temperatura seguía siendo fría.

—¡A-Die, buenos días!—YunYun le saludaba desde el jardín frontal. La pequeña se encontraba ataviada con ropa abrigadora, incluso con un gorro y sus manos cubiertas con guantes.

Un deseo de navidad - ZhuilingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora