La captura.
Bestias feroces corrían por los árboles impinados como si se les hubiera perdido algo o a un mejor como si estuvieran cazando algo.
Entre los árboles dos bestias peludas saltaron al mismo tiempo para capturar al jabalí, el animal noto su presencia de ambos, asustado corrió lo más rapido que le podían permitir sus patas para evitar ser cazado lo cual funcionó bien porque ambos lobos fallaron al intentar atraparlo chocando con la dura tierra del bosque húmedo nubloso que los propios pinos producían, ambos lobos miraron hacia a delante escuchando un chillido a lo lejos, se dieron cuenta que el jabalí que cazaban ya estaba muerto. Su madre lo había encontrado primero y lo había degollado solo usando sus garras.
El lobo frente a sus ojos escupió el aire de su nariz mirando ferozmente con esos ojos azules tan puros miró ambos hombres lobos regresar a su forma humana, la madre hizo lo mismo y miró a su esposo y a su hija con una cara de decepción.
—¡Qué decepción de ustedes dos! Se suponía que ustedes debían atraparlo primero, y enid tú eres muy lenta a lo que eso me lleva otra decepción.
Su madre se dio la vuelta tomando al jabalí de una de sus patas arrastrándolo por el bosque. Ambos lobos seguían a la líder de la manada, caminaban dejando sus huellas en el lodo.
—A la próxima ya mejorarás enid—hablo su padre poniendo una mano encima de su hombro.
—Gracias papá, pero mamá se ve... Molesta.
—Tu madre siempre se ve molesta por cualquier cosa, así que no te preocupes por ello.
—Entiendo —Dijo cabizbaja, el mayor acaricio su rubio cabello de la menor y esta solo alzó la cabeza para mirarlo con una media sonrisa de lado.
—Si para ella eres una decepción, pues para mí eres mi más grande orgullo.—Hablo con entusiasmo haciendo que enid lo viera con una sonrisa grande.
—Gracias papá —Abrazo al mayor con fuerza.
—¡¡Oigan!! ¡¿Qué están haciendo ahí parados?! ¡¡Vengan a ayudarme!! ¡¡Se esta haciendo de noche y ya ustedes saben que no podemos estar aquí cuando oscurece por completo!!
Los dos se acercaron rápido a ayudar a la mayor. Entraron a su casa donde colocaron el jabalí en el piso de esta. Sus demás hermanos salieron para encontrarse con lo que sería la cena de esta noche.
—¿Cómo siguieron mis niños hermosos de su fiebre?—Preguntaba mientras abrazaba a sus hijos con fuerza.
—Bien ma—respondió uno de ellos tratando de respirar —bueno me alegro—Dijo su madre soltando a sus hijos del agarré.
El padre de la manada tomó el jabalí a arrastras y lo llevó a la cocina donde su esposa llegó sacando un cuchillo de carnicería para destazarlo partes por partes.
Los hermanos lobos jugaban entre ellos junto con Enid haciendo travesuras por la casa y riéndose de cada una de ellas. Eran felices.
La cena estaba lista y todos en la familia se sentaron a comer el estofado de jabalí que su madre había preparado, la carne era algo vital en una familia de lobos que nunca podía faltar. Comer carne les hacía recuperar toda su fuerza y les daba a ellos los nutrientes necesarios que ellos necesitaban.
—Enid—Llamo su madre—Quiero que para la próxima vez que salgamos de cacería seas más rápida y sigilosa con tus ataques, no quiero que vaya a pasarte algo malo como aquella vez, te quiero mucho hija y si soy estricta contigo es porque quiero que aprendas a defenderte del mal que hay allá afuera.
Tomo su mano para acariciarla.
—Lo entiendo madre, prometo ser mejor para la próxima.
Dijo terminando de comer su chuleta de cerdo.