Capitulo 2

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Haciendo realidad una visión.

(Merlina tiene 16 años, enid 6, cuando se conocieron).

POV narra Merlina.

Hace 10 años estaba sentada en aquella rama del árbol solitario, era ramoso con ramas grandes y gruesas tan solo era el único árbol al cual la gente no quería ir a sentarse sobre sus ramas y yo era la persona que se sentaba en sus ramas crujientes y secas, la vista era maravillosa y el día era tan nublado y perfecto que sentía la pequeña brisa fría chocar contra mi cara. Dedos estaba parado sobre una rama haciéndome señas.

— (Tu madre era igual que tú)

— No me compares con ella; dedos.

— (Te gusta venir a este lugar, como morticia)

Me irrita tanto que comparen mis gustos con los de ella, no me parezco en nada a mi madre y tampoco me interesa serlo.

— Ya no sigas, yo no me parezco en nada a ella—termine de decir mirando hacia otro lado de las ramas.

— (Cuando tu madre era como de tu edad ella conoció a su primer amor justo en este mismo lugar)

— No me digas y seguramente su primer "amor" Fue mi padre.

— (Te equivocas) —Encarne una ceja esta vez confusa, ¿mi padre no fue su primer amor?

Esa pregunta la deje atrás cuando vi a la pequeña niña desnuda caminar por la tierra, su piel tan blanca y su cabello rubio. Sus ojos azules distinguían una sola cosa: miedo.

— Hey niña — la llame, ella me miró y le dije — ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Te perdiste? — Mis ojos seguían estudiando cada facción que la niña hacia.

— Me perdí.... No sé donde esta mi mami — sus ojos se aguadaron por un momento queriendo llorar.

Rodé mis ojos con fastidio dedos me hacia señas de que fuera a ayudarla.

—(Merlina, ayudala) — me lo pedía en una forma casi exigente.

Baje del árbol y fue acercándome a ella a pasos lentos, la niña me miró asustada dando unos pasos atrás para sacar sus garras y decirme.

— Ni siquiera te conozco así que si tratas de hacerme algo no dudaré en seguir mis instintos de supervivencia — La mire seria, esas garritas apenas podían hacerle algo a alguien.

Pero al sacar esas garras, estar desnuda en un lugar solitario y frío como este me daba la impresión de que con aquella niña que me había topado era una mujer lobo. Tenía que serlo.

— Hace frío y estar así...— la mire de pies a cabeza, suspire tratando de no ver demás — te puede dar un resfriado — me quite el abrigo que tenia puesto y se lo ofrecí — tómalo, tómalo como una ofrenda de paz.

Ella lo tomó y se lo puso, el abrigo le quedaba muy grande, se miraba adorable

— Admito que no necesitaba de tu abrigo, pero gracias.

— ¿Qué eres? — Pregunté.

— Soy una loba... — Respondió ocultando sus garras.

— ¿Y como te extraviaste? Se supone que ustedes nunca pierden el rastro de su manada.

— Perseguia a mi mamá cuando perdí el aroma de ella, ya no pude localizarla, mi olfato apenas se está desarrollando no lo tengo tan ágil como el de mi papá o mi mamá.

Agacho un poco su cabeza queriendo llorar sin que yo la viera, me acerque a paso lento hacia ella y tome su manita pero en cuanto la tome una visión se cruzo por mis ojos.

El desquite & Wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora