10- Confusion

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Aviso: ¡capítulo extenso!


Estoy confundida.

Muy confundida.

No sé cómo debería sentirme, que debería hacer o qué demonios pensar porque todo esto, mi vida, ahora mismo no parece mi vida.

Hace menos de una semana vivía en casa, volvía del instituto y hacía los deberes hasta que anochecía para después esperar a que mi madre terminase de cenar y se fuese a su habitación y así tener la planta abaja para mi sola sin que me molestase.

Los findes de semana salía con mis amigos, los cuales no he sabido nada de ellos desde que desperté recubierta de sangre escuchando lo gritos de mi madre por encima y horas después, la llegada de los oficiales para examinar mi caso y llevarme a un psiquiátrico por orden de mi madre.

Todo pasó deprisa.

En realidad todo pasó corriendo.

No me dio tiempo a avisar a nadie de mi actual situación, no pude decirle nada a mi padre, ni a mis amigos, ni tampoco pedir ayuda a algún vecino e incluso a la policía porque en el momento en el que desperté, ya no era la misma Blush de antes, ahora era la Blush suicida que necesitaba ayuda.
Durante las diez horas después de despertar, permanecí en la comisaría de policía bajo unas pruebas psicológicas que determinarían si realmente tenía conductas suicidas o no.

Al parecer, las pruebas salieron que sí puesto que acabé aquí dentro. Además, mi madre tampoco estuvo de mi lado durante esas diez horas que estuve en la comisaría ya que no paraba de insistir en que quizás era mejor internarme en un psiquiátrico o en un lugar para adolescentes alocados porque últimamente había tenido comportamientos extraños en mi, cosa que es mentira porque intentaba evitar hablar con ella lo máximo posible al igual que ella conmigo.

El caso es que ha pesar de haberme realizado esas pruebas psicólogas tan escasas, no creo que fuesen pruebas suficientes para que decidiesen internarme aquí.

Pero en fin, no tiene sentido pensar ahora en eso cuando ya estoy dentro del psiquiátrico.

Avanzo en el pasillo en dirección a la cafetería, me detengo cuando veo a Isabela y su grupo de perritas falderas detenidas en la puerta y que en cuanto me miran, empiezan a caminar en mi dirección.

No entiendo que hacen o si están llendo en mi dirección por pura casualidad. En cuanto me doy la vuelta con la intención de ir a mi habitación a esconderme por si acaso, mi cuerpo se topa con un cuerpo rígido y alto. Alzo la mirada: Fred.

Abro los ojos a la vez que me empuja y coloca su antebrazo en mi cuello. Agarró su brazo con la intención de quitármelo del cuello pero el aprieta aún más haciendo presión y dificultando mi respiración.

Isabela y sus amigas llegan y se colocan detrás de Fred, sonriendo.

-¿Qué es lo que tramas? -inquiere el tal Fred mirándome fijamente, con seriedad. Sus ojos negros me atraviesan y casi siento que desfallezco cuando intento abrir la boca para hablar aun con su antebrazo presionándome.

-No sé de qué hablas. -logro decir.

-Mentirosa. -se mete Isabela.

-Porque Aren, Devon, Dante y Drew te defienden. ¿Qué es lo que has hecho?¿qué es lo que sois? -quiere saber el chico lleno de piercings que casi me esta ahorcando.

-No somos nada y no he hecho nada. -respondo tratando de sonar convincente.

-Mentirosa, el otro día Aren me rechazó delante suya. Y hoy lo ha vuelto a hacer -replica una de las amigas de Isabela. -Aren nunca me había rechazado.

El psiquiátrico de las libertades (en proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora