CAPITULO VIII OJOS DE LUNA

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Aquino y Cejo habían tenido un gran viaje hasta el hogar del Dragón para rescatar al gran amigo de este, aunque Cejo sospechaba que más que una amistad se trataba de un cariño aún más significativo.

En fin, al llegar encontraron una gran adversidad, no sabían ni imaginaban el cómo podrían lograr entrar sin ser descubiertos en el acto. Carcomido por la desesperación, Aquino llevó a Cejo a rastras a un lugar poco habitado del castillo, este era un pequeño sótano que cómo se podrían imaginar era poco o casi nula la seguridad de aquel lugar, por ende Aquino usaba tal lugar como un espacio tranquilo, dónde podría reflexionar de si mismo, pero hoy no, hoy ese lugar de paz y tranquilidad sería usado para que nuestro protagonista pudiera acceder sin ser visto por los aterradores guardias del castillo, estaba siendo algo descuidado, pero el deseaba más que todo el encontrar a su amigo y poder volver a cómo eran antes, cuidados, diversión y cariño. El dragón de cabellos castaños esperaba volver a disfrutar la sonrisa del hada, deseaba más que nunca poder admirar tales ojos tan grandes y tan profundos. Esos ojos de amatista que lo hacían perderse en sus pensamientos. Tal y como pasó justo ahora, Aquino sacudió su cabeza para concentrase en su misión y seguir con su plan.

Ya al estar en el sótano observaron que estaba aún más oscuro de lo que imaginaban, esto al ser una dificultad les costó un poco el encontrar la puerta que daba la salida a uno de los pasillos, caminaron un rato hasta que pudieron visualizar a un guardia que se dirigía hacia ellos, en seguida se escondieron en una habitación que no estaba muy lejos de ellos, por suerte y por el guión no consigueron ser atrapados, pero aún así lograron escuchar al guardia dirigirse a otro de ellos.

-hey David, ¿Cómo te ah ido?, Escuchaste del hada que fue llevada al calabozo? Se dice que ella sabe el paradero de nuestro príncipe, cosa que me impresiona, el príncipe no suele juntarse con gente tan "insignificante"- última palabra dicha hizo que Aquino hiciera un movimiento brusco, que Cejo logró contener, no era el momento ni el lugar para eso.

- Oye tranquilo, no le des importancia a eso, solo dicen tonterías, mejor sigamos adelante- con voz serena Cejo consiguió tranquilizar a Aquino, era cierto lo que decía Cejo de todos modos.

Aunq había otra cosa que Aquino no comprendía del todo, ¿Cuál era la razón por la cual su padre había decidido encerrar a Duxo en un calabozo? Se sabe que era para sacarle información, pero, ¿Enserio su padre tenía el estómago y el corazón para dejar a alguien que es básicamente inofensivo en un lugar tan deplorable?, Esperaba que su padre no sea el tipo de persona que estaba imaginando en ese momento.

Ambos esperaron a que el guardia se distrayera para continuar, una vez esto sucedió ambos en un roudo movimiento y procurando guardar silencio se escabulleron y lentamente se dirigieron a dónde Aquino pensaba que se encontraba el hada, el cual era el aterrador calabozo que lo traumó desde pequeño, por ende nunca se atrevió a ir solo a ese espantoso lugar.

Ambos llegaron casi sin aliento, las escaleras que se utilizaban para llegar eran muy largas pero llegaron al fin al cabo.

A este punto le sorprendía a Aquino la facilidad con la que lograron entrar.¿Que tan poca seguridad tenía en su castillo?

-por favor ayúdame.- dijo con desesperación uno de los presos de ese lugar al castaño se le puso la piel de gallina, era terriblemente macabro lo que veía, ese hombre parecía no haber comido en milenios, estaba tan desnutrido que sus propios huesos lo lastiman, la cadenas en sus manos, pies y cuello apretaban y se notaba a simple vista lo deshidratado que se encontraba.

Cejo, por otro lado, comprendió la reacción de Aquino y lo llevó a otra parte. A lo lejos, se escuchaba una dulce melodia, el castaño la reconoció enseguida, ese era él! Tenía que ser él!.

Apresuró el paso y de inmediato encontró una celda más oscura que las demás, no podía abservar nada ahí pero estaba seguro de que de esa celda provenía aquel dulce canto.

- Duxo! Eres tu?- había puesto sus manos en la celda pero las apartó en el momento en el que una sombra se acercó hostilmente a su persona, está azotando de forma violenta los barrotes.

- vete- exclamó aquella sombra con voz ronca y sin emoción en ella.

- ¿qué?- respondió Aquino con incredulidad, cómo podían decirle algo así a él.

- ¡¡DIJE QUE TE FUERAS!!- Con aún más fuerza de la que ya había ejercido, golpeó la reja.

- hey hey, Locochón, no te comportes así vas a terminar haciéndote daño- era él...  ¡Realmente era él!.

- Duxo! Eres tu!, Estás bien!-

-... Cállate, no quiero hablar contigo- Duxo se dirigió a la pequeña cama que se encontraba en su celda y se costó, aunque siguió tarareando una dulce melodía, la melodía que cantó cuando, se conocieron.

- oye Aquino, es él?- Cejo interrumpiendo la tensión del lugar le hace la pregunta a Aquino.

- si- respondió de manera seca,realmente las crudas palabras que Duxo le había proporcionado le dolieron, y se notaba.

- pero parece que prefiere quedarse aquí antes de irse contigo-

- hey, sácame mejor a mi dulzura- Loco de forma muy descarada se dirige a Cejo- si salir de aquí significa pasar tiempo a tu lado por favor quiero que me saques- mencionó e hizo una cara "seductora" aunque Cejo lo vió como un pendejo.

- Locochón no? Cállate mejor oe-

Aquino seguía en su mente, de nuevo. Se sentía detestable, le daba completamente la razón a Duxo de estar así.

Pero aún extraña como era observado de forma tan detallada por esos hermosos ojos lila, por esos "ojos de luna".






Aleteo De Mariposa (Duxino) PAUSADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora