Capitulo 9

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Sirius había estado intentando mandarle cartas a su enamorado por los últimos 3 días ya que tenían cosas que hablar... aparte de que quería verlo; sin embargo, cada carta que mandaba, era inmediatamente devuelta.

Seguramente era por su prima, así que después de querer golpear su frente contra su escritorio, decidió que iría por el primer regalo para ir a pedir la autorización al matrimonio Malfoy e iniciar un cortejo formal con el omega.

Era tonto pero conocía a Narcissa y lo aburridos que son los sangre pura, no lo iban a aceptar fácilmente y mucho menos sin un regalo para iniciar el cortejo. Así que ese día salió lo más temprano posible, negándose a ir a comer en casa de los Potter, quería buscar alguna cosa bonita.

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Severus había recibido primero el paquete y al darse cuenta de lo que era, lo había tomado para correr directo a la casa del alfa. Después de 10 minutos había razonado que no sabía su dirección, así que conjuró un patronus para pedírsela.

No tardó en llegar, encontrándose con un Sirius terriblemente nervioso por la idea de ser rechazado. –Antes de que me digas algo ¿Le atiné?– preguntó nervioso.

Los dedos del omega tamborilearon sobre la mesa, nervioso por el pedido; abrió la caja y no pudo evitar soltar un bufido tembloroso, eran un par de muñecos que simulaban ser gemelos. Definitivamente les iban a encantar a sus hijos. 

Quizá Sirius no había sido el padre atento y cariñoso durante los primeros años, pero él no sabía de la existencia de sus cachorros, así que no era justo culparlo; lo único que estaba en su control era lo que haría a partir de ese día. 

Aunque trajera los parches, Black podía oler cómo su omega desprendía felicidad por cada poro de la piel, haciendo que su pecho se llenara de orgullo; llevaba días imaginando qué habría sido de su vida si ubiera asumido el rol que le correspondía y mientras buscaba una joya banal, había visto algo que le recordaba a sus cachorros. 

Tan solo la idea de por fin tener un compañero en las buenas y en las malas, hacía que Severus quisiera llorar. Estaba por hablar cuando el timbre sonó, sacándolos de su burbuja de fantasía. Sirius preguntó por la identidad de quien estaba al otro lado y una voz femenina respondió –Sara– encantada.

El auror se quedó congelado aún estando cerca del picaporte y Severus no tardó demasiado en formar una teoría, si iba a ser cortejado por el padre de sus niños, no quería piedras en el camino.

Se quitó los parches, tomó una chaqueta que estaba en el respaldo de una silla y se frotó el cuello, combinando sus aromas. Caminó rápidamente hacia la puerta y apartó al sangre pura para abrir la puerta de golpe, encontrándo una beta que en cuanto lo vió, cambió su expresión radicalmente.

De una sonrisa coqueta y una pose segura a una cara de impacto que combinaba con su postura encorvada, asustada de que un omega con el aroma de su ex-amante hubiera abierto la puerta.

No era necesario sentir sus feromonas para notar que estaba molesto, su cara de desprecio y desdén lo decía todo. –Mi alfa está ocupado, ¿necesitas algo?– respondió "desinteresado" aunque era evidente que estaba ardiendo en celos.

–N-no– respondió nerviosa, Severus después se sentiría mal por la pobre mujer pero ahora quería dejar en claro que Sirius ya no estaba disponible.

–Bien– respondió con una sonrisa y le cerró la puerta en la cara.

Apenas se dió la vuelta, fue recibido por un beso fugaz, que disipó cualquier molestia pero recordó las palabras que Cissy le había dicho. "–¡Prométeme que no volverás a verlo!–"

–Esto no le va a gustar a Narcissa– dijo amargamente.

–¿Qué tiene que ver ella entre nosotros?–

–Ella... es mi familia– hablaba metafóricamente, aunque su lazo familiar era más fuerte que cualquiera con su familia sanguínea.

–La misma familia que me dio la espalda cuando entré a Hogwarts– de pronto, el ambiente se volvió espeso y se separaron.

–¡Ella no te dió la espalda!– recordaba todas las miradas de anhelo que le había dedicado la rubia al gryffindor.

 –¡Ella incluso los justificaba!–

–¿Qué?– ¡no es cierto! Cissy era la persona más cariñosa y justa que conocía.

Sirius se sacó la camisa, dejando ver las cicatrices que lo atormentaron durante los primeros meses de su deceso. –Creí... creí que las habías eliminado con el ungüento– dijo suavemente.

–¿Las viste?– preguntó el auror sin aliento.

–Antes de irme... yo... vi tus recuerdos...– los gritos del pequeño Sirius le habían causado pesadillas.

–¡Entonces lo viste! los Black no son una buena familia– dijo esperanzado, buscando ser comprendido.

Severus estaba sin palabras, claro que había visto a Walburga ser un monstruo, pero también había visto a un pequeño Regulus en una esquina tapándose los oidos mientras su hermano mayor era castigado.

–Regulus y Narcissa no–

El aroma del más alto cambió un poco, dándole un toque más picante, señaló una de las cicatrices más grandes en su cuerpo –Esto lo hizo Bellatrix en las primeras vacaciones que regresé a la casa de esa arpía. Narcissa no hizo nada a pesar de estar ahí, ella solo se quedó quieta viendo mientras esa maldita me atacaba, ¿tienes idea de la impotencia que sentí?... le supliqué que me ayudara y... ¡ella no hizo nada!. Días después ella dijo que si yo no hubiera quedado en gryffindor, eso no habría pasado– relató con los ojos vidriosos.

–No... no... ella...– no se le ocurría una excusa, no había manera de justificar tal daño; era claro que Bellatrix estaba mal de la cabeza antes de casarse con Lestrange pero no se imaginaba que a tal grado.

–Ni siquiera tú puedes borrar el pasado, me niego a perderte solo por lo que Narcissa crea– lo tomó de las manos.

–Pero... si te acepto, voy a herir a mi mejor amiga. Y si no lo hago, nunca me lo voy a perdonar– susurró con los ojos llorosos.

–Ella te trató bien porque eras amigo de su pretendiente, jamás se imaginó que querría tanto a alguien cómo tú– había demasiada posibilidad de que eso fuera verídico, pero ya había ignorado esa idea por años y no quería pensar en eso.

–No se si pueda decepcionarla–

–No pienses en ella, piensa en nosotros– susurró, juntando sus cabezas.

–No quiero que los niños también salgan afectadas por esto–

–Les daremos todo el amor que merecen, tú y yo... cómo debió ser desde el principio–

¿Cómo es que Sirius conseguía que la idea de abandonar a sus amigos, sonara cómo que estaría bien? –Necesito mis cosas– dijo con un nudo en la garganta, cómo veredicto final.

–Iremos mañana, hoy ¿por qué no te quedas?– el ambiente se volvía más dulce poco a poco.

–Tengo miedo– admitió débilmente.

–Estaré junto a tí en cada momento– le prometió Sirius con cariño.

–Más te vale–



Parches para el aroma IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora