Ellos no iban a venir.
Kim-Cho Ryeo Wook bajó la mirada a la servilleta arrugada en su mano y tragó contra el nudo en la garganta. Las lágrimas le quemaron los párpados, y parpadeó rápidamente para disipar la amenaza de líquido.
A su lado, el camarero se cernía, preguntando por cuarta vez en la última hora que podía traerle alguna cosa.
No, a menos que pudiera entregar en mano a sus esposos.
Ondeó su mano al joven, en un gesto para que le dejara solo y luego rozó desafiante la esquina de su ojo. Sus labios temblorosos lo traicionaron, sin embargo. ¿Cómo podrían haber olvidado su aniversario? Una vez más.
Miró su reloj y se estremeció al darse cuenta de que estaban a una hora y media tarde de su reservación. No, no tarde. Ausentes. Al igual que habían estado ausentes de todas las otras citas que había arreglado los últimos meses.
Cada vez que se comprometieron a estar allí, juraron que lo compensarían, y cada vez se había quedado atragantándose en su miseria.
Pero esta noche... esta noche era especial. Con la palma de su mano alisó sobre su todavía plano abdomen, y curvó una sonrisa triste en sus labios. Iba a decirles en la noche de su quinto aniversario de boda que estaba embarazado. Solo que ahora estaba atrapado solo, sin nadie para compartir la noticia.
Solo. Le sorprendía que a pesar de que estaba en una relación con dos hombres, nunca se había sentido más solo en su vida. En un momento en que él debería sentir tanta alegría, le dolía el corazón de tristeza. ¿Cómo podía regocijarse en su embarazo, en la inminente paternidad, cuando él ni siquiera podía estar seguro de que su bebé tendría un padre en quién confiar?
La desolación obstruía su garganta, y le apretaba las vías respiratorias. No podía respirar alrededor del nudo creciente. ¿Cuándo había perdido la esperanza? Mirando hacia atrás, no pudo recordar la última vez que la sintió.
Colocando sus palmas hacia abajo sobre la mesa, se enderezó. Hizo un gesto con impaciencia hacia el camarero para que le traiga la cuenta. Cuando él se la presentó, el único punto en el recibo era una copa de vino que no había bebido a causa de su embarazo, buscó en su cartera unos cuantos billetes y los dejó sobre la mesa.
Se apresuró hacia la puerta donde el maître captó su atención.
— ¿Debo llamar un taxi para usted, joven Kim? —preguntó el hombre de más edad.
Él sonrió débilmente.
—Sí, por favor.
La compasión brillaba en sus ojos antes de que se alejara. Odiaba esa mirada. Él odió esa mirada. Odió la manera en que lo hizo sentir, olvidado, insignificante.
Un momento después, el portero lo escoltó a un taxi en espera y cerró la puerta tras él. Le suplicó la dirección al conductor con una voz temblorosa, luego se hundió en el asiento.
◈ ๑ ⁂ ๑ ⁂ ๑ ⁂ ๑ ⁂ ๑ ⁂ ๑ ⁂ ◈—Esto es un maldito desastre—dijo Cho Kyu Hyun a la vez que lanzó su teléfono celular a través de su oficina. Después de horas de negociar al teléfono y una llamada de conferencia fallida, nada se había resuelto.
Kim Ye Sung hizo un sonido lúgubre de un acuerdo desde la puerta.
—la pregunta es, ¿qué vamos a hacer al respecto?
Kyu Hyun miró a su compañero y metió las manos en los bolsillos de sus pantalones. Se volvió para mirar sobre el brillante horizonte de Ulsan, con la ira y la frustración golpeándole las sienes.
Se volvió hacia Ye Sung.
—Te diré lo que vamos a hacer. Vamos a subir a un maldito avión y arreglarlo.
Ye Sung asintió con la cabeza.
— ¿Tú tomarás Kim o Jang?
Kyu Hyun suspiró. A Ryeo Wook no le iba a gustar aquello. Demonios, a él no le gustaba. Pero Wook entendería, siempre lo hacía.
—Tomaré Seúl. Tú vuela a Nagoya y encárgate de Jang. Restriégale esos planos en su rostro. Una vez que los vea, no hay manera de que pueda rechazar nuestra propuesta. Voy a hacer lo mismo con Kim. No voy a permitir que la ganancia de todo un año de planificación se vaya por el inodoro. Tenemos mucho tiempo y dinero en esta cabalgata.
Ye Sung dio un paso más en la oficina de Kyu Hyun, Kyu Hyun apretó el botón de llamada de su asistente personal. En pocos momentos, Ko Hye Sung hizo una aparición puntual. Él realmente iba a incrementarle su salario. Tener que trabajar hasta bien entrada la noche era cada vez más habitual para él.
— ¿Sí, señor? —Dijo con recelo.
—Llame a nuestro piloto y que esté preparado para salir en una hora. Viajaré a Seúl. Luego necesito que reserve el primer vuelo disponible a Nagoya para Ye Sung.
Ella parpadeó sorprendida.
—Pero señor, ¿lo ha olvidado?
— ¿Olvidado qué? —ladró. No tenía tiempo para jugar juegos de adivinanzas. No cuando su compañía estaba al borde del éxito final. O el fracaso.
Sus labios se unieron en una línea de desaprobación.
—Usted y el señor Kim se supone que vuelan a Jeju mañana. Con el joven Cho.
—Ese es el joven Kim-Cho—dijo Ye Sung ligeramente.
A Kyu Hyun se le apretó el pecho, y un temor que no podía disipar se asentó sobre él. Intercambiaron miradas con Ye Sung, pero no pudo leer su expresión.
—El viaje tendrá que ser pospuesto. Algo ha surgido.
— ¿No lo es siempre? —murmuró Hye Sung.
Kyu Hyun miraba seguro de que no la había escuchado correctamente. Tal vez había que repensar el aumento de sueldo. Decidió hacer caso omiso de lo que fuera que su asistente había murmurado en voz baja.
—Consigue hacer los arreglos de los vuelos. Ahora. Infórmame tan pronto los tengas.
Hye Sung se volvió y salió rápidamente de la oficina.
—Wook va a estar decepcionado. —dijo Ye Sung suavemente.
Kyu Hyun cerró los ojos.
—Lo sé. Sin embargo no se puede evitar. No podemos dar la espalda a esto. Podemos reprogramarlo. Vamos a llevarlo a donde él quiera ir tan pronto como tengamos cerrado el trato de este nuevo hotel.
—Le voy a llamar—dijo Ye Sung, alcanzando el teléfono.
—Le voy a llamar desde el coche—dijo Kyu Hyun. No tenían tiempo que perder, y si era honesto, sabía que no quería hacerle frente a Ryeo Wook en ese momento, incluso por teléfono. Si él se permitía demasiado pensar acerca de él, diría que al diablo con el hotel y subirían al avión los tres juntos a Jeju.
—Llama a nuestro conductor en su lugar. Dile que esté enfrente en diez minutos. Podemos viajar juntos al aeropuerto.
Mientras Ye Sung levantó el teléfono, Kyu miró el regreso de Hye Sung.
—Su piloto está haciendo los planes de vuelo en estos momentos y tendrá el jet lleno de combustible y listo cuando usted llegue a La Guardia. Le reservé al Sr. Kim un vuelo a las diez y media. Usted necesita ponerse en marcha si quiere llegar a tiempo.
Kyu Hyun asintió con la cabeza. Hye Sung se volvió para irse, pero él la llamó.
— ¿Necesita algo más, señor?
Tragó saliva.
—Me gustaría que llame a Ryeo Wook mañana. Vea si hay algo que necesite.
La molestia brilló en los ojos de Hye Sung.
—Por supuesto, señor.
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La tercera rueda se revela
RomanceEsta historia no me pertenece, solo cambié nombres y algunas situaciones, la obra original es de Maya Banks (Stay wh1t m3), todos los derechos y créditos a ella. CR de las fotos usadas para la portada a quien corresponda