○ ✬『 Cɑpítʋlσ 9 Fiƞɑl 』 ✬ ○

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Con un nudo en el estómago, Ryeo Wook se sentó entre Kyu Hyun y Ye Sung en la sala de espera. Sentían su ansiedad, porque lo tocaban gentilmente con frecuencia, caricias tranquilizadoras destinadas a aliviarle las preocupaciones.

No había habido ningún indicio de que hubiese algún problema con su embarazo. La recuperación de su cirugía había sido sencilla y rápida. Pero aún podía saborear el miedo, pesado en su lengua, todavía recordaba ese terrible momento de despertarse y saber, sin lugar a dudas, que había perdido a su hijo.

Su estómago dio un giro violento cuando anunciaron su nombre. Agarrándose a las manos de Kyu Hyun y de Ye Sung, fue camino hacia la puerta con los pies firmes. Pasó los preliminares mecánicamente. Orinó en un vaso, permitió a la enfermera tomar sus signos vitales y respondió a preguntas en un tono monótono.

Kyu Hyun y Ye Sung lo miraban con preocupación, pero su único propósito era centrarse en ver a su bebé. Él medio temía que cuando hicieran la ecografía, fueran a encontrar algo horrible. Un escalofrío obró sobre sus hombros.

Varios agonizantes minutos -lo que parecieron horas- más tarde, el doctor entró, empujando el ecógrafo portátil. Él sonrió, la saludó y luego asintió a Kyu Hyun y Ye Sung.

—¿Está listo para ver a su bebé, señor Cho?— Preguntó el médico.

Él asintió con la cabeza, incapaz de hablar por temor a que pudiese vomitar. Kyu Hyun le ayudó recostarse de espaldas, y el médico metió un paño en la cintura de sus pantalones y tiró hacia abajo para exponer la ligera curva de su vientre. Después arregló la camisa debajo de su pecho.

Ye Sung se puso a la cabeza de la mesa de examen, Ryeo Wook estiró su mano, buscando la suya. Kyu Hyun observaba desde sus pies, ambas manos enroscadas alrededor de sus tobillos mientras sus dedos trazaban patrones nerviosos. Estaban tan preocupados como Ryeo Wook.

El médico trabajó en silencio. Le roció de gel tibio sobre su vientre tomó la sonda y trabajó formando un círculo cerrado, esparciendo la sustancia pegajosa. Todo alrededor se desvaneció, salvo la pantalla y las imágenes borrosas en negro, que entraban y salían de foco. No fue consciente de estar aguantando la respiración hasta que aumentó su mareo. Exhaló largamente luego inspiró profundamente.

—Aquí estamos— dijo el médico al tiempo que señalaba en el monitor.

Ryeo Wook miró con asombro a la pantalla. Podía distinguir una cabeza y un cuerpo. Podía ver los brazos y las piernas. El bebé se estaba moviendo. Escuchaba aturdido cómo el médico señalaba características. Le mostró el ritmo del corazón, los ojos, la nariz, la boca. Era un milagro.

—¿Quieres saber lo que tendrás?— Preguntó el médico.

Él abrió la boca, y la dejó así. ¿Quería saberlo? Dios, no importaba. El bebé estaba bien.

—Wookie, ¿quieres saber si es un niño o una niña?— Susurró Ye Sung cerca de su oído.

—S-sí, por favor— el entusiasmo zumbaba por sus venas. Era real. No había perdido a su bebé.

El médico tarareaba mientras sondeaba alrededor. Murmuró una o dos veces, probablemente para el bebé, y luego sonrió.

—Felicidades, appa. Usted va a tener un hermoso jovencito.

Era demasiado. Completo y totalmente abrumado, Ryeo Wook se puso a llorar. Grandes sollozos sacudieron su cuerpo. El doctor lo miró con preocupación, pero no podía parar. Era como si una compuerta se hubiese abierto de par en par.

Oyó a los hombres hablar a su alrededor, pero no procesó lo que estaban diciendo. Luego quedó solo con Ye Sung y Kyu Hyun. Kyu Hyun lo acercó y lo estrechó en sus brazos. Detrás de él, Ye Sung se sentó en el borde de la mesa de examen y le frotó la espalda con dulzura mientras murmuraba en su oído.

La tercera rueda se revelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora