○ ✬『 Cɑpítʋlσ 𝟺 』 ✬ ○

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—Dormir en la bañera no es una buena idea, Wookie.

Los ojos de Ryeo Wook se abrieron para ver a Kyu Hyun sentado en el borde de la bañera a sus pies, estudiándolo. Miró hacia donde Ye Sung se estaba afeitando en el lavabo, su cara todavía semi-cubierta con crema de afeitar.

—Estoy cansado— admitió.

Sabía que su embarazo tenía la culpa por algo de su fatiga. Sinceramente, había días en que ni siquiera podía sostener la cabeza, pero no había dormido bien en absoluto, desde que había dejado Ulsan para venir de vacaciones solo.

La expresión de Kyu Hyun se suavizó.

—Creo que todos podemos disfrutar de algo de descanso. Sé que dormiré bastante mejor contigo abrazado entre nosotros. ¿Qué dices de tomar una siesta, ordenar algún servicio de habitación y pasar el día juntos?

Tuvo la tentación. Dios, sonaba como el cielo. Su indecisión y la tentación debieron brillar en su rostro, porque los hombres se aprovecharon.

—Te voy a dar un masaje en los pies— dijo Ye Sung. —Kyu Hyun puede cepillarte el pelo. Siempre te encantó.

Las lágrimas pincharon sus párpados. Había pasado mucho tiempo desde que se habían ocupado de él. Les echaba tanto de menos que era un dolor físico. Echaba de menos aquellos días mucho más sencillos, cuando ellos no tenían nada más que el uno al otro.

—Se suponía que íbamos a hablar— dijo con firmeza.

—Y lo haremos— intervino Kyu Hyun. —No puedo pensar en una mejor manera de pasar el día. En la cama, contigo, hablando.

— ¿Sin sexo?— Dijo con una ceja levantada.

Kyu Hyun lanzó un hmmmph suave.

—Sin sexo— dijo Ye Sung, y Kyu Hyun le disparó una mirada malévola. Reprimió su sonrisa lánguida y empezó a lavar su cuerpo, levantando una pierna para deslizar el paño bajándolo antes de subir la otra. Dos pares de ojos masculinos estaban pegados al movimiento de la tela, e incapaz de resistirse a burlarlos un poco, levantó el brazo, haciendo que su pecho se elevara, saliendo a flote por encima del agua. Con cuidado, corrió la tela a lo largo de su brazo y luego en los tensos pezones. Kyu Hyun liberó su aliento en un siseo, y cambió su posición en el borde de la bañera. Sin embargo, su erección no podía ser disfrazada.

Sintiéndose sólo un poco culpable por haber inspirado la lujuria que no tenía intención de saciar, arrojó la toalla a un lado y comenzó a levantarse.

Kyu Hyun le tomó la mano, y después de un breve momento de vacilación, envolvió sus dedos alrededor de la suya y lo dejó tirar de él para estar de pie en la bañera. Burbujas de agua y jabón bajaron en cascada de su cuerpo, y salió a toda prisa a envolverse en la toalla que Ye Sung sostenía. Dejó que lo envolviera, no sólo por el calor de la toalla, sino por el calor de su abrazo cuando él lo cogió fuertemente a él.

—¿Qué quieres comer?— Preguntó Kyu Hyun. —Noté que no desayunaste.

Ryeo Wook sacudió la cabeza.

—Nada todavía. Voy a esperar a comer el almuerzo contigo y Ye Sung.

Tomó los extremos de la toalla, cerrándolos a manera de capa y salió del cuarto de baño, dejando que los hombres lo siguieran. La exuberancia de la cama lo llamó. Incapaz de resistirse, dejó caer la toalla, se arrastró hasta la mitad de la cama y colapsó boca abajo en medio de la almohada.

Cansado. Estaba tan cansado. La cama se hundió a su costado, y gentiles dedos tiraron de su barbilla.

—Siéntate, cariño, y te cepillaré el pelo.

Luchó con sus rodillas, pero por encima de su pecho miró los dedos de Kyu Hyun. Casi gimió cuando tiró de un pezón rígido. Se acomodó en la cabecera, luego la dio vuelta y la sentó hasta su culo quedó acunado entre sus muslos.

Ye Sung se sentó en el extremo de la cama y tomó uno de sus pies en sus manos. Cuando Kyu Hyun reunió mechones de su pelo, Ye Sung comenzó a masajearle el empeine. Ryeo Wook suspiró profundamente mientras los hombres lo cubrían con amor y afecto. Él lo absorbió como un desierto sediento de lluvia por una gota de agua.

Durante varios minutos, ellos lo atendieron, los únicos sonidos provenían de sus suspiros de placer. Cuando casi se durmió sentado, Kyu Hyun se inclinó y besó la curva de su cuello. Un delicado escalofrío bajó en cascada por su espina dorsal.

Ye Sung dejó caer su pie mientras Kyu Hyun maniobraba a sus espaldas. Rellenaron de almohadas y la acomodaron en el medio, y tomaron su lugar a cada lado de él. Ye Sung recostado sobre su lado, apoyando la mejilla en la palma de su mano mientras lo miraba. Kyu Hyun había adoptado una posición parecida dejando sus dedos deslizarse perezosamente sobre su cadera y en la pierna.

—No nos dejes, Ryeo Wook— dijo Kyu Hyun abruptamente. —Yo sé que estás herido y enojado, pero podemos resolverlo.

— ¿Podemos? ¿Ahora estás hablando por Ye Sung?

Ambos hombres se miraron sorprendidos de la amargura en su voz.

—Por supuesto que no habla por mí, Wook, pero en este caso, todo lo que dice es cierto. Podemos resolver esto. Te amo.

Curvó sus labios hacia abajo en una mueca resignada.

—Hay tanto que quiero decir— dijo con frustración. —tanto que debería haber dicho hace años.

—Entonces, dilo ahora— dijo Kyu Hyun tranquilamente. —No podemos arreglarlo si no sabemos lo que está mal, y maldita sea, Ryeo Wook, nosotros... Yo... quiero arreglarlo.

Wook miró sus dedos entrelazados sobre el regazo. Los apretaba hasta que las puntas blanquearon.

—Cada uno de ustedes se han estado relevando el uno al otro durante mucho tiempo. Asumiendo un enfoque de equipo para nuestra relación. —La protesta de Kyu Hyun no se hizo esperar, pero le hizo callar con una mirada. —Déjame terminar. Es cierto. Al principio ambos tomaron su compromiso conmigo muy seriamente. No dieron nada por sentado. Con el tiempo se hizo más fácil para los dos depender uno del otro en vez de alimentar su relación conmigo.

Kyu Hyun estranguló un sondo de irritación. Nunca había tenido un estomago dispuesto a conversaciones sensibleras-emocionales, y Ryeo Wook lo sabía, pero no lo pudo evitar esta vez. Su pequeño hombre lo habría dicho. Ye Sung fue más moderado. Él tenía una expresión casi culpable, como si Ryeo Wook hubiera tocado algo de lo que ya se había percatado.

—Eso es mentira— murmuró Kyu Hyun. Ryeo Wook lo miró de frente.

—Tú no tenías que estar todo el tiempo allí si Ye Sung estaba alrededor. Ye Sung no tenía que sentirse mal por perder una ocasión o evento especial si tú estabas ahí. Me etiquetaste en lugar de tratar nuestra relación como una de dos en vez de nosotros tres. La tenías buena. Uno de ustedes estaba en espera en todo momento. ¿No podían prestar atención al pobrecito de Ryeo Wook? Tiene dos esposos. Él no necesita mas de uno a su alrededor, ¿verdad? Bueno, te has equivocado.

Cruzó los brazos sobre su pecho y su ira creció.

—Eventualmente detuviste hasta eso, y ambos me excluyeron, colocaron todo por delante de mí, su negocio, sus colegas, incluso su asistente personal tiene más atención que yo.

—Estábamos ocupados haciendo que nuestro negocio sea un éxito— dijo Kyu Hyun tensamente.

—¿A expensas de tu matrimonio? Dime, Kyu Hyun, ¿valió la pena? He pensado durante mucho tiempo que el dinero y el éxito eran más importantes para ti que yo, pero quiero escucharlo. Quizás tengo que escucharlo, porque imaginárselo es mucho peor. Tal vez tengo que hacerle frente en vez de vacilar de un lado a otro preguntándome si estoy exagerando.

Ye Sung contuvo el aliento y los ojos de Kyu Hyun se agrandaron en estado de shock. Durante un largo momento, hubo un silencio total, como si ambos hombres estuvieran asimilando finalmente, que tan peligrosamente cerca estaban de una relación que no era salvable.

—Lo hicimos por ti— dijo Kyu Hyun, con voz tensa y baja. — Queríamos lo mejor para ti.

—Tú y Ye Sung son... eran lo mejor para mí.

Ryeo Wook estiró sus dedos y se cruzó de brazos, arrastrando sus manos hacia sus hombros en un esfuerzo de infundirse confort, cualquier cosa para que la sensación de vacío desapareciera.

—No puedo seguir viviendo así— susurró. —Merezco algo mejor.


Kyu Hyun miró a Ryeo Wook. Su esposo. Se veía completamente derrotado y pequeño y tan condenadamente triste. Peor aún, parecía resignado. No miraba ninguna otra opción que abandonarles. El pánico anudó su estómago. No podía hacerse a la idea de un futuro sin Ryeo Wook. No, no había estado muy presente.

Ye Sung y él se habían lanzado de cabeza a su empresa. Haciéndola un éxito. Nunca hubiera imaginado que podría costarle la única persona quien lo había amado cuando no tenía nada, había sido un don nadie. Intercambió miradas con Ye Sung, y Kyu Hyun pudo ver la misma desesperación en los ojos de su amigo. El sexo no solucionaría el problema. Ryeo Wook tenía mucha razón en eso. Demonios, ni siquiera sabía qué podría solucionar eso. O si podría solucionarse en absoluto.

Abrió la boca para hablar. Para decir algo, cualquier cosa, pero no salió nada. ¿Cómo podría compensar los años de dolor y negligencia en unos días? Parecía muy sencillo ahora. Podría haberlo hecho de manera muy diferente, pero Ryeo Wook tenía razón. Ye Sung y él lo habían dado por sentado. Siempre había permanecido junto a ellos, apoyándoles y amándoles incondicionalmente. Y ahora se enfrentaban a perderlo porque habían desperdiciado su talento.

Ye Sung se acercó y tomó la mano de Ryeo Wook. Él miró al otro hombre, con dolor y ardor en sus brillantes ojos.

—No te rindas, Wook— dijo Ye Sung con una voz que sonó muy cerca de suplicar. Pero infiernos, ahora Kyu Hyun le rogaría, si eso fuera lo que se necesitaba, y Ye Sung y él nunca habían mendigado por nada.

—Nosotros estamos aquí ahora. Danos las vacaciones que te prometimos. Es un punto de partida. Tenemos mucho que trabajar, pero no lo podemos hacer si no estás con nosotros.

—Sin teléfonos celulares, sin correo electrónico— intervino Kyu Hyun. —Sólo tú y nosotros. Danos la oportunidad de resolver esto, Ryeo Wook. No voy a dejarte ir sin luchar como el infierno.

Sus ojos se agrandaron y se volvió para mirar a Kyu Hyun.

— ¿Puedes hacer eso? ¿No tienes ofertas para trabajar, gente con quien mantenerte en contacto?

Kyu Hyun maldijo entre dientes. Entonces se acercó a acunar su barbilla.

—Tú eres más importante que todas esas cosas, bebé. Sé que no hemos actuado como tal, y tenemos mucho por hacer, para probártelo. Pero comenzaremos ahora.

La indecisión parpadeaba en sus expresivos ojos, dándole una fragilidad que inspiraba cada uno de sus instintos de protección. Y luego casi se echó a reír. ¿De protección? ¿Cuándo lo había protegido? Había estado valiéndose por sí mismo desde hacía años.

—Danos la oportunidad, Wookie— Ye Sung preguntó en voz baja. —Por favor.

—Respóndeme a una pregunta—, dijo Kyu Hyun, aún sosteniendo su barbilla. Su pulgar acarició su mejilla y luego sobre la plenitud de sus labios. — ¿Todavía nos amas?

Emoción líquida subió y brotó en sus ojos. Bajo de su tacto, sus labios temblaron y se estremecieron.

—Porque te amamos, cariño— dijo suavemente. —Todo eso no ha cambiado. Nunca cambiará.

—Te quiero— susurró Ryeo Wook. —Pero a veces... a veces simplemente no es suficiente.

—Lo será— dijo con firmeza. —Juro que lo será.

Kyu Hyun dejó caer la mano de su rostro, y miró entre Ye Sung y él. Ryeo Wook mordió su labio inferior entre los dientes, arrugando su frente en concentración. Le molestaba como el infierno que tuviera que detenerse y considerar por cuanto tiempo estaba dispuesto a quedarse con ellos.

— ¿Ryeo Wook?— la apremió.

—Muy bien— dijo. —Sin teléfonos celulares, sin mensajes de correo electrónico, sólo nosotros de vacaciones.

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La tercera rueda se revelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora