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El cielo brillaba con intensidad, y todo ese brillo era hecho por la luna. Esa bola gris que ilumina el cielo oscuro para tener una noche somnolienta y hermosa, para llenar tus sueños de alegría. Entregándonos su calor y su cariño como si fuéramos lo único para ella.
Pues eso lo sabía él, que la luna era una chica, una con el cabello blanco cuál nieve y puntas verdosas como el musgo, ojos claros e hipnotizantes, y una sonrisa cálida al igual que embriagante. Una que tenía la suerte de ver cada vez que está aparecía frente él en la noche, ya que era su único amigo y la única persona que la veía.
—¿Cómo es ir por todos los lugares del mundo mostrando tu dulzura? —le pregunto una noche a la transformación que tenía la luna para verlo.
—Maravilloso —respondió con calma y un ligero tono rosa en sus mejillas—. Cada ciudad, pueblo e imperio es maravilloso a su propia manera —explico dejando ver una sonrisa en sus labios.
Un "Oh" se escucho antes de seguir viendo el cielo estrellado.
La luna sonreía mientras movía sus manos alrededor de su representación estelar dejando ver unos brillos como estrellas entre estás. El chico la miraba con asombro, no al poder que ella tenía, si no a lo bella y sorprendente que era.
Le agradaba, la adoraba desde antes, desde que era pequeño miraba la luna con un amor por el glamur que está desprendía todas las noches. Hasta las más oscuras. Pero desde que la conoció en persona empezó a amar a la forma en la que está se mostraba, como demostraba su cariño a la humanidad, como trataba a cada ser con gentileza.
Pero...tenía miedo.
No podía decirle así como así sus sentimientos, su cariño a la bella luna.
No le importaba ser rechazado, mientras esté con ella todo estaría bien. Lo que más le preocupaba era que le odiara, que ya no le hablara y alejara su brillo de él, dejándolo completamente solo...
Se sentía mal, ocultar esos sentimientos lo lastimaba mentalmente, quería decirle, confesar todo lo que pensaba sobre ella, acompañarla cada inicio de la noche hasta el amanecer, cada hora, día, semana, mes, hasta año de su existencia. Estar para ella al igual que ella estuvo para él.
Suspiro y la volvió a mirar dejando notar como un sonrojo pasaba por sus mejillas mientras los nervios llegaban a su corazón, este temiendo ser desechado.
¿¡Que rayos!?
¡Hablaba de la luna!
Esa casi estrella que sin ser una por completo iluminaba su vida entera.
¡No sería capaz de dañar a nadie por querer hacerlo!
Ella no era así...
—¿Yashiro? —llamo por el nombre que ella le había mencionado para sentirse un poco más humana. La chica le miro con una leve sonrisa para alzar ligeramente una ceja en forma de curiosidad.
—¿Que sucede, Amane? —pregunto al ver cómo ese chico miraba directamente sus ojos reflejando ansiedad en estos.
—Siento un cariño por ti, luna —empezo a decir ganándose una sonrisa en parte de la chica, ella recordando el mismo cariño que le tenía a cada ser vivo—. Pero no es esa clase de cariño que se le puede tener a toda amistad y familiar, es uno más hermoso, uno que me hace querer estar contigo en cada momento de mi existencia, verte brillar como sabes hacer y escuchar cada historia que tengas de tus viajes.
Este cariño que siento...
—Es amor... —dijieron los dos al unisono para verse con asombro y con un claro sonrojo en sus mejillas.
La luna le miro con una sonrisa antes de besar su frente con cariño, tomo sus mejillas pasando cortos besos por estos dejando un polvo brillante y blanco en aquellas partes, este polvo formó la mitad de una luna en las dos mejillas. Al acabar con lo que hacía lo miro a los ojos sin soltar sus mejillas antes de dar una suave risa por ver la cara roja de su compañero, bajo su vista a sus labios para redirigir sus ojos a los contrarios con una petición silenciosa.
Él entendió esto por lo que empezó a tartamudear intentando contestar algo entendible ganándose más risas suaves de la luna.
A los pocos segundos de verse mutuamente juntaron sus labios completando la luna de sus mejillas con las de las mejillas contrarias.
Aunque este beso duro poco, el recuerdo en sus mentes se volvió eterno.
Al separarse se volvieron a mirar maravillados por la bella persona que tenían frente, la sonrisa del chico apareció en su boca para tomar las manos de la chica y sacarlas de sus mejilla antes de acercarse a su boca volviendo a juntar sus labios, ahora los dos correspondiendo aquel bello regalo que tenían.
El amor entre la luna y el humano se intensificó llegando a los oídos de todos haciendo un nuevo rumor de esa casa llamando al chico:
