Capitulo 5- La Pieza faltante del rompecabezas

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Al día siguiente volvieron a la tortuosa rutina de siempre, sin seguir teniendo pista alguna del asesino, el bastardo era más astuto de lo que se imaginaban haciendo que sea difícil pillarlo, cuando descubrían una nueva ubicación de donde se encontraba, entrando al bosque, al llegar dicho lugar, no encontraban a nadie, como si no estuviera.

A Caleb se le acababan las ideas y no podría dejar que todo su esfuerzo por tantos años se fuera al garete, sabía bien que el criminal intentaba jugar con él al más puro estilo del perro y el gato como si de un juguete se tratase, estaba cansado y colapsado mentalmente. Pero no era momento de rendirse, hizo una promesa.

Y aunque no lo parezca igual intervino en la mayoría de las batallas ayudando a sus soldados, junto a los capitanes de cada escuadrón, a pesar de ver morir en primera fila a leales compañeros de su bando, y también a los seres de orejas puntiagudas, obligado tuvo que seguir al frente, su deber también consistía en proteger a los suyos, por más que le duela atacar, no había otra opción considerando la idea de que si querían seguir con vida.

Se mantuvieron unos días más, aguantando todo lo que podían.

Hasta que un día, cuando un escuadrón de hombres se dirigió a otra de las tantas batallas contra otro grupo de Nidaes. En el momento de que agarraron sus armas y apuntaron a sus enemigos, tal era la sorpresa de todos cuando la potencia de las pistolas dio en el blanco a unos pocos soldados élficos acabando con ellos sin problemas.

Uno de los soldados, con temblores en las manos miro su pistola con asombro, como otro hizo lo mismo con una escopeta y otro con su rifle, ¿Cómo han tenido esta mejoría de la noche a la mañana?

Las armas mágicas que igual participaban igualmente tuvieron gran impacto, la mayoría de ellas dejaban lesionados al enemigo inmovilizándolos al momento a causa del intenso dolor impidiéndoles seguir.

Los soldados del rey comprendieron el efecto que producía al equipo contrario, debido a esto, estaban dando marcha atrás agarrando a los heridos que no eran pocos y dejando a los muertos en el campo de batalla retirándose.

No tenían ni la más remota idea de lo que acababa de pasar, pero era ideal de usar las "nuevas" armas para remontar, al menos para frenar el ataque de los elfos lastimándolos sin llegar a causar más muertas haciendo así, que igual se asusten de perder a más de sus soldados.

Alexander veía desde la ventana más alta del castillo el resultado de las armas que había mejorado junto a las mágicas, haciendo que las batallas estuvieran igualadas, sonrió para sí, esa parte del plan estaba funcionando como quería, poniendo a raya a los elfos, pero, sabía bien que tenía que darse prisa, la potencia de las armas supera el triple el impacto de una pistola normal, era el momento de encontrar al homicida.

En la noche, mientras todos dormitaban, el príncipe aprovecho para recoger todas las pistas e investigación que su padre había recogido del asesino, completamente todo; con la intención de echarle una mano hizo una investigación por su cuenta para dar con el maniático.

-vamos a ver...-dijo en voz baja mientras de alejaba de la mesa, metiendo la mano dentro del bolsillo de su pantalón y sacando en el un folio de tamaño pequeño con las pistas que logro encontrar sobre el sujeto- lo que encontré es que solo comete sus crímenes en la noche, su vestimenta es oscura, para camuflarse mejor en la oscuridad, es muy hábil con armas blancas, teniendo dos dagas y, parece ser que odia completamente la magia, solo va a por elfos y a veces a por los humanos que están con ellos- alejo el papel un momento- hm... tiene que haber alguna razón para que los odie tanto...

Erasys: El mundo del mañana -Agalerd-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora