Capitulo 3- Todo sera como antes, te lo prometo.

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Año 2920 E.A (Edad Antigua)

5 de mayo 2:30 AM

Desde la declaración de guerra de los elfos hace cinco años, los humanos no volvieron a estar tranquilos, con ambas razas distanciadas a causa del odio y, sin saber si aquellos seres mágicos desatarían algún ataque sorpresa.

Habrán sido grandes compañeros, aliados, una familia, pero saben bien que al ser seres mágicos y con habilidades sobrehumanas, en combate alcanzan una buena ventaja.


Pero no se echarán atrás.

En la madrugada el marques revisaba, como las otras noches, cada ficha de las personas que trabajaban en el castillo, tanto sirvientes, soldados, mayordomos o capitanes de escuadrones de sus hombres; sin perder tiempo buscaba al homicida, sus hombres revisaron la cuidad entera pero no hubo éxito.

Después de todo, era imposible que un simple ciudadano hubiera podido entrar en el interior del palacio élfico a mitad de la noche sin que nadie se diera cuenta, con gran agilidad, solo Ruvys, que ni él pudo ver por completo su rostro para descubrir su identidad; enseguida descarto la idea de que el asesino fuera un civil.

¿podría ser alguien del castillo? Lo dudo por un momento, pero no lo descartaba en absoluto, por esa razón, su mesa acabo tapada por los tantos expedientes de los que habitaban en el interior del palacio, aunque tuviera solo un dato del homicida que era su género. No quería desaprovechar oportunidad alguna que se le presentara, aunque tomaba pequeños descansos de vez en cuando pero no eran suficientes, siempre terminaba trabajando más de la cuenta, había hecho una promesa.

Rodeado de las fichas de los residentes masculinos repasaba una y otra vez cada una, mirando los datos, habilidades, tratando de conseguir alguna pista que le ayudara a dar con ese asesino, pero por el momento no tenía nada. Dio un suspiro de frustración. Maldita sea, es más difícil de lo que parece.

-Mierda...- dijo, poniendo ambas manos a cada lado de su cabeza, abriendo sus brazos y cargando el peso de su cuerpo en estos con expresión seria, mirando todos los papeles esparcidos en la mesa como si así pudiera encontrar a la alimaña, como su fuera tan fácil- No te escaparas... seas quien seas, te estamos buscando.

Se incorporo estirando su cuerpo sintiendo un cosquilleo por su columna enderezándola, demasiado por hoy, sin darse cuenta eran casi las tres de la mañana y necesitaba descansar.

Recogió todos los papeles poniéndolos encima de una pequeña mesita unos encima de otro formando una pila ordenados, cuando salió fuera vio al joven rubio en medio del pasillo acercándose a paso lento.

- ¿No puedes dormir? - Alex negó con la cabeza a modo de respuesta, el hombre noto que lucía cansado, desde que empezó el conflicto ha tenido problemas para descansar a causa del estrés. - hum... vamos, en la cocina te hago una taza de leche caliente, te podrá ayudar a conciliar el sueño.

No tuvo respuesta de vuelta, simplemente comenzó a seguirle hasta la cocina.

Están en una guerra que probablemente marque la historia de Erasys, contra una raza que son superiores a ellos con habilidades implacables, sin descartar el detalle de que tienen control en la magia, obvio el muchacho estaba aterrado por la situación, ya que nunca ha estado en una guerra como tal y admitía que la situación le intimidaba bastante.

En las primeras semanas trato de ayudar a causa de su naturaleza, pero fueron algunas que casi perdía la vida y Caleb, obviamente no permitiendo que tuviera su final, le prohibió que saliera del castillo lo máximo posible, por su seguridad.
A pesar de todo, no perdió la comunicación con su querida elfa, gracias a un aparato (que Alexander le dio otro a la chica) parecido a un teléfono móvil, podían conversar sin importar cuán lejos estaban el uno del otro; por consiguiente, estuvieron al tanto de lo que pasaba en sus reinos, aparte de otras conversaciones que le ayudaban a ambos a perder la noción del tiempo y a desconectar.

Sin embargo, se extrañaban, echaban de menos abrazarse, sentir el calor, los besos, aquellas caricias que hacían que sintieran una descarga que sacudía hasta sus almas, oh, como la añoraba.

Al llegar a la cocina Caleb se dirigió al frigorífico para agarrar la leche y azúcar para darle sabor, preparando la bebida en silencio mientras el joven esperaba sentando en la silla con las manos apoyadas en la mesa, de vez en cuando lo miraba por encima del hombro. Luego cuando ya la tenía lista, introdujo el vaso con la bebida dentro del microondas para envidiarle unos minutos.

El timbre del aparato lo aviso de que la leche estaba lista, tomo el vaso con cuidado y lo dejo en la mesa.

-bueno… aquí tienes campeón, cuidado que está caliente, no te quemes -dijo con una suave sonrisa, esperando que la leche caliente le ayudará, aunque sea un poco, se sentó a su lado esperando que articulará alguna palabra, hasta que suspiro pesadamente para después mirar a su padre.

-porque… ¿Hemos acabado así? - susurro casi arrastrando cada palabra- entiendo que algunos no les agraden los elfos, es normal ya que… como siempre me has dicho, no hay que caerle bien a todo el mundo, aun así, todos estos años hemos vivido bien con ellos, pero… no llegue a pensar que alguien tuviera tanto odio hacia ellos para llegar a cometer un asesinato y ahora… de la noche a la mañana ganamos el odio de toda la raza, sin que se libre nadie para acabar en esta estúpida guerra.

Caleb se quedó callado, pero a su hijo no le faltaba razón, absolutamente nadie se esperaba que alguien llegara a matar al rey elfo a sangre fría, ¿acaso el odio de aquella persona es tan alto para hacer tal atrocidad? O ¿simplemente seria celos? Lo que hubiera sido personas inocentes están muriendo de las dos razas, con los elfos en su contra y todo en una guerra que pillo a todos con la guardia baja.

El joven príncipe tomó la taza con cuidado entre sus manos sintiendo la cerámica aun templada por el calor del líquido, antes de que tomara los primeros sorbos soplo cuidadosamente y lentamente empezó a beber para no quemarse. Con su mente llena de preocupaciones, la seguridad de su padre que, aunque era el rey tenía claro que los elfos quieren su cabeza en bandeja de plata poniéndolo injustamente como principal sospechoso, eso le aterraba solo de pensar en la idea de perderlo.

Entonces, la voz de su padre lo saco de su letargo llamándolo, lo miro a los ojos y el gobernante poso su mano en los cabellos dorados del joven acariciándolos lentamente transmitiéndole calma.

-Entiendo muy bien, el terror que tienes en el cuerpo hijo, todos de aquí estamos preocupados de que nos deparada el destino- respiro hondo, haciendo una pequeña pausa y siguió- Pero mira, estamos juntos en esto ¿hm? No pienso dejar que ese maldito siga estando en libertad, me prometí a mí mismo que lo encontraría para que page por todo lo que ha hecho y está haciendo.

-Por... Falaven.

-Por él, por nuestro pueblo, por tu seguridad y, por parar este enfrentamiento tan absurdo entre razas- dijo con una expresión firme y con tono decidido siendo totalmente sincero con cada palabra.

De pronto, en ese momento Alexander pudo ver un rayo de esperanza al escuchar las palabras de su padre, haciéndole entrar en razón, calmándolo y quitándole a la vez el miedo. Volviendo a ser el mismo de siempre.

Sonrió ampliamente cuando la energía negativa que lo invadió tanto tiempo abandono su cuerpo de forma automática sintiéndose libre como si una hoja se dejara llevar por el aire otoñal, con su mente relajada; realmente necesitaba escuchar aquellas palabras, y su padre no era la excepción. Rayos, Caleb si sabe bien animar en momentos necesarios, casi como un don.


-Vamos a salir de esta, Papá, lograremos para la guerra, vengar a Falaven, recuperar la confianza de los elfos- se levantó de la silla rápidamente como si hubiera recibido una pequeña chispa- ese hombre tiene las horas contadas, lo pillaremos, ahora si tienes toda mi ayuda, y esta vez no quiero un no como respuesta.

Caleb se quedó asombrado por el cambio tan rápido de ánimo a uno mucho mejor, mirando a esos azules ojos brillando de nuevo le hizo sonreír, puede que se haya pasado un poco la última vez, pero era el miedo a perderlo que lo obligo a hacer esa orden de que no saliera del castillo.

Ahora bien, aceptara su ayuda.

-Así me gusta Alexander, ya verás que todo volverá a ser como antes, lo conseguiremos.

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¡Ame escribir este capítulo con todo mi ser! Y es de los que más me han costado, las cosas como son xD.

A decir verdad antes tenia solo 5 pobres páginas y al volverlo a escribir paso a tener en total 10✨, me encanta como va esto de rapido y el apoyo que esta teniendo qq.

¡gracias por leer!

Erasys: El mundo del mañana -Agalerd-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora