capítulo 11. epílogo

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Louis pasa su lengua por el glaseado del pastelito, suspirando cuándo el sabor explota en sus papilas gustativas. Ha tenido que escaparse de esos odiosos alfas que no lo dejan comer azúcar. Éste es su quinto pastelito y está muy orgulloso y feliz de haber huido, sí.

- Louis. - Escucha la voz de Edward y se mete el pastelito completo a la boca, frunciéndole el ceño al alfa, que pone los ojos en blanco. - ¡Aquí está!

Y con ésto, aparece Harry, adentrándose en la alacena de la casa de los Styles, junto a Edward, ambos mirándolo desaprobatoriamente y quitándole la bandeja repleta de postres azucarados.

- Ya no más. - Dice Harry, tendiéndole una botella de agua, Louis hace puchero y la recibe, tomando un gran trago de ésta.

- Bebé vá a salir amargado cómo ustedes. - Dice el omega, los alfas no le hacen caso, sacándolo de su escondite, a la vez que dejan la bandeja sobre la isla.

- Amor, ya habías comido donas ésta semana, ya no eran necesarios éstos pastelillos...

- Sí, Lou, ¿Cuántos has comido?

- Sólo 2, lo prometo. - Responde, haciendo puchero. Edward suspira y asiente, rindiéndose y dándole un suave beso. Harry mira hacía todos lados, fijándose que no haya nadie cerca y se acerca al omega, dándole un suave beso también.

Estaban en la casa de Anne, quién había organizado una fiesta de bienvenida para ellos y también de celebración por el embarazo del omega. Cuándo el ojiazul vió la mesa de postres pensó que estaba en el paraíso.

Nadie en la familia sabía que los 3 estaban enlazados, no querían explicarlo, así que el ojiazul había optado por usar un cuello de tortuga, aunque el clima no se prestara para esa vestimenta.

No estaba feliz con ocultar sus preciosas marcas, pero no quería poner en una situación incómoda a sus alfas. Al final, sólo importaba lo que ellos querían y tenían, no la opinión de los demás.

Aunque bueno, Anne ya había notado el comportamiento extraño entre Louis y Harry, en cómo el omega parecía necesitar el toque de ambos alfas, sino no estaba tranquilo, y la forma en la que el olor de los 3 estaba compenetrado.

El omega se acurruca en el pecho de Harry, aspirando su olor y frotando su mejilla contra el inicio del cuello del alfa. El menor de los alfas sonríe, abrazándolo con uno de sus brazos, mientras que con el otro atrae a Edward cerca, por un beso.

- Ay, quiero ir a casa, ni siquiera podemos compartir habitación aquí, ya no quiero socializar con la familia. - Dice Louis, ganándose una risa de los alfas, quiénes asienten de acuerdo.

- Lo sabemos, mi sol, pero sólo serán unos días, ¿sí? Pronto estaremos en nuestra casa.

Harry besa la mejilla de Edward, justo dónde se marca uno de sus hoyuelos, asintiendo de acuerdo.

Un carraspeo los saca su burbuja y Harry cierra los ojos arrugando la nariz. Demonios, ¿los habían atrapado?

- Mamá hará un brindis, vamos. -Dice Gemma, sin mencionar nada sobre lo que acaba de presenciar.

Louis suelta una risita y se libera de los brazos de los alfas, asintiendo y caminando hasta Gemma, quién lo recibe con una sonrisa, antes de enganchar sus brazos juntos y salir de la cocina.

- Respira, bebé, no pasa nada, ¿sí? Son nuestra familia. - Dice Edward, tomando el rostro de Harry entre sus manos, antes de darle un beso. Harry sonríe, asintiendo y abrazándolo un momento, antes de que salgan al patio.

Después del brindis y los Styles felicitando a Louis y Edward por el embarazo, el omega vuelve a escapar, pero ésta vez Harry es más rápido, corriendo tras él, bajo la divertida mirada de Anne y Edward, que se quedan en el jardín.

MÉNAGE Á TROIS  - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora