capítulo 13. Le zèle

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Harry despierta esa mañana, sintiéndose caliente y sediento. Siente besos en su cuello, e inclina la cabeza hacía un lado, dando más acceso.

- Buenos días. - Saluda Edward, acariciándole la cintura. Harry suspira - jadea. -, tomando el rostro del alfa con sus manos, en busca de un beso.

El beso se vuelve demandante en cuestión de segundos, Harry nota lo caliente que Edward está, casi se podría decir afiebrado. Su cuerpo se siente igual de ansioso que los movimientos que brinda su gemelo y no es necesario más de 1 minuto para que se dé cuenta.

Están en celo.

Están en celo y Louis no está aquí, porque ha salido muy temprano cómo siempre, ha dejar al pequeño Uriel en el kinder.

-¿Podemos? - Pregunta Edward, su mano posándose en la dura erección del alfa, que tiembla entre sus brazos. Harry traga saliva y se muerde el labio, asintiendo.

Hasta el momento no se habían atendido mutuamente en sus celos, Louis siempre estaba para cuidarlos. Pero últimamente todos habían estado tan ocupados que no habían prestado atención al calendario.

Sus bocas vuelven a chocar juntas, en un beso desenfrenado. Harry se concentra en bajarle los boxers a Edward, mientras el alfa le besa el cuello y le frota su dura erección aún sobre sus pantalones de pijama.

Cuándo la erección de Edward está libre, el mayor de los alfas desnuda a Harry, quién maniobra para quedar a horcajadas sobre el alfa, empezando a frotarse descaradamente sobre su hinchada polla.

Edward por su parte, posa una de sus grandes manos en las estrechas caderas del lindo alfa sobre él, mientras que, con su mano libre, se estira a buscar el lubricante en el cajón de la mesita de noche. Harry se lo arrebata de las manos, demasiado ansioso y necesitado cómo para disimular. Quita la tapa y suelta una muy buena cantidad - excesiva -, sobre su palma, la cuál lleva hacía su entrada, la cuál lubrica bien, antes de hacer lo mismo con la erección de su gemelo, quién respira irregular.

Sin preparación previa, alinea el miembro de Edward contra sí mismo, sentándose hasta el fondo, disfrutando de cómo sus paredes se estiran para recibirlo. Un ronco gemido escapa de ambas bocas, que no tardan en volver a juntarse, antes de que el menor de los alfas empiece a mover sus caderas en amplios círculos, jadeando en la boca del otro, que le aprieta las nalgas con brusquedad.

Harry se yergue, afianzando sus manos al pecho musculoso de Edward, antes de empezar a saltar con rapidez, tomando toda la gruesa polla en su apretado interior, casi gritando cuándo el glande cepilla contra su próstata sin parar.

- Joder, que hermoso te ves. - Gruñe Edward, dándole una fuerte nalgada, a lo que el de cabellos largos sólo puede gemir complacido, empujándose hasta el fondo y serpenteando sus caderas.

La lengua de Edward se posa en los marrones pezones de Harry, chupándolo y mordisqueándolo con un poco de fuerza. Cómo le gusta a su alfa.

Harry gime, apretándose y abrazando a Edward, quién aprieta sus nalgas y las separa, empezando a elevar sus caderas hacía él, penetrándolo rápidamente. Sus largos dedos rozando la estirada y llena entrada, gruñendo de placer al estar enterrado en el cálido interior de su gemelo.

Harry dá una lamida en la barbilla de Edward, quién sonríe, acercando sus labios al otro alfa, en busca de un beso que no recibe, ya que Harry le gime en la boca, mirándolo directamente a los ojos, mientras se mueve con una lentitud exquisita.

- Te voy a destrozar. – Gruñe Edward, dándole una nueva nalgada y saliendo del apretado interior, obligándolo a colocarse en sus manos y rodillas para él. Harry gimotea, suspirando cuándo siente más lubricante caer sobre su estirado agujero.

MÉNAGE Á TROIS  - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora