La venganza no te devolverá lo que perdiste, debes aprender a perdonar.
¿Pero cómo perdonar cuando te quitan todo lo que te importa en la vida?
No se puede huir del pasado, en algún momento tienes que afrontar las consecuencias de tus acciones.
Y co...
Era fácil perderme en mis pensamientos viendo a las personas en Jackson pasar, se veían felices charlando entre familiares y amigos, algo que no era tan sencillo para mí. A pesar de haber pasado cuatro años en Jackson, me seguía sintiendo ajeno a la comunidad.
- ¡Hey Raptor, aquí están! -
Aquel llamado captó mi atención, mi último cliente del día había llegado, tan escandaloso como siempre.
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- Al menos disimula... - susurré mientras Jesse me entregaba un par de guantes y una bufanda.
- Sólo es ropa, exagerado. –
- Como sea, te aviso que dejaré de trabajar la siguiente semana. –
- ¿María otra vez? –
- Sí... no me puedo quejar, al menos no me ha expulsado de aquí. –
- Agradécele a Tommy entonces. –
Estaba revisando los guantes que Jesse me entregó cuando pasando por la calle pude ver a un grupo de chicos de mi edad, riéndose mientras me veían. –
- Otra vez no... -
- ¡Oye Raptor! Te regalo mi colección de cartas si te alejas de mi novia, no quiero que se haga lesbiana. –
- Gracias por espantar a Ellie y Cat, idiota. ¡Un chasqueador besa mejor que tú! –
- ¡¿Y tú cómo sabes eso, imbécil?! –
- Con Dina ya van tres mujeres que se te espantan, y ni siquiera besaste a la última. –
- ¡Mejor suerte para la próxima! – gritaron ese par de idiotas mientras se alejaban.
Desde que Ellie había contado la anécdota de nuestro beso en una reunión con sus amigos, el rumor se extendió como la pólvora y ahora tenía la peor fama de todo Jackson.
- Mierda, un maldito beso me jodió la vida... - susurré.
- ¿Qué fue lo que pasó con Cat? Ellie no me ha querido contar. – preguntó Jesse.
- Ya te imaginas qué paso. Me besó una noche en una reunión poco después de llegar a Jackson. –
- ¿Y? –
- Pues... a Cat le gustaba Ellie y a ellas les pareció gracioso besarme antes de declararse lesbianas... Ahora soy el maldito chiste andante de la ciudad. –
- ¿Sólo es eso? No es tan grave. Debes ser más seguro de ti mismo, si salieras con nosotros esa fama se desvanecería. –
- Las únicas dos veces que salí con ustedes fueron horribles. La primera Ellie contó su maldita anécdota y la segunda pasó lo de Cat. No quiero una tercera... Por cierto, ¿Dina? ¿De qué hablan? –
- ¿No lo sabes? Dina y Ellie parecen... muy unidas, aunque no han llegado a nada aún. Es raro porque se nota de lejos que se atraen. – me contó Jesse.
