Primeras palabras [Annissa]

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—Hola mami —Jane sacudía la mano de Lou de un lado a otro mientras agudizaba la voz, haciendo que la bebé riera. Larissa la tomó y empezó a llenarla de besos. La había extrañado, sin duda, como todos los días. Jane suspiró con alivio y se frotó los brazos.

—¿Te sucede algo? —preguntó Larissa.

—Mis brazos están adoloridos —expresó con una mueca—. Lou está más pesada cada día. Extraño cuando tan solo tenía cinco meses.

—Qué exagerada eres, Jane.

—Lo dice porque sus brazos son más fuertes que los míos.

—¡Mi amor! —Anne dejó caer su bolso en el sofá y extendió los brazos hacia la bebé.

Ella los aceptó enseguida y Larissa no tuvo otra opción más que entregársela. Anne besó sus mejillas rosadas y Lou reía cada vez más fuerte, mostrando sus encillas y agitando sus pequeños brazos.

Había cumplido los diez meses ya y era una bebé fuerte, inteligente y muy sana. Aún no mostraba indicios de su habilidad, pero incluso si resultaba no tener una, eso no importaba. Anne y Larissa no iban a dejar de amarla.

—¿Todo bien? —preguntó mientras acomodaba a Lou en el otro brazo. A ella también la rendía fácilmente—. ¿No tuviste ningún problema?

—Lou es la bebé más tranquila que he conocido. Ella nunca me da problemas. Aunque hoy estuvo un poco más inquieta en cuanto a balbucear. Creo que se está esforzando para hablar.

—¿Si? —Larissa se giró a verla y Lou le extendió los brazos. Anne se la entregó sin dudarlo y la bebé empezó a jugar con el prendedor de su madre, dejando escapar tenues balbuceos—. ¿Te gusta mi amor? ¿Quieres uno igual?

Lou continuó haciendo sonidos y reía de vez en cuando. Anne despidió a Jane y después subió a cambiarse. Tomó a Lou para que Larissa pudiera hacerlo y jugaron un momento con ella antes de empezar preparar la cena. O más bien, antes de que Larissa lo hiciera.

Habían logrado organizarse muy bien después de esos meses y ahora no lograban imaginar sus vidas sin la presencia de Lou. Anne estaba en la sala, habían corrido los sillones y estaba sentada en el piso, sobre la manta de juegos y agitaba los juguetes frente a Lou mientras Larissa cocinaba.

—¿Cuándo crees que empiece a caminar?

—Apenas tiene diez meses, Anne.

—Pero el doctor dijo que podría haberlo hecho desde los nueve —empezó a jugar con el pequeño piano de colores y Lou agitó el sonajero, acompañándola en la melodía. Anne rió y continuó tocando.

—Dijo que algunos lo hacen a esa edad. No todos -mencionó Larissa.

—Es que yo quiero que lo haga ya.

Larissa salió de la cocina y se acomodó de rodillas sobre la manta también. Ambas llevaban su pijama y un moño improvisado. Lou ahora estaba muy concentrada en morder el consolador y por un momento lo soltó. Presionó las manos sobre la manta y empezó a gatear sin rumbo. Anne la tomó por su diminuta cintura y la detuvo al ver que quería salir hacia la cerámica.

—Lo hará cuando se sienta lista —le dijo Larissa—. Hemos seguido todas las instrucciones y consejos, solo debemos respetar su tiempo.

—Supongo que tienes razón —expresó sin mucho ánimo.

Lou volvió a tomar el sonajero y lo agitó con fuerza, haciendo reír a sus madres y riendo ella también. Larissa se inclinó para besar a Anne y Lou gateó con rapidez hacia ella, ubicándose en medio de ambas y extendiendo sus manos para tirar de su blusa, balbuceando y empezando a inquietarse.

𝘖𝘯𝘦 𝘚𝘩𝘰𝘵𝘴 / 𝘓𝘢𝘳𝘪𝘴𝘴𝘢 𝘞𝘦𝘦𝘮𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora