Primavera [Annissa]

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𝐴𝑛𝑛𝑒

ᴠᴀʀɪᴏs ᴀñᴏs ᴀɴᴛᴇs


¿Estás segura de que puedes quedarte sola? —me preguntó Claire mientras estábamos en la escalera. Nuestros padres habían asistido a una fiesta de maestros, así que esa era la oportunidad que ella tenía para verse con su novio—. ¿Ya no tienes fiebre?

—No, Claire, estoy bien —respondí con hastío. Estaba mintiendo, pero era la tercera vez que me hacía esa pregunta. Si le decía que no me sentía muy bien, Claire se negaría a salir—. Y no voy a estar sola, recuerda que Larissa vendrá a dormir. Te va a encubrir.

—Pero se está tardando —miró el reloj. Yo la seguí cuando empezó a bajar—. No quiero irme y dejarte sola. Tengo que esperarla.

—Yo voy a estar bien, tú ve a divertirte. Nunca lo haces. Solo te la pasas en la biblioteca o detrás de mí y Larissa como un fantasma.

—Son mis únicas amigas —repuso. Yo reí muy fuerte. Claire volteó a verme con el ceño fruncido. 

—Yo soy tu hermana menor, Claire. Y Larissa es mi mejor amiga. Ni siquiera has tenido una conversación de más de diez minutos con ella.

—Pero es la única de mi edad que me agrada —mencionó—. Como sea, ese no es el punto —me miró al estar al pie de la escalera. Claire era varios centímetros más alta que yo, le había heredado eso a nuestro padre, además de su habilidad. Pero ella decía que en su lugar habría preferido ser normi o un vampiro. Yo estaba un escalón más arriba, así que aproveché para arreglarle el fleco—. No quiero dejarte sola.

—Si no te vas ahora mismo te voy a estornudar en la cara —bromeé. Pero Claire se lo tomó muy en serio y retrocedió. Yo me apresuré a abrazarla, riendo. 

—Eres asquerosa, Anne, suéltame —se removió para librarse de mí. Una vez que lo consiguió, fue hacia el perchero. Mientras Claire buscaba su abrigo yo pensé en lo afortunada que era por parecerse físicamente a nuestra madre. Salvo por los ojos. No eran verdes sino azules. Yo odiaba ser como nuestro padre. 

—Solo quiero que tengas tu propia vida, Claire. Ya deja de cuidarme tanto, ya no soy una niña.

—Técnicamente lo eres —repuso mientras metía un brazo en la manga del abrigo—. Tienes quince años, mocosa.

—Y tú diecisiete —le recordé, con molestia por el hecho de que me llamara de esa forma—. Deberías estar en alguna fiesta, ebria o besándote con algún chico.

—Eso último lo haré en el cine.

—Bien por ti —sonreí—. Ve, se te está haciendo tarde —la empujé hacia la puerta. Claire se resistió y me miró.

—Espera, repasemos el plan —dijo. Yo asentí.

—Si mamá y papá regresan antes, le diré a Larissa que se haga pasar por ti.

—Y... —hizo un ademán con la mano para indicarme que continuara.

—Y dejaré la ventana abierta, claro.

—Con la escalera, Anne. Recuerda la escalera. Y dile a Larissa que no me imite si no es necesario. Es extraño.

—Ya vete —la empujé una vez más, hasta sacarla hacia el porche. Claire bajó los dos escalones con prisa—. ¡Y no me hagas tía tan pronto —le grité.

Claire rio sin dejar de caminar y yo me quedé ahí un momento, viendo cómo mi hermana se hacía pequeña en la carretera. Aunque era lo mejor, Claire no podía llevarse nuestra bicicleta porque entonces nuestros padres se darían cuenta de que ella no estaba. No podíamos arriesgarnos a desatar un problema más en casa. 

𝘖𝘯𝘦 𝘚𝘩𝘰𝘵𝘴 / 𝘓𝘢𝘳𝘪𝘴𝘴𝘢 𝘞𝘦𝘦𝘮𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora