El cumpleaños de Anne

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—Buenos días —susurró Larissa en el oído de Anne. Ella solo se removió y giró el rostro hacia el otro lado—. Feliz cumpleaños, mi amor.

Anne abrió los ojos al sentir un peso sobre su cuerpo y sonrió al ver a Lou luchando por subir de su abdomen a su pecho. La ayudó a subir y le dio un suave y tierno abrazo.

—Buenos días, florecita. ¿Cómo estás? ¿Mami te ha bañado ya? —volteó a ver a Larissa y ella solo asintió. Cargó a la bebé para que Anne pudiera incorporarse y después se sentó frente a ella.

—¿Dormiste bien? —le preguntó. Anne asintió y volvió a tomar a Lou. Le parecía extraño que Larissa no estuviera vestida formalmente y que al parecer Jane aún no había llegado.

—¿Qué hora es?

—Más de las ocho.

—¿Qué? —cuestionó con sorpresa—. ¿Y por qué seguimos aquí? Debería estar por mi segunda clase —intentó ponerse de pie, pero Larissa se lo impidió.

—Hoy no habrá trabajo —informó con una sonrisa—. Es tu cumpleaños y tengo algunos planes.

—Larissa... —ladeó la cabeza y Larissa descubrió nostalgia en su mirada, así que la abrazó, quedando Lou en medio de ellas, jugando con los pechos de Anne—. Sabes que no me gusta mi cumpleaños —dijo aún sin soltarla.

Sintió las pequeñas manos de Lou tirando de su blusa y se separó de Larissa para poder prestarle atención. Acomodó una almohada en sus piernas para acostarla ahí y empezó a amamantarla.

—Lo sé, pero... es primer cumpleaños que pasamos juntas después de tanto tiempo, Anne y además, estamos con Lou. Déjame celebrar tu vida —se acercó un poco más a ella y se inclinó para darle un beso en la frente. Anne cerró los ojos y se dejó consentir.

—Esta fecha era menos dolorosa cuando estaba en Francia —dijo en voz baja. Larissa bajó la vista a Lou y empezó a jugar con sus manos, pero ella tenía los ojos fijos en Anne. De algún modo, le había afectado lo que Anne dijo.

—¿Entonces no quieres estar con nosotras?

—No es lo que quise decir, Larissa —la tomó del mentón para hacer que la viera y le pidió un beso—. Solo que al estar aquí, el recuerdo se hace más fuerte. Duele más.

Lou estiró el brazo para tocar el rostro de Larissa. Ella rió y no pudo evitar que sus ojos viajaran al pecho descubierto Anne. Lou se aferraba a él y succionaba con fuerza.

—Debo confesar que le tengo envidia a mi propia hija —mencionó con diversión. Y como si Lou pudiera entenderle, sonrió y volvió a tocarle el rostro—. Está bien —accedió—. No haremos nada. Pero tengo algo para ti.

—¿Qué es? —preguntó con genuina curiosidad. Durante todos esos había estado revisando el armario para ver si lograba encontrar algo, porque sabía que Larissa le había comprado un obsequio, pero simplemente no daba con él.

—En realidad es para las dos. Para las tres —corrigió.

Anne la vio levantarse y salir de la habitación sin decir nada más. Se dio cuenta de que Lou ya había soltado el pecho , así que la cargó y se levantó en busca de un par de juguetes para después regresar a la cama. Las risas de Lou siempre lograban hacerla sentir mejor.

Y apreciaba mucho la idea de Larissa, pero después del accidente, su cumpleaños nunca volvió a ser el mismo. Aunque nunca le había gustado tampoco, pero se volvió más doloroso después de la muerte de su hermana y madre. Y por eso nunca lo celebraba.

—Mira —le dijo Larissa y volvió a sentarse en la cama.

Le entregó una pequeña caja con un moño rosa y Anne sonrió. Lou se dejó caer de espaldas en el colchón y empezó a jugar con sus pies. Larissa le hacía cosquillas, la llenaba de besos y ella reía sin parar. Los ojos de Anne se humedecieron al descubrir de qué se trataba el obsequio.

𝘖𝘯𝘦 𝘚𝘩𝘰𝘵𝘴 / 𝘓𝘢𝘳𝘪𝘴𝘴𝘢 𝘞𝘦𝘦𝘮𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora