Red Right Hand

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Nora se enciende un cigarrillo, recostada en el marco de la puerta, y arroja el fósforo usado al suelo. El pequeño pedazo de madera cae a un charco de agua sucia y se hunde, desapareciendo de su vista. El humo y el vapor de su respiración se elevan sobre ella y se mezclan con la nube oscura proveniente de las numerosas fábricas de Birmingham. Sobre esa negrura logra vislumbrar parte del cielo azul de un día inusualmente soleado. Las personas van y vienen por la calle, algunas la observan, pero ninguno emite palabras (ni siquiera charlan entre ellos).

Nadie quiere conversar un jueves por la mañana, piensa la pelirroja. Mientras espera en la puerta trasera del Garrison a que llegue su jefe a abrir, divaga con los ojos fijos en los barriles de cerveza a su lado. Ese es su quinto día en su nuevo trabajo y Harry aún no confía lo suficiente en ella como para abrir o cerrar. La labor es sencilla, su espalda duele en las noches y tratar con los clientes no es su pasión, pero no estar en su casa y tener otras preocupaciones en mente ayudan tanto como el dinero. Aunque, cuando está allí, no puede dejar de pensar en la amenaza inminente llamada Peaky Blinders. Sin embargo (hasta el momento), ninguno de ellos le dirigió la palabra más que para pedirle un trago. Y, lo que más le alivia, no hubo señales de Tommy Shelby.

La joven vuelve a la realidad cuando nota a Harry caminando hacia ella, el cansancio es claro en su rostro, con sus hombros caídos y sus pies arrastrándose por el suelo.

-Buenos días- saluda, una sonrisa deforma sus labios al ver la actitud del mayor.

-Buenos días, Eleonora- devuelve en un murmullo.

-Ya le dije que puede decirme Nora- le recuerda, pero él ignora sus palabras. Con un bostezo, abre la puerta y la deja pasar primero. Da una última pitada antes de arrojar el cigarrillo al suelo, al mismo charco que el fósforo, entra a la oficina y cuelga sus pertenencias en el perchero (incluido el gorro de lana gris que Faith hizo para ella cuando aprendió a tejer). Harry se deja caer sobre la silla de su escritorio con pesadez y la observa desde allí.

-Como estás tan despierta, hoy puedes abrir tú. Hay unas cosas que tengo que revisar.

Nora se voltea a verlo, con sorpresa mal disimulada en su rostro. Asiente y, arremangando su vestido, se dirige a la puerta que conecta con el salón principal.

-Como usted diga, jefe- bromea, antes de cerrar la puerta detrás de ella.

Rápidamente, barre el suelo, baja las sillas de las mesas y repasa las superficies húmedas con un trapo húmedo. Al acabar, desbloquea las puertas y se refugia del frío exterior, escondiéndose en la barra. Mientras limpia la parte interna del mostrador, reza a un dios imaginario para que nadie la moleste desde tan temprano. Pero sus plegarias no son oídas (o las ignoran), porque a los minutos de abrir, escucha a alguien entrar al bar. La joven cierra los ojos y dejar caer su cabeza contra el mueble frente a ella, soltando el aire con pesadez.

-Buenos días- saluda, aún agachada detrás de la barra. Nadie responde, pero los pasos resuenan en el lugar vacío mientras se acercan a ella. Alterada, se pone de pie rápidamente y se encuentra cara a cara con el hombre que la atormenta hasta en sus sueños.

-Buenos días- devuelve Thomas, aparentemente divertido con la expresión en el rostro de la nueva camarera.

Apenas logra recuperarse de la sorpresa inicial, desvía la mirada, busca una botella de whisky irlandés, un vaso y los deja frente a él, con la esperanza de que los tome y se retire a su cuarto privado.

-La casa invita- murmura, para luego darle la espalda y comenzar a limpiar las botellas de la estantería. Sin embargo, no hay más pasos, sólo el ruido de uno de los taburetes siendo movido y unas monedas chocando contra la encimera metálica. Oye como abre su botella, el líquido cayendo en el vaso, un fósforo encendiéndose y su respiración al fumar. No habla, y ella tampoco empieza una conversación. Aunque siente sus ojos fijos en su espalda y eso la enloquece lentamente. Con cada segundo que pasa en la misma habitación que él, a solas, sus nervios incrementan.

Wicked Game | Peaky Blinders¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora