Hurt

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Eleonora Masen se pone de pie, aun procesando la información. Harry la observa desde una esquina de la barra, lo más alejado posible del salón privado perteneciente a los Shelby, con lástima reflejada en sus ojos. Los pocos hombres en el bar la observan, expectantes y en silencio. Desorientada, cierra los ojos y suspira. Antes de apagar su cigarrillo, le da una última calada.

-Dame otro whisky, por favor- pide, abriendo los ojos. Se coloca sus guantes y hace una mueca cuando roza su herida. Él obedece y, nuevamente, deja un vaso de alcohol frente a ella. Se lo acaba de un trago, frunciendo el ceño ante el gusto rancio de la bebida barata, y se recarga en la barra. Mientras tanto, trata de idear un plan de acción, pero no llega a nada.

Tommy Shelby quiere hablar con ella, y no hay forma de que eso signifique buenas noticias. Además, no está lista para enfrentarse a un hombre que se gana la vida arruinando a las personas, matando, cortando y golpeando. Sin embargo, no hay escapatoria. La ciudad, con sus habitantes y policías, le pertenece a su familia.

-Si no muero, volveré a pagarte- bromea a Harry, con amargura, y recoge sus cosas antes de dirigirse a su sentencia de muerte. O eso cree ella.

Por suerte (o por desgracia), ya está borracha. Muy borracha, piensa luego de abrir la puerta. Se arrepiente de inmediato, ¿debería haber tocado?

Apenas cruza el umbral, nota como el hombre, que se está sirviendo whisky, la observa con una ceja alzada. Adentrándose en el lugar, analiza a su alrededor. En parte lo hace porque es la primera vez que está allí y, por otro lado, para evitar hacer contacto visual todo el tiempo posible. Pero él llama su atención cuando deja la botella sobre la mesa, con más fuerza de la necesaria, y carraspea.

-Te tomaste tu tiempo- declara con una mueca arrogante, casi una sonrisa, y le da un trago a su bebida.

Eleonora no puede recordar la última vez que estuvo tan tensa (quizás cuando su madre aún vivía). Utiliza toda la energía restante en su cuerpo para mantenerse firme. Aunque duda de que funcione gracias a esa semana terrible, la falta de sueño, los recuerdos sombríos que la visitan cada vez que está en soledad y su estado actual de embriaguez.

Cierra la puerta con cuidado y camina hasta el asiento frente a él. Bajo la vigilancia del príncipe de Birmingham, deja el bolso y su abrigo sobre la mesa, toma asiento y se cruza de brazos, recargada en el respaldo del sillón. El Shelby guarda silencio y estudia su apariencia. Ella no tiene el valor para decir una palabra.

Nunca antes en su vida se ha sentido tan percibida como esa mañana en el cuarto privado del Garrison, ni siquiera la noche anterior mientras apaleaba a William Carter. No está acostumbrada a recibir la atención de las personas, pero la curiosidad de Thomas es una cosa diferente. Hay algo en su mirada, en su postura, que la hace sentir como si fuera a leerla como un libro. Pero no en un buen sentido, la aterra hasta lo más profundo de su ser, porque puede usar lo que sea que vea en ella en su contra, y razones no le faltan. 

¿Acaso puede ver en mi interior? ¿Lo que le oculté al resto durante toda mi vida? ¿Los secretos que ni siquiera le conté a Faith?

Aunque, la luz del sol que se filtra desde la ventana detrás de Nora hace que los ojos de su juez se vean tan azules como el cielo en uno de esos excepcionales días despejados en Small Heath. Es la segunda ocasión en la que lo puede apreciar de cerca, pero esta vez es diferente. No hay signos de enojo en su rostro, sin embargo su mirada es mucho más imponente. Tampoco está usando todo su traje, dejando a la vista su chaleco oscuro y las mangas blancas impecables de su camisa.

Maldita sea, es guapo como el infierno.

Inconscientemente, y en contra de su voluntad, el rostro de la pelirroja se enciende. Acción que desprecia, ya que le recuerda a su fugaz paso por la escuela y a los niños que se burlaban de ella con el apodo de 'zanahoria'.

Wicked Game | Peaky Blinders¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora