Criminal Mambo

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El horror está presente en el cuerpo de Nora como una cicatriz que nunca se cura y de ella gotea un torrente de cobardía que le atasca la respiración y acelera sus latidos. Ejerciendo más fuerza, sostiene la navaja que Thomas Shelby le dio por ayudar a su hermano. El vapor que escapa de su boca, junto con la niebla nocturna, rodean su rostro pálido. Los edificios deteriorados, las casas grisáceas a sus lados y los puentes sobre ella, apenas pueden vislumbrarse a través de la oscuridad. El lugar está helado y huele a una mezcla entre humo amargo, agua estancada y mierda. Pueden ver a un par de hombres durmiendo, o intentándolo, precariamente refugiados del cruel clima. Ellos, junto a la joven asustada, son los únicos habitantes a la vista en las calles de Small Heath.

Hermoso.

Todo parece marchar bien para la Masen, dentro de lo que cabe. El mismo camino de siempre, acompañado por el mismo miedo, en el que a veces llega a correr para asegurar su supervivencia. Pero esa noche no es una usual.

Sin siquiera verlo venir, una mano la sujeta por el codo desde atrás, deteniendo su marcha (y su corazón). Sobresaltada, se zafa del agarre desconocido, se voltea y aleja unos pasos, con la navaja desenfundada en su mano.

-¡Aléjese de mí!- ordena, con su voz temblorosa, y apuntando con su nuevo cuchillo.

-Señorita Masen, disculpe mi brusquedad- lamenta el desconocido, alzando los brazos. Lleva un traje caro y un sombrero. El cabello que sobresale de este, y el bigote sobre su boca, es de un tono grisáceo. Tiene un acento irlandés marcado y lleva una pipa humeante en su mano. En conclusión, un anciano desagradable.

Policía, definitivamente.

-¿Qué mierda quieres?- cuestiona, alterada, alejándose aún más del hombre que fuma de su pipa.

-Soy el inspector Campbell- se presenta, ofreciendo su mano. Eleonora no devuelve el saludo, pero baja el brazo, con el arma suspendida a un costado de su cuerpo. Lo mira en silencio, esperando a que continúe-. He oído que conoce a Tommy Shelby y a los Peaky Blinders y ...- interrumpe su discurso con una risa que le da escalofríos-. que no les tiene mucho cariño. Quizás usted sepa algo que pueda...

Se acerca al policía, apuntándolo con el dedo y silenciándolo en el proceso. Escupe sus palabras, teñidas de enojo.

-Escúcheme bien. Yo no conozco a ese hombre, ni tengo intenciones de hacerlo. No sé nada de él que usted no sepa. Así que, por favor, no vuelva a acercarse a mí.

Aún con la navaja en su mano, se aleja de Campbell y da media vuelta, para continuar con su recorrido. Sin otras interrupciones, marcha a su hogar con rapidez. El hombre no la sigue, ni intenta volver a su interrogatorio, pero la pelirroja siente sus ojos clavados en la espalda. Es desagradable, siniestro, como si esperase el momento ideal para aplastarla como a un insecto.

Finalmente, llega hasta la puerta de su casa, con el corazón latiendo vertiginoso y un nudo en su garganta. Las llaves en su mano tintinean debido a sus extremidades temblorosas y sus ojos se desvían, casi en contra de su voluntad, hacia la calle de enfrente. Suelta el aire atrapado en sus pulmones. Sólo hay una ventana iluminada en el hogar de los Shelby, en el primer piso, y ella la observa. Aunque su mente le da vueltas al reciente encuentro.

¿Quién mierda le habló a ese policía de mí? ¿Qué más le dijo? ¿Acaso fue por el robo del que hablaba Freddie?

Su atención se desvía de sus pensamientos cuando la cortina se mueve detrás de la ventana y Thomas aparece ante ella. Como si él supiera que ella llegaría en ese momento, sostiene la tela con su mano y la observa desde su habitación.

Aún más nerviosa que antes, se gira y abre la puerta luego de varios intentos. Entra a su casa y cierra con llave. Recarga la cabeza en la madera y exhala, agotada. Se arrastra hasta los pies de las escaleras y se detiene, mirando hacia arriba con indecisión.

Wicked Game | Peaky Blinders¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora