Wicked Game

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Cuatro veces en las que Tommy Shelby fue testigo de la vida de Nora Masen sin que ella lo supiera y una vez donde lo ignora a voluntad.

I.

La primera en salir de su casa esa mañana soleada para descubrir de qué se trataba el alboroto fue su tía Polly, seguida por su madre con la pequeña Ada en brazos. Ahora que la puerta está abierta, los alaridos y el llanto de la mujer desconocida retumban en el interior de la casa Shelby.

Thomas, de tan solo once años (doce en unos pocos meses), levanta la vista de su tostada y comparte una mirada con sus hermanos. Tanto Arthur como John les asienten, por lo que no necesitan más para dejar su desayuno, ponerse de pie y salir a la calle. 

La escena con la que se encuentran es de lo más peculiar, al menos para los niños. Hay una mujer tirada en la acera de en frente, que llora y grita palabras ahogadas en otro idioma. Otra mujer que el pelinegro no conoce, junto con tu tía, tratan de hablar con ella.

Sin embargo, lo que más llama la atención de Tommy Shelby es la niña apartada. Llega a la conclusión de que es su vecina (si la puerta abierta de la casa del otro lado de la calle es un indicativo), pero es la primera vez que ve a la niña de cabellos anaranjados y el rostro salpicado de pecas. La pequeña está cargando a un bebé, balanceándolo entre sus delgados brazos, y lleva una expresión enajenada, como si no estuviera en la misma sintonía que el resto de las personas.

-Niños, vayan adentro ahora mismo- ordena su madre, entregándole a Ada a su hermano mayor-. Lleva a tu hermana a su cuna mientras las ayudamos.

Arthur y John obedecen sin rechistar, alejándose de su vista. No ocurre lo mismo con Thomas, que se queda paralizado cuando los ojos marrones y vacíos de la niña se fijan en los de él, sólo que no parece estar viéndolo realmente. Su tía se acerca a la pequeña y, luego de susurrarle palabras que el pelinegro no oye, toma a la bebé en brazos.

-Tommy, por favor- dice Martha Shelby, pero el nombrado hace caso omiso.

Él observa como su vecina, la que encontró llorando, se acerca a la niña.

-¡¿Qué es lo que hiciste?!- brama, zarandeando a la pelirroja ya que esta ni siquiera la mira-. Eleonora, dime lo que pasó. ¡Dímelo!

-No es necesario que la trates así, tu hija no tiene la culpa- escupe Polly a la mujer, que no detiene su llanto, aunque es ignorada. El bebé que lleva en brazos comienza a llorar también. 

-¿Por qué lloras, mami?

La voz de la chiquilla de cabellos anaranjados es la más suave y dulce que Thomas escuchó en su corta vida, pero la mirada perdida que lleva no hace más que revolverle el estómago.

En el instante en el que su madre comienza a arrastrarlo al interior de su hogar, él es testigo de como la mujer del otro lado de la calle alza la mano y azota el rostro de la tal Eleonora. El rostro de la niña se mueve por el impulso, el área golpeada comienza a enrojecer. Ella no llora, no se queja, ni siquiera hace una mueca. 

El pelinegro quiere protestar, pedirle a su madre que ayude a la pequeña que parece muerta. En cambio, es silenciado y su visión del espectáculo callejero se corta cuando le cierran la puerta en la cara, dejándolo en el interior de la casa Shelby.

Un par de horas más tarde, luego de pasar toda la tarde jugando a los soldados con John y Arthur, baja a la cocina en busca de un poco de agua (y una galleta si tiene suerte) y se encuentra a su madre discutiendo por lo bajo con su tía. Se mantiene oculto, espiándolas.

Wicked Game | Peaky Blinders¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora