lo llamaré amor - fred weasley fanfic

3. la orden

Que la Madriguera se convirtiera en el nuevo cuartel general de la Orden del Fénix fue genial.

Durante las primeras dos semanas.

Fred agradeció haberse ido de casa apenas tuvieron el dinero de hacerlo, porque si tuviese que vivir ahí ahora, estaría volviéndose loco.

La cantidad de gente que había en la Madriguera era ridícula. Magos entrando y saliendo en la pequeña casa lo hacían sentir claustrofóbico. Llegaban sin avisar y se iban sin despedirse. Su padre ocupaba la mesa del comedor para discutir estrategias cuando no estaba en el trabajo, y cuando se iba, Lupin ocupaba su lugar de manera casi natural. Su madre y Hope andaban de arriba para abajo atendiendo gente y curando heridos, y Fred sólo podía agradecer tener un lugar a donde huir. 

La tienda no era lo que había sido hace un año en su inauguración, pero se mantenía en pie. No podía evitar pensar que la generosa donación de Harry les había dado un punto de partida más que aventajado, lo que les permitía seguir funcionando durante al menos un tiempo más.

Pero Fred no sabía exactamente cuánto tiempo era ese tiempo.

"¿Un knut por tus pensamientos?"

Fred se sobresaltó al oír la voz de Jo. La rubia lo miraba divertida junto a él, apoyada en la misma pared fuera de la cocina, viendo cómo los otros miembros de la Orden discutían sobre pergaminos viejos y arrugados.

Él sonrió.

"Estarías pagando demasiado" murmuró con una sonrisa.

"Bueno" dijo ella encogiéndose de hombros. "Como la persona que recibe el alquiler de tu tienda, te aconsejo que tomes el dinero"

Sonrió de nuevo. La presencia de Jo le resultaba reconfortante a pesar de que lo obligaba a pensar en la tienda. Su relación durante el último año había pasado a ser algo más que una relación de negocios, aunque Fred no tenía claro todo el tiempo los límites de la misma.

Como ahora, que Jo le sonreía con astucia como si quisiera decirle que en realidad ya sabía lo que estaba pensando.

"Sólo pensaba en la tienda" le respondió devolviendo su mirada al frente, a la gente que se movía por todas partes, a los magos que discutían en el comedor. A su familia.

"¿Sólo en eso?" preguntó ella.

Fred respiró hondo. No. Nunca era sólo eso. No importaba en qué estuviera pensando, siempre había algo desarrollándose en el fondo de su mente. El motivo por el que estaban todos ahí, el motivo de las discusiones, del miedo, de la paranoia.

Pero Fred no se atrevía a hablarlo. Ni con Jo ni con nadie. No podía expresarlo porque temía que una vez que exteriorizara aquello a lo que tanto temía, esas náuseas en el estómago se transformaran en un vértigo que se lo llevara por completo.

No. Mejor mantener sus sentimientos a raya.

"¿En qué más podría estar pensando?"

Jo negó con la cabeza.

"Como tu arrendadora, me da gusto" le dijo mirándolo mejor. "Como tu amiga, no te creo nada"

Fred le sonrió. Jo siempre le llamaba la atención y le decía las cosas tal y como eran. Era parte del por qué le caía tan bien, y por qué se habían hecho tan buenos amigos.