LA ESPÍA

Confía en mí

- Para empezar, ¿cómo sé que no estás leyendo mi mente?

- Imposible -contestó de una.

- No lo hagas.

- Tengo que saber si me mientes.

- Confía en mí y yo confiaré en ti. Viste mi vida, cuéntame, por qué quieres el libro.

Estaba sentada frente a ella, parecía no tener experiencia porque olvido buscar en mi zapato, donde tengo otra arma más pequeña escondida. Esta era la prueba absoluta.

- No tengo porque decirte -habló por fin malhumorada.

- No tengo porque ayudarte -me encogí de hombros dispuesta a marcharme.

- ¿A dónde crees que vas? -tenía los ojos encendidos color escarlata.

- El truco ya no funciona conmigo -hablé segura de mi misma, pero estaba cagada del miedo- ¿tenemos un trato o no tenemos un trato?

Respiró profundo volviendo a su estado natural, cerró los ojos por un momento, y con delicadeza pasó sus dedos por sus ojos en busca de paciencia, la misma que yo estaba perdiendo con ella. Esto no va a funcionar.

- Necesito buscar otras realidades.

- Abunda más -hice un gesto con la mano, sentándome nuevamente en la silla.

- Para poder encontrar a alguien.

- ¿Eso es todo? -estaba a punto de reírme, pero no creo que sea buena idea.

- ¿Debería existir algo más? Solo necesito el libro y luego puedes marcharte.

- Pensé que no me necesitabas -sonreí de manera victoriosa.

- Y no lo hago. Solo necesito a alguien que cree una distracción. Daño colateral, ¿sabes de lo que hablo, Romanoff? - Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro esperando mi respuesta, pero no expresé ni un poco el miedo que me causó que supiera mi nombre.
A veces, ser espía me quedaba corto.

- Lo que digas, Maximoff -contesté sin importancia, ya que claramente me necesitaba.

Por una pequeña fracción de segundo, pude notar que estaba sorprendida de que supiera su nombre. Pero no fue lo suficientemente alarmante para ella.

- Mi prometida... -comenzó, pero su voz se quebró, comenzó a jugar con su dedo en la mesa, sintiendo la textura, en lo que se componía de nuevo- fue asesinada.

- Wanda... yo -alzó su mirada.

- Maté a todos los que tuvieron algo que ver -seguía mirándome jugando con su dedo- y lo haré en cada uno de los universos hasta que la encuentre de nuevo. Los he visto, somos tan felices y eso es lo que quiero.

- ¿Es necesario matarlos a todos?

- ¿Cuántos mataste tú para los vengadores?

- Los Aliens no cuentan -bufé- estaban invadiendo. Vamos, le salvé el trasero a medio mundo.

- ¿Los Aliens no importan? -creo que es una trampa.

- Claramente no fue lo que dije -puse mi mano en el cuello ejerciendo algo de presión.

- Cada vida que le di fin, no fue en vano -respiró profundo para luego exhalar de manera tranquila- todos tuvieron su propósito.

- ¿No te conmueve mi historia, pero me debería conmover la tuya?

- No -contestó sin más- pero si puedo enviarte a un lugar donde nada de lo que te pasó, haya pasado. Donde tus padres estén vivos. Conozcas a tu madre -alzó la mirada, estaba tratando de seducirme, quería que cayera en su juego.