El plan

433 56 19
                                    

Ir de vuelta fue igual de tedioso como llegar hasta Europa. Necesitábamos llegar a Estados Unidos y es casi imposible volver en avión. Traté de que así fuera, pero conseguir un pasaporte para Wanda sin que nadie supiera quién es, es como un juego de ruleta rusa. No podíamos arriesgarnos.
Wanda utilizó sus poderes para poder llegar, le costó mucho abrir ese portal. Espero no haber creado un deseo más profundo por la magia negra, más fuerte de lo que ya ha sido para ella.
Volvimos a la cabina donde me trajo la primera vez, era nuestro lugar seguro. Nadie sabía que existía, solo ella y yo.

- Wanda -toqué la puerta de su habitación que estaba medió abierta.

- Puedes pasar.

Estaba de frente a un hueco en la pared donde estaba colocado el libro, con un movimiento de su mano, los ladrillos que estaban flotando se acomodaron en la pared sellándolo debajo.

- ¿Quieres repasar el plan? -hablé más bajo de lo normal.

- Te estás obsesionando -rió leve, sentándose en la cama- no creo que tengamos que pensarlo más. Es el plan perfecto, Natasha.

- ¿Estás segura? -tragué seco. ¿Es aquí donde le digo que siento cosas por ella o simplemente continúo con mi excusa absurda que solo vine a hablar del plan que me sé de rabo a cabo?

- ¿Tienes una nueva idea o...?

- No -la interrumpí.

- ¿Hay algo más entonces?

- ¿Estás leyendo mi cabeza? ¡QUEDAMOS QUE NO HARIAS ESO, WANDA! -me puse de pie un poco molesta y ella hizo lo mismo, pero más serena.

- Romanoff, no te estoy leyendo los pensamientos. No tengo por qué hacerlo -alzó su mano tratando de tocarme, pero yo me alejé.

- No lo sé -me di la vuelta y salí de allí molesta.

No sé si creerle, Wanda tiene una manera peculiar de manipular las cosas. Por Dios, es una bruja, Natasha.

¿Qué esperabas?

Iba caminando por el bosque sin cuidado, como si no pudieran raptarme los aliens, o si Los Doce no pudieran capturarme. Estaba tan metida en mis pensamientos que caminé directamente en un portal brillanté color dorado.

- ¿Qué Mier..? - Strange estaba delante de mí.

- Romanoff... -estaba sentado en una silla. Estaba en New York.

- Strange -relajé los hombros, quedándome en el mismo lugar.

- Fue difícil conseguirlas.

- Esa era la idea -me encogí de brazos restándole importancia a que nos había encontrado.

- ¿Podrías decirme dónde está el libro?

- No tengo ninguna obligación en decirte -contesté serena.

- ¡Wanda puede poner el multiuniverso en riesgo! -se puso de pie alzando la voz.

- ¡Ella no la hará! -contesté en el mismo tono.

- ¿Cómo estás segura? -entonces el pensamiento me paralizó. Y, ¿si no era suficiente mi presencia para que tomara los caminos correspondientes? No que yo sea el norte, pero si podía mantenerla en el camino. Estaba de ella seguir sin lastimar a nadie.

- No lo hará -contesté firmemente.

- Necesito el libro, Natasha -exigió.

- No tengo el libro -me giré como si fuera a salir, pero luego me acordé que el me trajo hasta aquí- si puedes hacer esa cosa con tus dedos y dejarme salir, te lo agradeceré -giré los ojos esperando que apareciera, pero no sucedió.

LA ESPÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora