Europa

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Decidimos recorrer Europa de manera lenta, pero luego de unos meses decidimos quedarnos en las montañas de Noruega. Era un lugar tranquilo, donde no habitaba mucha gente, habíamos comprado una pequeña cabaña vieja, que con mucho esfuerzo y videos pudimos arreglar nosotras mismas. La chimenea estaba encendida todo el tiempo, el frió en las noches es desgarrador, pero dormir junto a Wanda es lo mejor de lo mejor.

Wanda ha estado practicando su magia, sus dedos se han vuelto a la normalidad, pero aún la veo tener ciertos problemas al momento de controlarse. No es fácil poseer poder y luego dejarlo ir voluntariamente. Aún así, estoy muy orgullosa de ella.

Verla en el porche, tomando una taza de café mientras se mece en la silla vieja que restauramos, mientras yo arreglo una de las cercas que estaba media dañada, jamás es la vida que me imaginé, pero es la vida que no cambiaría por nada en el mundo. La casa podría verse vieja por fuera, pero habíamos instalado nuestro sistema de seguridad  e hicimos cuartos con salidas fuera de allí. Siempre estamos preparadas por si pasa lo peor, pero me he hecho cargo de que no nos encuentren aquí.

- ¿Quieres algo para almorzar? -me gritó desde lejos.

- Ya pronto termino y te puedo ayudar -estaba amarrando unos cables, así que me enderecé y la miré.

- Desearía que no te vieras tan sexy con tu tank top y camisa leñador mientras haces eso -movió sus dedos y en un segundo la cerca estaba arreglada.

- ¿Todo este tiempo y tú podías hacer eso? -comencé a recoger las herramientas mientras me reía.

- Si no lo hacía, no podía verte así de sexy, y segundo, solo ven acá y bésame.

Solté todas las herramientas dentro del bolso, recogiendo lo más rápido posible. Llegué al porche quitando la camisa de leñador, secando el sudor y limpiando el sucio que tenía en la cara y las manos. La tiré a un lado mientras me detenía frente a ella que me esperaba paciente de pie.

- Hola -besé su mejilla con delicadeza.

- Hola -cerró los ojos al sentir mis labios encima de sus mejillas, rodeó mi cuello mientras se alejaba.

- ¿Algo en específico para almorzar?

- Sí tengo hambre, pero me gustaría hablar contigo -mi cuerpo se puso alerta, todos estos meses desde que nos escapamos sólo hemos convivido como pareja, pero nunca hablamos algo en concreto... al igual que no hemos hecho ustedes ya saben que. No es que me haga falta, aclaro, pero las mujeres tienen necesidades. Apuesto a que ella también las tiene.

- Hablar.... -contesté separándome de ella, sentándome en las escaleras.

- Pareces niña regañada -se recostó de la columna por un segundo, pero luego de un rato de silencio se sentó a mi lado- ¿Por qué estás asustada? -giré de manera abrupta a mirarla- Natasha, no te estoy leyendo los pensamientos. Te he dicho mil veces que no lo hago. Te conozco, sé cuando tienes miedo, o cuando estás pensando, o cuando estás concentrada haciendo algo...

- Ya veo -reí nerviosa, había registrado cada detalle de mí.

- Solo quería preguntarte -creo que es la primera vez que no la veo segura de si misma, movía sus piernas incontrolablemente, movía la boca de un lado a otro haciendo muecas, pero ninguna palabra salía de ella.

- ¿Estás bien? -agaché la cabeza jugando con una pequeña ramita que encontré en el suelo.

- Nerviosa -contestó sin pensarlo.

- ¿Por qué estás nerviosa? -pregunté de manera rápida porque sentía el nerviosismo subiéndome desde los pies.

- Nat... llevamos meses juntas. Viajando y eso, sabes... pero también llevamos meses durmiendo juntas y dándonos besos en cada esquina que vamos y yo solo quería saber...

LA ESPÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora