Salvé tu trasero

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Estuvimos una semana escondidas en España, pero era momento de volver, no sé cuáles son los planes ahora. Mi único plan era devolverla y obtener el dinero, pero hay algo que me atrapa. Hay algo que necesito saber, y desde aquella noche que se disculpó ha estado distante. No que antes haya sido más habladora, o haya demostrado interés por conocerme, pero algo me dejó ver, aunque no debía, y era que tenía corazón.

Todo el tiempo ha modelado a la bruja escarlata como la más poderosa de todas, todos deben temerle. Pero hasta ella misma teme de lo que es capaz de hacer. Tenía puesta la cabeza en el cristal del tren, decidimos tomar la ruta larga esta vez, aún no teníamos un plan y ella se había propuesto no hablarme.

¿Por qué me siento así por una total desconocida? No es como si tuviese la mirada más dulce de todas, los labios más carnosos que he visto en el planeta tierra o los modales más delicados de todos, pero... tragué seco al entender mis propios pensamientos. No puede ser. No, me niego rotundamente que me intrigue su existencia, es la bruja más buscada y yo solo quiero el dinero. Eso quiero. Negué varias veces despegándome de la ventana, froté mis ojos tratando de entrar en razón.

- ¿Estás bien? -tragué seco.

- Sisisi, todo bien -me acomodé en el asiento, tratando de no mirarla.

- Parece que te encontraste con un fantasma o algo. Estás pálida, come algo -se sentó frente a mí, pude verla con disimulo.

- No, estoy bien. Solo algo cansada -mentirosa.

- Toma -tocó mi hombro con su dedo índice, y en esa misma mano tenía una manzana- al menos cométe esto.

- Gracias -la tomé girándome al fin.

- ¿Tienes algún plan?

- No -contesté.

- Yo tampoco -respondió sin importancia.

- Pensé que tenías la agenda llena -vacilé un poco y ella solo sonrió.

- Creo que tienes razón.

- ¿Tengo la razón?

- No es saludable que siga detrás de algo que solo hará más daño. Hace unas noches -se aclaró la voz que le temblaba un poco- Merodeé por los multiuniversos y en todos, se negó a escucharme. Los ojos que antes me miraban con amor, ahora solo tenían miedo. "Aléjate por favor" "no me hagas daño".

- Maxi... -alzó un dedo para detenerme.

- Pero el que más me dolió fue "no te conozco" y es verdad. -me miró a los ojos, tenía un tono de tristeza en ellos, pero al mismo tiempo creo que había encontrado paz dentro de su tormenta infernal- No me conoce, tiene una familia. Tiene hijos. Incluso es feliz... lo que nunca pudimos ser nosotras. Sería injusto de mi parte que le arrebatara eso. No es mi final feliz.

Me quedé en silencio, no sabía qué responder a eso. Era imposible contestar con algo certero, ella era un mar de sufrimiento, y poco a poco a estado saliendo de ahí para encontrarse a ella misma. El mérito era de ella, solo podía escucharla.

- Así que gracias -sonrío levemente secándose una lágrima.

- Realmente no he hecho nada -reí incómoda.

- Sí, me diste una segunda oportunidad.

- Todas las personas deberían tener segundas oportunidades. Es algo que me gustaría haber tenido.

- ¿Abundas? -Abrió un pistacho de su cáscara mordiéndolo a la mitad.

- Tenía una familia adoptiva -hice comillas en el aire- Tenía una hermana -me tragué las lágrimas- Yo decidí continuar en esto y ella simplemente no pudo más. Y razón tiene, esto no es vida. Todo el tiempo estás tras sueños y una vida que jamás tendrás. Porque la avaricia consume, ser la número uno te hace creerte invencible... y realmente fuiste vencida hace mucho. Cuando te quedaste sola y lo perdiste todo. Así qué tal vez no sé qué es perder a alguien en la misma magnitud que tú, pero sí sé lo que es sufrir.

LA ESPÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora